José de Hermosilla y Sandoval, arquitecto e ingeniero militar, fue uno de los personajes más relevantes de la España de los Borbones e inspirador de una parte importante de la renovación urbana del Madrid dieciochesco.

Su figura forma parte del grupo de nombres más importantes de la arquitectura española y europea de su época, junto a otros como Ventura Rodríguez, Diego de Villanueva, Giovanni Battista Sacchetti y Francisco Sabatini. Se formó como ingeniero militar y actuó como “delineador” en las obras del Palacio Real Nuevo de Madrid e intervino en el trazado y diseño del emblemático Paseo del Prado de Madrid.

Al cumplirse el 300 aniversario de su nacimiento, la Diputación Provincial de Badajoz ha impulsado una exposición que recuerda la vida y obra de este extremeño estudioso de la historia de la Arquitectura y apasionado de la conservación de edificios, tan desconocido en su propia tierra como importante para la historia de la arquitectura española del XVIII.

Para profundizar en el conocimiento de su figura se ha organizado una jornada-seminario que tendrá lugar a lo largo del 30 de noviembre en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (9 horas), a la que seguirá, por la tarde, la apertura de la exposición anteriormente citada (19,30 horas) en la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM).

Esta exposición fue inaugurada en Llerena la pasada primavera y ahora podrá verse en la capital madrileña gracias a la colaboración y trabajo conjunto de la institución provincial pacense, el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el COAM y la Universidad Complutense de Madrid.

José de Hermosilla y Sandoval, arquitecto y militar, nació en Llerena en 1715 y murió en Madrid en 1776 a los 61 años de edad. Fue un arquitecto de formación neoclásica e historicista. Por iniciativa de sus padres comenzó la carrera eclesiástica en Sevilla y al quedar huérfano de ambos la abandonó para centrarse en los estudios de ciencias y matemáticas. Poco tiempo después ingresó en el Real Cuerpo de Ingenieros Militares y posteriormente como delineante en las obras del Palacio Real de Madrid que dirigía el arquitecto Sachetti.

En 1747 se le concedió una estancia de estudios en Roma en calidad de pensionado de la Junta Preparatoria tras sustituir a Diego de Villanueva, que renunció a la beca por motivos familiares, convirtiéndose Hermosilla en el primer arquitecto español que recibió este premio.

En 1765, hizo un viaje por encargo de la Academia por Andalucía para estudiar las antigüedades árabes de Córdoba y Granada. Al finalizar la beca se quedó en Roma cuatro años trabajando primero con el arquitecto papal Ferdinando Fuga. A su regreso a España ingresó en el servicio al rey como ingeniero militar con el grado de capitán. Sirvió en la campaña de Portugal en 1761 y, una vez concluida, se quedó en la ribera de Coa a formar el plan de los términos y frontera de Castilla en aquel reino. También le asignaron la misión de levantar los planos de la Alhambra, el palacio de Carlos V de Granada y la mezquita de Córdoba.

Por encargo del rey Fernando VI proyectó en Madrid un nuevo Hospital General en la calle de Santa Isabel (edificio que actualmente ocupa el Museo Reina Sofía), que se inició en 1750 y siguió la dirección de obras hasta 1768. Quizás el edificio más significativo de cuantos se deben a este arquitecto sea el Colegio de Anaya de Salamanca, concebido como un monumental palacio precedido por un muy clasicista pórtico de columnas. Se trata de uno de los edificios clave del Neoclasicismo español.

En 1750 escribió un tratado de Architectura Civil, dividido en tres partes Este libro sirvió como libro de texto para la Academia de San Fernando durante muchos años. Se dedicó también al dibujo de monumentos clásicos y dejó escrito un Tratado de geometría.

En 1751 fue nombrado teniente-director de Arquitectura de la recién fundada Academia de San Fernando en Madrid, colocada bajo la protección del monarca e inspirada en la Academia di San Luca en Roma que en ese momento era la sede de la educación artística en Europa. Durante su mandato levantó los planos de El Escorial, que gustaron tanto al Rey que los enmarcó y colocó en su cuarto del palacio de Aranjuez. En Madrid existe una calle con su nombre.