El próximo jueves 17 de agosto se llevará a cabo la presentación de la novela ‘Calles de Barro’ de la poeta extremeña, Encarna Jiménez de la Cruz. Un trabajo que llevará para esa fecha 8 meses en la calle, pero que hasta entonces no ha podido ser oficial. Para Encarna es un trabajo del que se siente muy orgullosa, “después de mucho esperar llegó a mis manos mi última criatura por ahora, es una niña, una novela. Espero que me la aceptéis con entusiasmo que es como yo la he escrito para darla a conocer. Estoy contenta con mi nuevo libro”. Al tiempo que se ofrece hacerla llegar a toda persona que contacte con ella. También está a disposición en la Librería – Estanco Ernesto Bazo.

SINOPSIS
La señorita Barnet llega a su nuevo destino llena de ilusión a ejercer su profesión de magisterio, pero pronto se da cuenta de que entre la burguesía de aquel nuevo pueblo no acaba de encajar. Las ricachonas del lugar, no dejan de verla como una asalariada que tiene que desempeñar su trabajo para subsistir, aunque en realidad tiene más cultura que aquellas damas peripuestas y engreídas. Entre la plebe, tampoco encaja, ella es mucho más culta que aquella gente sencilla y no encuentra con quien relacionarse fácilmente; poco a poco va estrechando una relación, primero profesional y más tarde personal con el sacerdote, hombre este, culto maduro y atractivo que no tarda en verse atraída por él, ya que es con la única persona que comparte aficiones y la única que la escucha y entiende. Ambos comienzan una peligrosa aventura, se ven atrapados en una espiral de pasión, dudas e incertidumbres que llevará a la maestra sobre todo, a una oscura encrucijada donde su honor se verá manchado en aquel sencillo pueblo de calles de barro. Esta situación la empujará, llevada por los falsos puritanismos de la época, la inquisidora sociedad y la maldad de doña Macrina -la madre- a tomar una difícil y trágica decisión que la marcará para siempre.

Su autora
Encarna nació en Ribera del Fresno (Badajoz) el 19 de diciembre de 1951 en el seno de una familia de pastores. Según ella misma confiesa, su infancia fue la etapa más feliz de su vida. A ella hacen referencia la mayor parte de sus poemas en los que evoca los paisajes de su Extremadura natal. De niña su vida transcurría en el campo y apenas alcanzó a ir durante tres veranos a la escuela. Aunque el no tener estudios marcará su incursión en el mundo literario, esas pocas lecciones serán suficientes para despertar su curiosidad por la lectura, años más tarde, y desarrollar sus cualidades como poeta.

Con 14 años se marchó con unos familiares a Puigcerdá para trabajar como canguro aunque dos años más tarde regresaría a casa. Al alcanzar la mayoría de edad, Nicanor, su padre, uno de los hombres más importantes de su vida, murió repentinamente. Al poco tiempo Encarna se marchó a trabajar a Madrid como asistenta doméstica, oficio que ya nunca abandonaría. Un año después se trasladó junto a su madre, Fermina, y sus hermanos, María de los Ángeles, Rafael y Juan José, a Cataluña. Vivieron durante un tiempo en La Roca (Barcelona) pero acabaron fijando su residencia, hasta el día de hoy, en Granollers, una localidad cercana.

En los aproximadamente 30 años que lleva en activo como escritora ha participado enérgicamente en la vida cultural extremeña tanto dentro como fuera de ella a través de las asociaciones culturales extremeñas repartidas por toda Cataluña. Ha acudido a innumerables festivales de poesía y ha sido galardonada en varias ocasiones.

Juan Francisco Llano