“Un buzón de correos y una cabina de teléfono” (por Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura)


Hace unos días necesité un buzón de correos en Madrid para enviar un informe de un técnico a la Comunidad de Madrid que justificara que en casa de mi madre se habían hecho las reparaciones necesarias en el calentador, tal como establece la legislación vigente. ‘A franquiciar en destino’, se podía leer en la dirección. Salí a la calle y me topé con la realidad. Ya no hay buzones por todas partes. Nada contra CORREOS. Es lógico. Ya no hay cartas. Recordaba los lugares donde hace treinta años echaba las cartas a la que hoy sigue siendo mi compañera del proyecto de familia y de vida. Y cuando por fin encontré una oficina de CORREOS donde muy amablemente me recogieron mi carta, me estuve fijando en los que estábamos en la cola y nadie llevaba cartas. Las cartas ya no existen. O sí, pero ya son de otra manera.

De vuelta a casa recordé la cabina de teléfonos desde la que hablaba con María Luisa desde Valencia durante los años en los que trabajé allí. Una moneda de cien pesetas diarias nos unió desde la calle de Las Barcas. Valencia y Olivenza se acercaban cada noche desde una cabina de teléfono. No existían los móviles. Sólo existíamos nosotros.

Un buzón de correos y una cabina de teléfono han sido una parte muy importante de mi vida.

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