La vida es una sucesión de momentos. Y cada uno de ellos tiene sus voces. Llega un día en el que te levantas por la mañana y ya no están ellos ni sus voces. Pero unas cuantas veces al año vuelven. Y te alegra volver a oírlos y a escucharlos. Hoy estuve en Badajoz por la mañana. Quedé con varias personas para hablar y al llegar a casa en Olivenza como tantas veces y cerrar la puerta, oí una frase que me llenó de emoción: “¿Eres tú, papá?”.

Sí era yo, y me hubiera gustado decirle que lo repitiera unas cuantas veces para compensar todos aquellos momentos en los que cuando la puerta se cierra las voces de los hijos ya no están. Ellos están peleando en el mundo que les ha tocado vivir. Ojalá que no los defraudemos más y que todo el esfuerzo realizado les pueda servir.

Recuerdo a dos niños corriendo por casa,  llorando, riendo y jugando. Luego estudiando sin dejar de correr, de jugar, de llorar y de reír. Luego viendo a su padre en los carteles electorales sin saber muy bien qué quería decir todo aquello. Y pasó el tiempo y un buen día nos vimos frente a frente María Luisa y yo en el desayuno sin las carreras, los juegos, los llantos y las risas.

El mejor resumen de lo que representa la Navidad para las familias en las que el síndrome del nido vacío está muy presente, es una pregunta: “¿Eres tú, papá?”

FELIZ AÑO 2018 para todos y todas.

Guillermo