No entiendo.

Miro asombrada las noticias de cada día. La libertad se ha perdido entre la mala educación, el odio, la corrupción y la mentira. Queremos olvidar un pasado al cual sentamos a diario a la mesa. Hemos tratado de formar parte de un todo, queriendo ser independientes y gobernantes de nada. Odiamos dictaduras, sin saber que la mayor de ellas es la intolerancia, el desacuerdo y el desentendimiento a cambio del poder y la codicia.

Protegemos a la infancia, haciéndola impune y criamos a niños que matan, roban, violan y pasan por encima de cualquier autoridad. Buscamos amor y encontramos violencia, maltrato, muerte. Construimos seguridad y nos acecha el miedo como un lobo esperando a su presa.

Abrimos el corazón a religiones, y llegó el fanatismo y con él el terror. Normalizamos la diversidad y se dio paso al “yo mejor, yo más”.

No sé dónde nos llevará este frenético viaje llamado “vida”, bonito, único, del cual no se debe desperdiciar ningún segundo, pues ya no vuelven más. Pero me da miedo que por querer avanzar con él, a su ritmo, se pierdan herramientas necesarias que den forma a esa libertad por la que todos tanto luchamos.

Recordemos, la libertad no es el poder de hacer lo que queremos, sino el derecho de ser capaces de hacer lo que debemos.