El pasado viernes se llevó a cabo en el Auditorio Municipal de Ribera del Fresno la presentación del libro ‘25 de marzo de 1936’ a cargo de su autor Víctor Chamorro. Una presentación en la que sería presentado a su vez el escritor por Antonio Fernández, miembro de la Asociación Cultural ‘Pedro de Olmos’, organizadores del acto.

Fernández daría la bienvenida a las más de 200 personas que se acercaron al acto “en un día complicado con el fútbol que ha acabado hace unos minutos”. Y apuntaba, “para mí este es un día de reencuentros, este acto surgió hace apenas un mes cuando nos propuso Manuel Cañada traer a Víctor Chamorro y Pedro Polo con la gente de la Asociación ‘25 de marzo’ para representar la obra, al mismo tiempo que presentar el libro”. Después de 11 años, y tras presentar en aquel entonces su ‘Érase una vez… Extremadura’, Víctor Chamorro volvía a Ribera del Fresno por segunda vez, hoy ya con la condecoración de Medalla de Extremadura.

Víctor Chamorro se mostró muy agradecido por la invitación, “y encantado de encontrarme en este pueblo al que vine hace once años”, de este modo daría comienzo su intervención con un, “Extremadura nació geológicamente segregada, al norte el pizarral de las Hurdes, al sur Sierra Morena, al este la Siberia y al oeste la Raya”.

Haría una amplia exposición de cómo, “Extremadura que no tuvo a lo largo de su historia ningún Camino Real, tuvo las veredas, cordeles y las cañadas mejores de la Europa ganadera, todo porque los Reyes Católicos dijeron que la lana era la principal sustancia de sus reinos. Y se preparó a Extremadura como corral de invierno de los llamados mesteños que pertenecían a la nobleza laica y religiosa, en total unos seis millones de cabezas venían a Extremadura a pasar el invierno y la otoñada y luego subían hasta los altos picachos de León buscando las hierbas frescas. En estas largas trashumancia los pastores utilizaban el ramoneo, cortaban las ramas tiernas de los árboles para que comiera el ganado y provocan incendios pavorosos que tardaban días y meses en consumirse para que a la vuelta de la trashumancia tuviesen pastos donde antes hubo arbolado, toda la tierra extremeña estaba en poquísimas manos”.

Bajo este panorama que retrata Chamorro, cuenta que en los años treinta los terratenientes estaban aterrados porque tras el 25 de marzo del 36 les ha resultado demasiado fácil a la mano obrera, “y si aquello se contagia, los terratenientes de Castilla y los terratenientes de Andalucía pueden ver como en un par de días Castilla y Andalucía dejan de pertenecer a su madre, entonces yo estoy convencido de que el 25 de marzo del 36 fue una concausa muy principal para que se anticipase el alzamiento porque intervino a través del Cardenal Segura la iglesia terrateniente, intervinieron los banqueros terratenientes, y le dijeron a Mola a Sanjurjo y a Franco que había que anticipar aquello para devolverles las tierras a sus justos propietarios y entonces llegamos al tercer acto de la obra, la venganza…” finaliza Víctor.

Teresa Fernández, desde la Asociación Pedro de Olmos, haría entrega de un obsequio: “Te traigo un obsequio en nombre de la Asociación. Cómo todo historiador debes documentarte bien y manejar muchos textos.

Por eso te regalamos este portadocumentos y espero que el primer documento que guardes en él sea esta copia del acta que se levantó el 25 de marzo en Ribera del Fresno”. Dando posteriormente lectura al acta en el cual el 25 de marzo se recogía la ocupación en Ribera del Fresno de las tierras por parte de los braceros y jornaleros de esta localidad pacense, “en memoria de todos ellos” finalizó Teresa.

Acto seguido daría comienzo la obra de teatro ’25 de marzo de 1936′ una adaptación sobre el texto del escritor extremeño Víctor Chamorro y que representaron un elenco de SienTeTeatro y en el montaje de Suripanta. La misma que está inspirada en esa fecha histórica, un evento en el que ha colaborado Izquierda Unida y Ayuntamiento de Ribera del Fresno.

Para el director de la obra, Pedro Rodríguez Polo, “Fuimos a las cosas más importantes que cuenta Víctor y sin traicionar ese espíritu de contar la historia como él la ve, en eso nos centramos, al final esto del teatro hasta que no ves la reacción del público y el trabajo terminado no dices, pues sí he acertado o no”. A lo que añade que, “La verdad que partíamos de teatro aficionado, no había ni un duro, hablábamos de una revuelta jornalera campesina y teníamos que buscar algo muy concreto que nos llevara a esa escala social, había un carro de labranza de los años treinta y tanto y es el que pusimos en el escenario para representar todo el movimiento campesino que tiene esas dos connotaciones, que se relaciona con las labores agrícolas y un carro en movimiento eso es lo que centramos toda la acción. En algunos momentos estaba cubierto con una tela para simular la casa del marqués de los siete lugares… todo giraba en torno al carro a las ocupaciones y los jornaleros y reuniones en las casas del pueblo, ocupación y el festejo de esa ocupación lo hacen entorno a él o como tribuna de oradores”.

De este modo concluye Polo, “el formato que se dio el otro día en Ribera es el mejor formato para dar a conocer este hecho y a continuación el espectáculo basado en este hecho”.

Fotos de José Domingo Rodríguez Fernández

Juan Francisco Llano