La enfermedad del Alzheimer es una demencia caracterizada por el deterioro progresivo de las capacidades cognitivas y, por tanto, por alteraciones cada vez más graves del pensamiento, el aprendizaje y el razonamiento. La pérdida de memoria y la desorientación son de los síntomas más comunes de las primeras fases, a los que se suman en fases más avanzadas trastornos de la conducta y la personalidad. Esta enfermedad toma su nombre del neurólogo alemán Alois Alzheimer, quien en 1907 descubrió una serie de lesiones cerebrales en el cadáver de un enfermo de demencia al hacerle la autopsia.

Estamos en un momento en el que la incidencia de la enfermedad está aumentando como consecuencia del progresivo envejecimiento de la población, constituyendo un problema de alcance mundial. La lucha contra el Alzheimer es un desafío planteado internacionalmente, con unos objetivos comunes basados en “incrementar los recursos para atender a las personas con demencia y a sus familias, en mejorar la formación de los cuidadores y en estimular la investigación, a pesar de que se ha avanzado mucho en comprender cómo se produce y cuáles son sus síntomas.

Las causas son diversas, se relaciona con la mutación de distintos genes, el envejecimiento, los antecedentes familiares, un bajo nivel de estudios, haber padecido traumatismo encefálico grave, etc. No obstante, aunque la enfermedad se empieza a manifestar a los 50 o los 60 años, se empieza a engendrar en el cerebro cuando este órgano completa su maduración hacia los 20 años. Por lo tanto, la enfermedad se mantiene silenciosa durante varias décadas.

En un día tan importante como este, me gustaría decir que sería de gran interés para los científicos saber cómo poder actuar durante este tiempo para así evitar que se manifieste la dolencia o, al menos, para intentar retrasarla el mayor tiempo posible. Hacen falta más inversiones para proyectos de investigación que estudien las familias con antecedentes de esta enfermedad con el fin de identificar a los posibles afectados futuros e intervenir con la suficiente antelación.

Hasta ahora, y es importante que lo sepan los lectores, los factores preventivos más importantes siguen siendo los hábitos sanos de vida, el ejercicio y una dieta sana y el mantenimiento de la actividad intelectual.