Un millonario avariento, un criado avispado, un hijo medio lelo y enamorado y un par de profesionales de la usura… o de la banca, que viene a ser casi lo mismo, pretenden llevarse un botín que va pasando de mano en mano, como la falsa moneda. Y entre tramas inmobiliarias, llaves de cajas A y de cajas B, compraventas, intereses económicos y… fantasmas, terribles fantasmas… todo puede ocurrir, todo puede pasar… ¿En qué bolsillo aparecerá el dinero? ¿Existen los fantasmas? ¿Son fantasmas las personas que aparecen en los papeles de la contabilidad?

La Mostellaria o Comedia del fantasma es una pieza de caracteres (al más puro estilo de Teofrasto) que juega al enredo de situaciones a través de unos personajes muy dinámicos y bien construidos. Plauto desarrolla un argumento sencillo, pero con mucha astucia y pericia en su forma de concebir la carpintería teatral. El embrollo adquiere dimensiones colosales y se resuelve finalmente cuando todos, el padre el primero, reconocen que la mentira se oculta tras las fachadas de virtud o valentía heroica que ostentan.

Teofrasto da lugar a una pieza que, si bien el tiempo ha hecho que pudiera envejecer, nos permite acercarnos a ella desde una mirada respetuosa y cariñosa, pero cercana, próxima al presente que nos toca vivir. Una mirada que nos permita entender a Plauto, a los grecolatinos, pero sobre todo que nos permita reírnos de nosotros mismos para entendernos.

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