Bien lo dicen los integrantes del grupo Pelujáncanu, que se definen como cinco locos del folk universal que se han visto unidos en torno al folk extremeño, porque toda esa locura y pasión por la música han sabido transmitirla sobre el escenario de la Torre Lucía, en la segunda noche del Festival Internacional Folk Plasencia. El público ha podido disfrutar de canciones tan nuestras como “esta noche ha llovío, mañana hay barro”, “ya se van los pastores a la Extremadura” o El Pollo, que todos han podido tararear y bailar. Temas conocidos y reconocidos por los asistentes, además, con un toque particular, gracias a los arreglos del grupo y a la flauta, la mandolina y la percusión.

El público fue entusiasmándose mientras se sumaban temas, la temperatura del aire comenzó a bajar y quedó una hermosa noche azulada, con una luna redonda moviéndose lentamente sobre la muralla medieval de Plasencia.
Hubo tiempo para las anécdotas, para las presentaciones, para los agradecimientos y hasta para explicar la historia del personaje de leyenda que da origen al nombre del grupo, Pelujáncanu. Un repertorio tradicional que ofreció un recorrido por toda Extremadura, desde Montehermoso o los pueblos de La Vera hasta Arroyo de la Luz.
“Otra, otra, otra”, el público pedía alargar la actuación de los primeros extremeños que participan en esta edición 23 del Festival Internacional Folk Plasencia.

Después el enorme escenario del festival se llenó con el gaitero y flautista Oscar Ibáñez & Tribo, una tribu formada por unos músicos entusiastas: guitarrista, violista, bajista, acordeón y xilófono. Un espectáculo con sonidos característicos del folk, pero ritmos tan variados que alguno procedía de Brasil o Los Andes y el público pudo comprobar que Oscar Ibáñez es todo un gaitero con alma de rockero, además de un “showman” sobre el escenario.

En varios de los temas participaron, además, los miembros de Nivaria, de Valladolid, un grupo de gaiteros, dirigidos por Germán Ruiz, entre los que se encontraba Rubén Bejarano, un joven músico placentino. Fue la sorpresa de la noche y la alegría no decayó en ningún momento. Los bailes y las palmas sincronizadas con los ritmos del escenario acrecentaron aún más el espectáculo. Al finalizar, los artistas confesaron que este concierto los marcó y que algún día recordarán “el año que tocamos en Plasencia”, porque la energía fluía de ambos sentidos, entre público y artistas.

El cierre de la noche correspondió al portugués António Zambujo, uno de los grandes músicos actuales que llevó al escenario bonitas canciones alentejanas, suaves melodías, fados y varios guiños que servían como juegos con el público, así comenzó un tema con la letra de Cielito Lindo, pero luego cambió a otra melodía, lo mismo hizo con su popular “Pica do 7” y hasta con aquel éxito de los años 80, “Life is life” de Opus, del que también dio varios acordes para después continuar con otra canción.

António Zambujo lleva varios años en una carrera vertiginosa, especialmente desde 2015 cuando comenzó el año en París y en 12 días ofreció 13 conciertos y llegó a ser el Nº1 en los Top World Music de iTunes Francia. No se ha bajado de los escenarios desde entonces y continúa con tanto éxito que podemos asegurar que en algunos años muchos recordarán el día que António Zambujo tocó en Plasencia en una actuación gratis para el público.
Zanbujo fusiona el cante alentejano, del que bebió desde niño en su Beja portuguesa,con jazz o bossanova y otras melodías.