Echar la vista atrás y ver que todo parecía normal, sin embargo, la realidad se presentaba para quedarse el pasado fin de semana. Estado de alarma, cifras vertiginosas de afectados, servicios sanitarios y de limpieza desbordados, supermercados vacíos, farmacias sin productos para paliar este virus. A pesar de ello, la ciudadanía sale todas las tardes a sus balcones en agradecimiento a todas las personas que están luchando contra esta pandemia llamada Coronavirus.

Las noticias sobre el COVID-19 ocupan toda la programación de los medios de comunicación. A su vez, internet se llena de bulos sobre este contagio: Audios, vídeos, informaciones e iniciativas solidarias que resultan tener otra finalidad que no es la de ayudar. Esto es solo una minoría, ya que las empresas telefónicas, textiles, metalúrgicas y restaurantes se han puesto a disposición del Gobierno para poder ofrecer todo lo que esté de su mano. Además, cantantes, humoristas, influencers y todo el panorama que forma parte de las redes sociales ha creado un horario para entretener a la población en estos días de encierro.

En medio del caos que está suponiendo esta situación, nos encontramos con una ciudadanía solidaria, empática con las personas más vulnerables, sin perder el humor en ningún momento. Esta guerra de salubridad está sacando lo mejor y peor de cada persona, quizás siendo una “bofetada de humildad” para todos. Pueden resultar dolorosas estas palabras, pero en ciertas ocasiones hemos desvalorado inconscientemente acciones cotidianas que tanto añoramos en estos momentos. Es duro levantarse un día tras otro y ver coartada la libertad de no poder salir del escalón de tu casa, pero todos lo hacemos para velar por la salud del país. Esta lucha nos pertenece y saldremos adelante. Cogeremos con más ganas la próxima reunión con amigos, hacer deporte al aire libre, viajar sin prisas y apreciando cada minuto que se disfrute.

En estos momentos no existen colores en el Gobierno, todos los partidos están demostrando su apoyo unánime al presidente Pedro Sánchez. En Madrid, se han abierto hoteles medicalizados para afrontar la avalancha de personas enfermas que se esperan el próximo fin de semana. En Barcelona se están adaptando antiguas escuelas de enfermería “para lo que viene”. Está todo a punto para que no nos pille desprevenidos en está situación que por momentos parece que se nos escapa de las manos, aunque rápidamente se ve reforzada por la sanidad pública que tanto enorgullece al pueblo español. Los autónomos han manifestado su enfado ante las medidas económicas que se han tomado y ya se está estudiando mejorar estas ayudas.

No nos centremos solo en las personas que estamos en casa sin salir, ni en el trabajo, finalmente todo pasará y volveremos a las andadas. Ahora toca apoyar a pacientes que están sufriendo las causas de este virus, como es la iniciativa de mandarles cartas para demostrar que se puede y sacar una sonrisa, aunque parezca imposible. Un aplauso a los arrendatarios que están perdonando el pago mensual de los hogares, a los cantantes que están ofreciendo conciertos gratuitos desde casa, a los autores que recitan sus libros en directo, a las clases de pintura y a la ciudadanía española.

Es momento de reflexionar, echar la vista atrás, ver qué queremos que siga presente en nuestras vidas, salir a comernos el mundo y así, demostrar la unidad de la población ante “este maldito virus”. Como decía el actor Charles Chaplin “no hay nada permanente en este malvado mundo, ni si quiera nuestros problemas”.

Celia Picón