Levantarse con más de 700 muertes, miles de afectados y casi veinte días confinados no ayuda a levantar la cabeza en estos instantes. Pero visualicemos otros aspectos, como es el cantar de los pájaros que tanto relaja y el de los animales tomando las calles del mundo en estos momentos de crisis sanitaria. Estos escenarios, que actualmente han vuelto, se dejaron atrás hace más de dos décadas en las grandes ciudades ya que prima la rutina diaria compuesta por estrés y más actividades que horas tiene el día.

Pensamos diariamente qué haremos cuando finalice esta “pesadilla” de la que parece que nunca despertamos, también nos cuestionamos si beneficiará esta pandemia al cambio climático, ya que las grandes ciudades, donde se concentraban millones de coches circulando por ellas, están descongestionadas. El desafío entre humanos y la Tierra estaba presente antes de que se produjera esta catástrofe y seguirá, pero quizás con mayor ventaja para mejorar el medio ambiente que hasta hace unos meses luchaba a contracorriente.

Paralización de coches, industrias, desechos de residuos en las calles, ríos, mares, reducción de vuelos… son algunas de las acciones que contribuyen a fomentar la contaminación y que momentáneamente se han visto frenadas por causas mayores. Con la pandemia, ha llegado la disminución de la movilidad humana, y con ello el aumento del consumo de series, que está haciendo más ameno el confinamiento.

“La capa de ozono se está recuperando” frase que saltaba en los medios hace más de una semana, noticias que transmiten positividad. Hemos necesitado que este desastre llamado Coronavirus llegase, para que mejorara el medio ambiente. “No sabes lo que tienes hasta que los pierdes”, frase que más de uno y una habrá pensado en estos días, pero que deberíamos aplicarla al cambio climático que necesitamos para poder seguir viviendo sin necesidad de estar en deuda con la Tierra.

Joaquín Araújo, escritor y naturalista, explica en una de sus entrevistas que “por desgracia no sabemos del todo qué es la vida, pero cuando se vive en contacto con animales, plantas, amanecer… te das cuenta de que estos mudos y silenciados seres vivos saben vivir, y los sabios no”. Esta reflexión refleja nuestra insatisfacción constante de la vida, siempre queremos más, sin mirar qué puede afectar a los demás. En estos momentos debemos permanecer en casa por el bien de la humanidad, pero una vez superemos esta pandemia, tenemos que luchar por el Planeta que lo solicita a voces.

Celia Picón