El 11 de mayo comenzaba la fase 1 de la desescalada y a lo largo de esta semana dábamos la bienvenida a la apertura de parques, iglesias y tiendas que tanto ansiábamos asistir. El Gobierno y los medios de comunicación se han encargado de difundir las medidas que hay que llevar a cabo durante esta fase, pero aún parece que hay personas que no se han enterado.

Aunque una minoría de la ciudadanía cumple con las normas, lo cierto es que hemos empezado a cometer numerosas infracciones: Jóvenes y adultos caminan en grandes grupos por la calle sin protección y sin establecer una distancia, hay más gente de lo permitido en muchas de las terrazas, personas que no forman parte del mismo hogar y que mantienen contacto directo… Como resultado, el número de contagiados no para de aumentar, alcanzando la cifra más alta desde que esta nueva etapa empezara con 549 positivos por Coronavirus en España.

El inicio de la desescalada es fruto del esfuerzo que hemos realizado durante el confinamiento, pero este hecho no significa que estemos saliendo del COVID-19, sino con él y por ende debemos extremar la seguridad de todos, ya que afecta globalmente. Cuando comenzó el confinamiento parecía que no lo lograríamos, nos habían cortado las alas de la libertad, pero ahora que ya podemos comenzar a disfrutar de ella, seamos solidarios y actuemos correctamente.

En estos momentos la responsabilidad recae en nosotros. Aún no hay vacuna y por eso debemos actuar con prudencia, por los más vulnerables y por todo el personal que está dejándose la piel día a día por la ciudadanía.  Homenajeemos al personal sanitario, siguiendo los pasos que nos indiquen y no aplaudiéndoles a las ocho de la tarde. Actuemos bien y no intentemos aparentar que lo hacemos correctamente.

El futuro de esta pandemia está en nuestras manos hasta lograr la invención de la vacuna. Es momento de aprender de los errores y actuar a tiempo, de dejar a un lado la política y mirar por el bien común. No hay colores, ni banderas, sino vidas. Todos queremos volver al pasado más cercano que se basaba en viajes, disfrute de la amistad y simplemente saborear libertad, pero no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. España, aguanta.

Celia Picón