El fontanés José Luis Guerrero Quiñones ha hecho de la filosofía su forma de ser y estar en el mundo: “La filosofía nos enseña a pensar, a ser críticos con lo que nos rodea y con nosotros mismos, nos enseña a ver y valorar la misma cosa desde distintos puntos de vista, a afrontar los problemas de la vida. La filosofía en definitiva nos enseña a vivir”

Actualmente, ejerce la docencia en el Ies. “Jaranda” de Jarandilla de la Vera (Cáceres), teletrabajando claro; mientras sigue desarrollando a distancia un Doctorado sobre Bioética y Eutanasia en la Oxford Brookes University (Inglaterra).  Además , es autor de un libro de relatos, “Instantes”, autopublicado en el 2016 en la plataforma Nubeteca ( de la Diputación pacense y la Fundación Germán Sánchez Ruipérez ), y continúa escribiendo artículos para La Gaceta Independiente.

C: Como expones en el artículo “Nada Mejor que Hacer“ , publicado en la edición en papel de Mayo de La Gaceta Independiente, la cuarentena nos ha puesto más que nunca frente a nosotros mismos, como en un espejo del que no puedes escapar. Inevitablemente, este tiempo nos ha hecho reflexionar sobre nuestras vidas, sobre lo que nos gusta o no de ellas, lo que deberíamos cambiar … Y ha puesto de manifiesto la necesidad de la Cultura para sobrevivir, el valor de la música para compartir emociones, de la literatura, … Si la filosofía,como tú sostienes, nos ayuda a vivir: ¿ Ha servido el confinamiento para ponerla en valor?

JL:  La cuarentena, efectivamente y como expongo en el artículo que has citado, nos ha puesto delante de nosotros mismos,  algo que ese mundo de prisas y estrés constante, de querer ocupar todo el tiempo con cosas, no nos permitía hacer. En este contexto, la filosofía aporta una herramienta esencial, que es la capacidad de detenernos a contemplar lo que pasa, y lo que nos pasa , mirar a nuestro alrededor y al mundo con una mirada diferente.

C: Pues, en consecuencia, lo que ha quedado patente es que no estamos acostumbrados a este ejercicio contemplativo, de hecho ha sido un choque para mucha gente, que incluso ha sentido ansiedad, o tristeza …

JL.: Esto que planteas hay que matizarlo. Es cierto que mucha gente no lo habrá llevado a bien pero, no porque no sean capaces de estar a solas consigo. Hay circunstancias que han pesado: El tipo de vivienda en el que has tenido que estar confinado, circunstancias familiares o sociales, la obligación de tener que ir a trabajar aunque no te guste lo que que haces… estamos muy condicionados por las circunstancias de cada uno.  Otra cosa es la pereza, la desidia de no querer pararnos para dialogar con nosotros mismos, para ver lo que realmente merece la pena. Yo invito a que nos paremos, a que hagamos ese diálogo con nosotros para saber quienes somos, y quiénes queremos llegar a ser.

C: Es cierto que también hay gente a las que el confinamiento les ha resultado útil. Todas esas personas que ahora han tenido tiempo para disfrutar con la familia, o que han empezado a desarrollar habilidades, como tocar un instrumento o escribir por ejemplo, esas cosas que le  hacen sentir bien , y que antes no hacían por falta de tiempo, por tener la cabeza en otras cosas… Esa gente que no quiere volver a sus vidas de antes… Cierta corriente psicológica llama a esto “el síndrome de la cabaña”.

JL: No es ningún síndrome, no es un trastorno mental. Es, como como escribía recientemente Isaac Rosa en un artículo, “ no querer volver a tu mierda de vida de antes”.  Lo que pasa es que esto no interesa al sistema, al neocapitalismo que vivimos, en el que tenemos que ser productivos sí o sí durante todo el día , todo el tiempo. Y, si no entras en este juego, te intenta culpabilizar, provocar que te sientas mal, . Es una falacia, una trampa. Es como esa corriente de pensamiento actual que dicta que hay que estar bien todo el tiempo, que te hace responsable solo a tí de todo lo malo que te pase. Esto es falso, y peligroso. Todos pasamos por circunstancias adversas que nos vienen, de las que nos somos responsables. Lo que hay que hacer es afrontarla, gestionarlas bien.

C: En tu libro “Instantes”, presentas una serie de historias en las que los personajes, ante distintas situaciones,  tienen siempre la libertad de elegir cómo afrontarlas, buscarles un sentido desde una actitud optimista . ¿Sigues pensando igual?

JL: No, he ido cambiando este planteamiento…  Como te comentaba antes, el individuo es responsable de parte de lo que le ocurre, pero las circunstancias son muy poderosas. Hay personas que sí, ante una situación dura, tienen ese recurso de saber afrontarla, de elegir cómo superarla.  Pero reconozcamos que hay otras personas que no tuvieron ni la posibilidad de adquirir esa habilidad, de poder usar ese recurso.  Es algo que forma parte de una buena educación emocional.  Y ya sabemos que , en educación emocional, nuestro sistema educativo anda en pañales. Como el menosprecio de las humanidades, que al fin y al cabo, son las que nos construyen como personas.

C: Estás desarrollando un Doctorado sobre Bioética y Eutanasia. ¿ Por qué este campo de estudio?

JL: Siempre me ha interesado la Muerte, como algo ligado a la vida, y a la que no damos la misma importancia. Hay que saber vivir… Nos centramos en esto, pero también hay que aceptar y saber morir. Y siempre me he preguntado por qué tenemos tanto miedo a la muerte, qué es lo que hace mala a la muerte. Y esto me llevó al campo de la bioética, donde lo filosófico y lo médico se unen.

Pienso que en occidente, hemos sacado a la muerte de nuestras vidas, la hemos medicalizado en exceso, primando lo biológico, el seguir vivos como sea. Como si estar vivos fuese sólo respirar, es algo más profundo. Tenemos que aprender a mirar cara a cara a la muerte, encontrarle su sentido.

C: Se habla mucho de cómo debe ser la sociedad, nosotros mismos después de la pandemia, de los cambios necesarios que hay que afrontar para construir un mundo mejor …

JL:  Soy muy escéptico en esto … Yo no sé si el individuo realmente va a hacer esos cambios necesarios, tengo mis dudas.  Pero bien es cierto que hemos visto prácticas maravillosas de solidaridad y apoyo mutuo. Esta pandemia nos ha enseñado, o al menos mostrado,  que sólo juntos, de forma solidaria, podemos construir una sociedad mejor, que tenemos que ser capaces de apoyarnos en los otros, y remar en una sola dirección.

C: Al hilo de esas muestras de trabajo solidario, pienso en los sanitarios, por ejemplo. ¿ Qué te parece que se les conceda, a los sanitarios que han estado en primera línea de lucha frente al virus, el Premio Princesa de Asturias de la Concordia?

JL: Premiar a los sanitarios no deja de ser un símbolo que , a efectos prácticos, no incide directamente en su trabajo del día a día. Lo importante y necesario sería dignificar sus condiciones vitales y laborales. Y las de otros colectivos, muchos también cercanos a esa lucha, y que siguen en condiciones precarias.

Concha Llamazares