¿Qué son las redes sociales, tan en boga hoy en día, más que un desesperado intento por observarnos desde fuera, darle forma a nuestro propio ser y mostrarnos (con filtros) al mundo y, por extensión, a nosotros mismos? ¿Necesitamos vernos para creernos? ¿Somos víctimas de nuestra propia imagen y semejanza? Quizá sí. Pero, tranquilos, tampoco es nada nuevo.
Todo esto ya lo sabía Molière desde mucho antes que Instagram nos atrapara en sus seductores brazos. Por eso rescató el divertido enredo inventado por Plauto siglos antes y reescribió, con todo su talento, Anfitrión, una historia de seres duplicados que viven la asombrosa paradoja de verse de piel hacia fuera. A
hora nosotros volvemos a retomar el asunto, nos lanzamos a poner en pie una función que mezcla lo divino y lo humano, las pasiones y los odios, las infidelidades y los deseos, las risas y algún que otro sentimiento con el sano propósito de entretener. Pasen y vean, el mayor espectáculo del mundo va a comenzar.
Claro que, quizá, en la pista, se encuentren a sí mismos, ¿están preparados?
Juan Carlos Rubio
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