El mes de marzo comenzaba, pero sin saber lo que llegaba, el 16 de este mes empezaba el confinamiento, anunciaban y determinaban lo que nadie quería escuchar: “estamos ante una pandemia mundial”, esta crisis sanitaria llegó para instalarse hasta una fecha indefinida. Momentos duros, ya que los sanitarios estaban desbordados en los hospitales y desconsolados como todos los humanos que habitan en la tierra, gran parte del país sufrían ERTES y los jóvenes veían interrumpidos sus estudios. Todo parecía que no se superaría, que de esta no saldríamos, pero somos más fuertes de los que pensamos, hemos superado un confinamiento absoluto de dos meses y estamos llevando a cabo una desescalada de camino hacia la nueva normalidad.

Este suceso no solo tiene aspectos negativos, de todo se puede aprender. Hemos vivido una superación en el ámbito tecnológico que va agarrado de la mano del mundo laboral, es un hecho que se pedía a gritos, estábamos detrás de muchos países en el teletrabajo. Las medidas de higiene que hoy llevamos a cabo en restaurantes y tiendas deberían instalarse para siempre, ya que son medidas preventivas antes cualquier virus. A muchos estar horas ilimitadas en casa nos ha ayudado a encontrar nuestras aficiones e incluso a llevar mejor la soledad que a veces tememos.

La nueva normalidad parece asemejarse al plan de desescalada, deberemos llevar a cabo las medidas que se indiquen, si queremos convivir con el virus y no sufrir un rebrote como el que hace tres meses afectó a gran parte del país. Esta situación tenemos que aceptarla y ponerla en marcha lo antes posible hasta encontrar la vacuna. De hacer lo contrario volveremos a la misma situación de estos meses atrás, no nos conviene, los sanitarios no aguantarían, la economía se hundiría más de lo que está y saborearíamos la miseria.

Una vez pasada esta revolución sanitaria, ha comenzado una lucha constante en el Parlamento. Derecha e izquierda enfrentada constantemente, pendiente de demostrar quien lleva más razón y sin pensar en una conversación dejando a un lado la ideología, en proponer soluciones que la ciudadanía está esperando. Como dijo Felipe González hace unas semanas: “Necesitamos una actitud de diálogo y entendimiento permanente sin menospreciar a nadie”.

Celia Picón