Una semana desde que llegara la nueva normalidad con ella la “madridfobia”, los ciudadanos del interior que se movilizan a la costa, extranjeros que visitan España, datos con los que ya contábamos. Alarmismo en España por los rebrotes -aunque parece que no somos conscientes de que seguimos conviviendo con el virus, que esta realidad no es la de antes y que ahora debemos cumplir las medidas impuestas para combatirlo- pero hasta el momento que no se consiga la vacuna esta será la nueva situación rutinaria, aceptémoslo.

Todos y todas contribuimos a la crítica del error, no pasamos ni una, pero para ello deberíamos predicar con el ejemplo. Estos días se ha producido un rechazo hacia los madrileños y a las personas que visitarán España, pero esta es la única forma de mantener la economía del país, ya que nuestro mayor sustento es el turismo. El problema no es la movilización de la ciudadanía, sino la imprudencia de todos día a día.

Los rebrotes en gran parte de Europa están controlados, pero en otros lugares del mundo se está produciendo un descontrol vertiginoso. Estos sucesos algunos los vivimos desde lejos y otros con cierto nerviosismo, por eso sería conveniente que todos los países tomaran las mismas medidas en el ámbito sanitario. En este momento no debemos mirar por uno mismo, sino por el bien de todos. Debemos intentar no parar nuestra vida, pero sí el virus.

Todos queremos vivir como en la antigua normalidad, pero esa opción no existe. Reflexionemos, recapitulemos, pero no olvidemos lo vivido estos últimos tres meses. Si queremos continuar viendo a nuestros seres queridos, ir a un bar, hacer ejercicio en un parque o poder viajar deberemos cuidar estrictamente las medidas sanitarias impuestas. El miedo y la incertidumbre de lo que pasará cada día que amanezca no se puede apoderar de nosotros, actuemos con cautela.

Celia Picón