La demanda de recogida de muebles y enseres voluminosos en la provincia de Badajoz ha aumentado hasta un 42 por ciento en los últimos cuatro años y se ha acentuado en este 2020 tras el confinamiento.

El Consorcio de Gestión de Servicios Medioambientales de la Diputación de Badajoz, Promedio, recogió durante el año 2019 un total de 5.400 toneladas de enseres y voluminosos a través del servicio que opera en puntos limpios y zonas habilitadas en 154 municipios pacenses.

En total se tramitaron 2.421 recogidas de cajones y durante 2020 la tendencia sigue al alza. Durante el estado de alarma provocado por la Covid-19 este servicio se suspendió durante mes y medio y existen acumulaciones en puntos limpios que están obligando a redoblar esfuerzos por parte del personal del servicio, con sedes en Badajoz, Zafra y Castuera.

“Hay jornadas en las que se retiran hasta 13 cajas. Es como si el confinamiento hubiera despertado las ganas de renovar el mobiliario o reformar las viviendas”, subraya María Luisa Seguro, gerente de Promedio.

A mayor número de recogidas, mayor volumen de residuos retirados. En 2016 se trasladaron a los ecoparques 3.784 toneladas de estos residuos, en 2017 se superaban las 4.500 y en 2018 se alcanzaban las 4.800, teniendo en cuenta que, desde la primera fecha, las localidades han perdido 3.600 habitantes.

El acopio de los residuos se realiza en cajas contenedoras de 23 metros cúbicos ubicadas en puntos limpios o en ubicaciones valladas y vigiladas frente a actos vandálicos definidas por los ayuntamientos. En algunos casos se realiza “puerta a puerta”, cuando no es posible ejecutarlo en las condiciones anteriores.

Una vez completada la carga, el contenedor es sustituido por otro vacío y el material se traslada a los ecoparques de Badajoz, Mérida, Villanueva de la Serena y Talarrubias para su correspondiente tratamiento y reciclaje.

“Se trata de uno de los servicios que justificó el nacimiento del Consorcio hace 14 años. Está muy asentado, los usuarios se han acostumbrado a esta forma de deshacerse de sus residuos voluminosos y se han fidelizado. Cada vez es menos habitual ver muebles rotos en cunetas o campos”, indica María Luisa Seguro.

Sin embargo, siempre hay lugar para el incivismo y para los empeñados en romper el esfuerzo de la mayoría. Animales muertos, restos orgánicos o de poda, escombros, residuos peligrosos como el amianto, neumáticos o materiales de origen industrial acaban en estas cajas con demasiada frecuencia y deben ser retirados por operarios municipales antes de su transporte.

“Los ciudadanos deben saber que no vale todo, esto no es un cajón desastre. Si un vecino usa el contenedor de forma errónea, genera pérdidas de tiempo y de dinero en el servicio, desaparece esa eficiencia que se nos demanda a las administraciones en la actualidad. Y, además, pueden poner en peligro a los trabajadores y al medio ambiente”, destaca la gerente.

Los residuos admisibles en las cajas contenedoras comprenden desde mobiliario doméstico (sillones, puertas, cómodas, somieres, colchones, etc) hasta grandes electrodomésticos (lavadoras, frigoríficos u hornos, entre otros), pasando por pequeños aparatos eléctricos y electrónicos (televisores, ordenadores, herramientas de bricolaje, batidoras, tostadores…), si bien todos estos elementos electrónicos pueden tener cabida en otros espacios de un punto limpio de forma preferente si el municipio dispone de ello.

Nunca deben depositarse en los contenedores de enseres materiales como escombros, amianto, uralita, residuos orgánicos, sanitarios, cristalería, pinturas, aceites, bombillas, ruedas u otros residuos contaminantes o peligrosos.

Estos residuos deben tener un tratamiento adecuado por parte de gestores autorizados, por lo que se debe consultar en cada ayuntamiento las mejores opciones para deshacerse de ellos.