Carmen Ibarlucea es escritora, narradora oral especialista en cuentos de los cinco continentes, e imparte talleres de “ Iniciación a la Narración Oral “, “Los Objetivos de Desarrollo Sostenible en los Cuentos” o “Narración Oral en la Era Digital” , entre otros. Y todo lo que escribe, relata o emprende está vertebrado por un firme activismo en pro de los derechos humanos y los derechos de los animales.

Carmen ha superado un cáncer de mama y el pasado 19 de Octubre, coincidiendo con el Día Mundial de Lucha contra el Cáncer de Mama y el Día Mundial de las Escritoras, colgó en su muro público esta bellísima foto. “ No ha sido fácil , pero lo que cuenta es aceptar lo que te llega “, y en su caso, seguir viva para contarlo, para dar luz a quienes lo viven desde la oscuridad.

Concha Llamazares: Apareces sin un pecho, y con una sonrisa de pura alegría… Me resulta una imagen llena de vida, que puede servir de ayuda a otras mujeres que aún no han superado las secuelas psíquicas de una mastectomía, o que lo están viviendo como un tabú. Intuyo que, durante el proceso, has luchado por construir un discurso positivo, a pesar de todos los pesares…

Carmen Ibarlucea: A ver, claro que he querido construir algo positivo del dolor, pero la fortuna es que sigo viva para contarlo, no podemos olvidar a quienes dejan su vida en el camino. Pero sí, yo he escrito mucho entre quimio y quimio, escribir es un acto terapeútico. Estaba muy preocupada por la mastectomía, por cómo iba a encajar en mi vida el perder un pecho. Me preguntaba si iba a resultar algo traumático porque hay distintos tipos de cáncer, y el que yo he padecido no permite una reconstrucción mamaria inmediata. Requiere más tiempo, y que salga lo que sea .

Y como sentía que iba a ser un proceso largo a la par que difícil, me quedé en Cáceres ( yo vivía en el campo) , y aquí acudí a la Asociación Española de Lucha contra el Cáncer, donde me dieron un trato psicológico muy amoroso, me sentí muy bien acogida. Y aquí fue donde la psicóloga me dijo que escribiera una carta de adiós a mi pecho. Y, la noche antes de entrar en quirófano, escribí un poema en el que me despedí de él”.

C. LL.: Entiendo que lo has asumido

C.I.: Sí, lo tengo plenamente asumido, de esto hace ya un año y medio. Y vivo todo de forma más consciente. Voy por la calle sin prótesis, y oye, nadie me mira, y eso que en el otro pecho tengo una talla 100. Creo que si lo vives de forma natural, no hay que temer la mirada ajena. Es más, la discriminación está más veces en nuestra cabeza que en los ojos de los demás. Realmente, hay un doble discurso acerca de la femineidad, y hay más amor en los otros de lo que pensamos. Nunca he dejado de sentirme femenina, nadie me ha hecho sentir mal. Sólo echo de menos ponerme algunos vestidos, de momento …

C.LL.: Las palabras sanan, y educan. Ahí están tus “Diez Cuentos del Mundo que Ayudan a Educar(nos)” , un libro muy celebrado.

C.I.: Somos el único animal que se cuenta historias, relatos que sirven para comunicarnos con una profundidad que va mucho más allá del texto. Con la palabra llegamos al yo profundo de la personas. Por eso, tenemos que ser muy conscientes de cómo las usamos porque pueden sanar, pero también herir, o incitar al miedo o al odio…

C.LL:: Imagino entonces que no ve la televisión últimamente …

C.I.: Ja, ja, ja, .. No, gracias. Realmente, dejé de ver la televisión cuando decidí ser madre, y lo fuí muy joven. Entonces, yo leía mucho sobre cómo evolucionamos, cómo se desarrolla la creatividad. Y en muchas de esas lecturas, se recomendaba que los niños no vean las tele hasta los 3 años. Cuando mis hijos los cumplieron, decidimos introducirla de forma muy medida, pero resultó que ya no les apetecía verla.

C.LL.: Has pasado por Fuente del Maestre en varias ocasiones, recuerdo haber participado en un Taller de iniciación a la narración oral para docentes y madres, que se hizo en el Colegio público “Cruz Valero”, siendo Silverio Olmedo el Director. También te hemos tenido como narradora a través del Plan de Fomento de la Lectura “Un Libro es Un Amigo”, de la Diputación de Badajoz y la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. ¿ Recuerdas estas experiencias?.

C.I.: Claro que sí, fueron increíbles, y la del taller que apuntas fue muy divertida. Ese taller formó parte de un proyecto largo denominado “ La Llegada del Otro al Imaginario de la Infancia y la Adolescencia”, de la asociación Cultural TREMN y el Instituto Internacional del Teatro del Mediterráneo. Yo iba al Cruz Valero cada trimestre, y recuerdo que se hizo hasta un recibimiento a niños marroquíes, un encuentro maravilloso. Era un proyecto de fomento de la tolerancia , el no al racismo y la multiculturalidad.

C.LL.: Efectivamente, yo tenía a mi hijo escolarizado allí en esa época, y recuerdo muy bien la comida de bienvenida que se les brindó, la convivencia tan bonita que se creó, la apuesta por educar en el respeto a los derechos humanos que siempre caracterizó a Silverio Olmedo. Pero hablando de derechos humanos, y otras causas… Tú eres de esas personas que se mojan, hay muchos valores presentes en todo lo que haces. Ecofeminismo, tu lucha firme contra la tauromaquia, tus publicaciones sobre la situación de mujeres migrantes en las cárceles españolas…

C.I.: Sí, y lo manifiesto abiertamente. Yo, cuando me van a contratar, advierto que no soy una persona neutra. Entiendo que nuestra forma de estar en el mundo cambia la Historia.

C.LL: Un compromiso social que se ha puesto de manifiesto, por ejemplo, en aquel Taller de Arte y Pensamiento que durante años impartiste en el Centro Penitenciario de Badajoz. Una iniciativa por la que, en el 2008, recibiste el Premio “ Libertad ” de la Asociación de Derechos Humanos de Extremadura.

C.I.: Ese taller que mencionas es una de las mejores cosas que yo he hecho en mi vida. Allí recibí muchísimo afecto, calidad humana, y una capacidad de escucha que sobrepasa la media. O el espacio que tuve en el programa de Canal Extremadura Radio “El Sol Sale por el Oeste”, que en realidad fueron dos: El primero fue un espacio sobre cuentos, y luego vino otro sobre los derechos de los animales. A mí la vida me ha hecho muchos regalos.

C.LL: Vivimos en medio de una especie de Gran Hermano global, de saturación de imágenes e individuos pegados a sus pantallas… ¿ Necesitamos rehumanizarnos a través de la palabras?

C.I.: No, no creo que hayamos perdido esa humanidad. Las nuevas tecnologías están dejando a un lado a la televisión. Sobre todo la gente joven está muy activa en las redes. Y durante el confinamiento, hemos contactado, nos hemos contado cuentos y hasta hemos celebrado festivales de narración oral en abierto. Podemos crear redes para seguir en contacto, y sentir que no hay nada insignificante. Un aprendizaje de la cuarentena. Porque nos habían hecho creer que lo cotidiano no tiene relevancia, cuando es esa cotidianeidad lo que cambia el mundo, lo que importa de verdad: El cómo me visto, cómo preparo la comida en familia, o cómo hablo. En relación a esto último, el cómo hablo, tenemos que pensar que, durante miles y miles de años, sólo hemos hablado para media humanidad , hemos utilizado la expresión “los hombres” para meter a todo el mundo en el mismo saco. Y no es así. Tenemos que inventar algo nuevo que incluya a todas las personas , a todos los seres, independientemente de su sexo.

C.LL.: Tienes un acento muy dulce, eres oriunda de La Serena, Chile. ¿ Cómo llegaste a asentarte en Extremadura?

C.I.: Mi padre era un emigrante de Asturias, se enamoró y se casó en Chile, pero siempre quiso volver a su país, a sus raíces, Asique regresamos a España en 1.971. Yo tenía un negocio en Madrid , pero fracasó. Y esa ruina me trajo a Extremadura , en el año 2000. Fue Extremadura la que nos dió una oportunidad, y aquí sigo.

C.LL.: ¿ Tienes algún proyecto pendiente, y relegado por estos tiempos de pandemia que vivimos?

C.I.: Sí, la próxima semana semana sale a la luz mi nuevo libro, que se titula “Ese Silencio Exigente”, y que es un homenaje a tres figuras muy importantes para mí: Concepción Arenal, Carolina Coronado y Benito Pérez Galdós. El formato es relato breve dialogado, como Carolina Coronado que, después de ser madre, escribió mucho teatro. Y mi frustración es no poder presentarlo en Almendralejo, en su ciudad natal, que era mi sueño. Echo mucho de menos el calor del público, esa interacción, ese tú a tú que ningún streaming puede sustituir.

Concha Llamazares