La Merienda, el programa de radio sobre la actualidad del pop independiente, que conduce Agustín Fuentes, desde que arrancaba Canal Extremadura Radio en el año 2006, ha rebasado los 1500 programas en antena, por este motivo ha querido recopilar en un vinilo de color blanco, edición limitada de 300 unidades, las catorce sintonías que trece bandas nacionales más una internacional componían para el programa La Merienda, “El Tentempié Pop de Canal Extremadura Radio”.
 Las bandas que aparecen en el disco son, Band A Part, Guatafan, Capitán Sunrise, Detergente Líquido, Fônal, Cariño, Lentillas de Colores, Tampopo, Cristina Quesada, Fred Fredburguer, Malamute, The Yellow Melodies, Marcos y Molduras, Chavales. El vinilo ha sido masterizado por Carlos Hernández, productor de Los Planetas, La Habitación Roja, Viva Suecia, Carolina Durante, Deluxe y un largo etc.

Ya se puede reservar el vinilo en:

Big Cartel: https://lamerienda.bigcartel.com/product/sintonias-tentempie-pop

Bandcamp: https://meriendapop.bandcamp.com/album/sinton-as-tentempi-pop

Fecha de salida: febrero 2021

El Corazón por encima del algoritmo

El programa de radio “La Merienda” cumple 1500 ediciones y lo celebra con una compilación -editada en formato vinilo- en la que se recogen catorce sintonías realizadas para el programa, que no son jingles corporativos, sino una suculenta colección de canciones pop que representan a la perfección el espíritu del programa. – Por Félix García –

Para darle el valor que se merece a esta historia, no podemos quedarnos en lo cuantitativo, en la anecdótica y bonita cifra de 1500 retransmisiones de La Merienda. Miremos el panorama musical alternativo en España desde una perspectiva lejana, algo así como si fuéramos un explorador en la selva observando a una tribu de esas que viven aisladas.

Pecho en el pasto, codos flexionados, apuntamos con los prismáticos desde el otro lado del río y comenzamos a ver los movimientos que se dan a lo largo y ancho del poblado. En los dos extremos que separan a la aldea de la espesura, algunos indígenas -con esmero y tranquilidad- tallan troncos, cosen redes y modelan el barro mientras miran al cauce. Hay calma en la periferia.

Seguimos nuestro recorrido visual y aparecen carromatos destartalados que conducen hasta lo que parece ser el zoco. Allí, en el centro del burgo, encontramos muchos pequeños grupos de personas ajetreadas. Algunas cargan con piezas artesanales, otras exhiben su mercancía en pequeños puestos (algunos más ajados, otros con cierta estabilidad). Hay oradores subidos a peldaños de adobe que, en ocasiones, son vitoreados por fanáticos y en otras, apedreados por los mismos; gente que cierra trueques y otras que muestran la palma de la mano y se flexionan ante quienes visten las telas más caras.

A pesar de que no está al nivel de otros poblados que habitan más al norte, hay movimiento; está en vías de desarrollo esta España musical de la segunda década del siglo XXI, que ha visto perecer a cientos y cientos de pobladores pero que también ha podido coronar a numerosos reinas y reyes e idolatrar a distintos dioses en los últimos lustros.

Ahora echemos la vista atrás, no mucho, unos veinticinco años. Si pudiéramos viajar en el tiempo, lo que encontraríamos en el emplazamiento de la aldea, sería a no más de una docena de personas talando árboles y allanando el terreno. Y ahí estaba ya Agustín Fuentes, pero no en la parte central y capital de la futura urbe, sino en el margen más lejano, boscoso y oscuro. En ese espacio al que no llegan los caminos. Luchando contra sus propias plagas pero con los ojos puestos en lo que hacen los restantes once moradores del lugar y los oídos atentos a los que venía de otras aldeas lejanas.

Y fue el festival que él creó, en ese non plus ultra que es Alburquerque (Badajoz), una de las primeras chispas de esta nueva sociedad. Contempopranea se convirtió en el lugar de peregrinación y aprendizaje, el escaparate de menestrales locales y forasteros que en 2006 dio lugar a La Merienda: el tentempié pop de Canal Extremadura que satisfacía durante el resto del año al público del festival.
Agustín, como buen pionero, conserva a día de hoy las costumbres ancestrales que sentaron las bases de esta civilización. Busca entre la maleza de los medios especializados, se sumerge en los profundos ríos de etiquetas de catálogos de sellos y en sus pequeños afluentes (también llamados subgéneros) para encontrar piedras preciosas de extrema belleza musical. No hay algoritmos que valgan para este descubridor. Es el corazón de Fuentes el que dicta lo que suena y lo que no en La Merienda.

Y así es como ha alcanzado mantener la pureza, abrirse camino y conquistar a fieles seguidores dentro y fuera de nuestro país. Y así, también, es como ha conseguido que los catecúmenos montaran sus propias bandas siguiendo los principios de lo aprendido a través de las ondas. Band A Part, Guatafan, Capitán Sunrise, Detergente Líquido, Fônal, Cariño, Lentillas de Colores, Tampop, Cristina Quesada, Fred Fredburgues, Malamute, The Yellow Melodies, Marcos y Molduras o Chavales son buena muestra de ello y, con este disco, rinden tributo a esa especie de deidad indiepop que, si tuviera cara, sería la que dibujó Javier Aramburu para el logotipo de La Merienda.

Por último, miremos brevemente hacia adelante. Los mecenas dejarán de sustentar a los artesanos del barro para pasar a los del metal, y luego a los del mármol. Se tambalearán los tenderetes construidos en el mercado y arderán los templos más ornamentados. Con sus escombros construirán otros santuarios y el ciclo comenzará de nuevo. Mientras tanto, en los alrededores, algún lugareño estará luchando contra sus propias plagas y fraguando -con esmero y tranquilidad- el producto que todos querrán comprar en las próximas décadas.