Apenas hemos comenzado un año nuevo. Queriendo dejar atrás, tal vez el tiempo más triste y negro que muchos de nosotros vivimos.

Para mí este año ya pasado ha sido, como para muchos, un aprendizaje en el que las letras han sido mis mejores aliadas. Ellas me hicieron viajar y me abrieron una ventana llena de cariño y fraternidad.

He puesto el contador a cero. Ahora sé quién… Y quién no.

El mundo nunca había pensado que en un simple chasquido de dedos toda su estabilidad iba a colgar de un hilo, o que la enfermedad y la muerte iban a acecharlo de cerca, muy de cerca.

Hemos aprendido que la sociedad es resiliente y sabe adaptarse a situaciones inesperadas. Supimos organizarnos de modo que tras la primera sacudida y con un paso diferente, nuevas formas de educación, trabajo y negocios hicieran que todo volviera a ponerse más o menos en marcha.

Tomamos conciencia del mayor tesoro que podemos tener, nuestros mayores y su experiencia. Ellos abrieron caminos, ahora toca devolverles el favor cuidándolos, protegiéndolos, haciéndonos sus más fieles escuderos.

Pasamos meses confinados, privados de libertad buscamos una nueva versión de nosotros mismos. Teniendo como único punto de encuentro con los demás nuestros balcones. Fuimos todos uno, cada tarde a las ocho una fuente enérgica de aplausos se colaba en los corazones de quienes estaban al frente de la batalla.

Poco a poco la primavera, sin darnos cuenta, llegó. Tras ella el verano y esas dos palabras Nueva Normalidad que, en un principio, cuan niños en día de Reyes, la deseamos como el mayor de los regalos. Y como niños, poco a poco la fuimos dejando a un lado, haciendo que el tórrido verano derritiera recuerdos de hastío y muerte.

Contenidas, con las primeras voces de una posible vacuna como promesa para el año venidero, llegaron las nuevas restricciones y confinamientos. Todos echamos la culpa al otro.

Solo los más peques tomaron conciencia y su vuelta a las aulas nos hizo ver que no hace falta tener mucho bagaje para saber ser responsables.

Justo cuando todo estaba a punto de conseguirse llegaron los días negros y las noches blancas… El mundo se quiso llenar de cánticos celebrando… ¿Un nacimiento? Todos quisimos celebrar, tener un motivo de festejar, cantar y juntarnos sin temer al miedo. Siendo como somos, egoístas.

Ahora, apenas empezado este año, siento que todo esfuerzo ha sido en vano. El año que quedó atrás se perdió en la nada y el futuro no se llena de esperanza.

Se avecinan tiempos tristes…. ¿Qué nos deparará el mañana?

Sonia Bote

Foto portada: Christopher Sardegna