Durante los últimos días vemos como en diversas ciudades de nuestro país se celebran manifestaciones en contra del encarcelamiento de Pablo Hasel, un rapero que aparte de enaltecer al terrorismo e ir en contra de la monarquía tambien ha agredido a varias personas.

Las manifestaciones a favor de la libertad de expresión de este cantante terminan cada noche con altercados, disturbios y un sinfín de destrozos y robos en diferentes establecimientos, así como en lugares emblemáticos.

Me pregunto qué tipo de libertad de expresión o de derecho se reivindica cuando el que se manifiesta viola descaradamente los derechos de los demás en pro del suyo, si saben cuál es, claro está.

Sabemos que en los tiempos que corren todos tratamos de ubicarnos de algún modo en una nueva sociedad con restricciones, toques de queda y distancia social. El cansancio de un año de confinamiento nos pasa una cara factura.
Sin embargo, existen grupos que con la prisión del rapero quieren aprovechar la oportunidad para echar más leña al fuego de la crispación y hacer que los derechos de todos se tambaleen. Para librar esta batalla se escudan en aquellos que, sin oficio ni beneficio, no tienen otra cosa que hacer y ven en la turba un modo de pasar el rato y quien sabe si de ganarse algún dinerillo gracias a los saqueos que destrozan el esfuerzo de quien se levanta cada día para ejercer su derecho al trabajo. Todo esto, claro, con impunidad.

Por otra parte vemos cómo los cuerpos de seguridad, aquellos que se juegan la vida a cambio de la seguridad de la nuestra, se sienten a la vez desprotegidos y desprestigiados ante la falta de apoyo y condena de las escaramuzas por parte de sus superiores, aquellos que nos gobiernan.

Me cuesta entender cómo en pleno siglo XXI con la tecnología, la información y un conglomerado de derechos y libertades a favor nuestro existan personas que quieran echar todo por tierra.

¿Qué más nos espera?

Sonia Bote