Mercado de amores de Plauto adaptado por Eduardo Galán se representará en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida del 14 al 18 de julio.

Yo, como Claudio, soy romano, pero yo soy más rico y aunque me llamo Pánfilo no me chupo el dedo. Mi nombre quiere decir “El que ama todo” y en estos tiempos no es nombre para ponerle a una criatura. Por culpa de la perversidad humana, “pánfilo” es el calificativo que se usa para describir al que denota poca habilidad para moverse donde te apuñalan por la espalda a la primera de cambio. ¡Cuidado con malinterpretar mi nombre! Yo lo amo todo, pero sobre todo el tintineo de las monedas y el suspiro extasiado del gozo carnal. Vamos, que tonto, lo que se dice tonto, no soy. 

Soy la creación de un hombre que vivió doscientos años antes que Jesús de Nazareth. Su nombre era Plauto y le fue bien con lo del teatro porque le daba al público lo que quería: diversión. Plauto, después de trabajos peor remunerados con un costo elevado en dolores lumbares, encontró su lugar mezclando comedias griegas y adaptándolas al ruidoso, libertario y jaranero gusto romano. Plauto es pues un renovador, el artista que sentó las bases de la comedia moderna. De la misma manera que Plauto inventaba giros, equívocos, juegos de palabras haciendo corta y pega con las obras griegas, Eduardo Galán ha cocinado una obra de Plauto que es un compendio de lo mejor de su obra y en ella, como en los bazares, hay de todo, por eso quizás, y además, se llama Mercado de amores. 

Lo primero que dejará perplejo al espectador es la modernidad de los planteamientos de la obra. Corrupción, lujuria, codicia desorbitada y unos personajes que creados hace 21 siglos nos miran y nos dicen: soy como tú. Y sí, yo soy Panfilo y soy como tú, pero también soy un Benny Hill mirando las piernas de una enfermera, y Harpo Marx corriendo detrás de una corista, y quizás sea como ese irresistible Don Juan que tantos descalabros morales cometió y de cuya memoria se guarda respeto gracias al perdón obtenido en la Confesión. Lo malo de mi personaje es que no reúno los atractivos del personaje de Zorrilla pero sí suficiente riqueza para saltar despreocupado de un lecho a otro.  El destino me pondrá en mi sitio para escarnio, burla y regocijo del respetable. Bueno. ¡Que me quiten lo bailado!

Pablo Carbonell

Reparto

Pablo Carbonell
Victor Ullate Roche
Francisco Vidal
Ania Hernández
José Saiz
Esther Toledano

Cuadro artístico técnico

Dirección: Marta Torres
Ayudante de dirección: David Huertas
Diseño de escenografía: Arturo Martín Burgos
Diseño de iluminación: José Manuel Guerra
Diseño de vestuario: Carmen Beloso
Música original y espacio sonoro: Tuti Fernández

Una coproducción de Festival de Mérida, Secuencia 3, Saga Producciones, Teatro de Malta, Summum Music y Hawork Studio