Tras dos años sin procesionar por las calles de Jerez de Caballeros, regresa la Semana Santa a la localidad con la expectación deseada. Declarada de Interés Turístico Nacional, representa para su alcaldesa y vicepresidenta segunda de la Diputación, Virginia Borrallo, “gran parte de la economía local”, además de ser un evento interiorizado que la población de Jerez “llevamos en nuestra idiosincrasia”. En este caso, se trata de una popular celebración que recrea cada año la pasión y muerte de Jesucristo en uno de los conjuntos monumentales más atractivos de Extremadura.

La imagen que protagoniza el cartel de 2022 es la del Cristo de la Vera Cruz, recientemente restaurado. Esta imagen es una de las más antiguas de la ciudad y que, en palabras de Borrallo, “representa la humildad, sin adornos, sencillo”.

Durante ocho días se suceden procesiones por las calles del casco histórico. Comienza el Domingo de Ramos con la procesión de la Borriquita. Los desfiles procesionales más reconocidos tienen lugar el Lunes Santo, con la salida de los “Empalaos”, el Jueves Santo y la madrugada del Viernes Santo, así como el Domingo de Resurrección, con la procesión del Santo Encuentro.

Para Francisco Gallardo, presidente de la Junta de Cofradías, y tras reponerse de la adversidad de estos años anteriores, “volvemos con toda la estética imaginera que ha recopilado Jerez a lo largo de su historia”. No olvida el esfuerzo que ha supuesto retomar esta celebración con la restauración del Cristo que ilustra el cartel y que data del siglo XVI.

El encargado de la flamante y original imagen es David Triguero, pues para restaurarlo ha tenido previamente que realizar un importante trabajo de investigación, radiografía y análisis, recuperando tras varias intervenciones la policromía original así como elementos de su estructura.

Triguero destaca su autoría, del flamenco Roque Balduque, así como la puesta en valor de esta pieza que se suma a la importante imaginería existente en Extremadura, con influencias sevillana, castellana y portuguesa.

De lo seis o siete meses que pensaba que iba a durar el trabajo de restauración, se pasó casi a estos años de parón por la pandemia, “pues resultó ser un proceso laborioso que incluyó una fase de investigación”, explica Triguero.