El Festival de Teatro Clásico de Cáceres regresa del 9 al 26 de junio para celebrar su edición número 33, marcada este año por la vuelta a la normalidad y sin las pasadas restricciones por la pandemia del coronavirus. Teatro, de gran y pequeño formato para todos los públicos, música, cine, talleres y una exposición inundarán durante tres semanas la ciudad con las obras legadas por los grandes autores del Siglo de Oro, Cervantes, Lope de Vega, Molière, Sor Juana Inés de la Cruz, Vélez de Guevara, Zorrilla; o con obras inéditas inspiradas en los clásicos.

En el año en que se conmemora el cuarto aniversario del nacimiento del más grande dramaturgo francés, Jean-Baptiste Poquelin, Molière, el Festival le reserva un espacio especial con El avaro y Tartufo, dos de los de los doce espectáculos que conforman la sección principal de este encuentro teatral, La Escena Clásica, que tendrá este año como escenario principal la plaza de San Jorge, en donde se representarán nueve de los montajes teatrales del festival.

El Festival apuesta de nuevo por la Compañía Nacional de Teatro Clásico, con dos montajes, y por la coproducción con compañías extremeñas, con Los tres mosqueteros, el espectáculo de apertura, y Menina. Soy una puta obra de Velázquez. Además, el festival ha desgajado las obras musicales en un apartado propio, Las Notas Clásicas, que acoge tres conciertos. En total, el festival ofrecerá en todas sus secciones 19 espectáculos, y de ellos seis serán estrenos. Su cartel es obra de la artista de Hornachos Isabel Flores.

La coproducción del festival con la que se inaugura, y el primero de sus estrenos, Los tres mosqueteros (plaza de San Jorge, 9 de junio) es fruto de la alianza de la compañía extremeña Marmore y la portuguesa ESTE-Estaçao Teatral. Este montaje, con música en directo y humor, dirigido por el director de la reconocida compañía portuguesa Chapitô, José Carlos García, traslada a las tablas la humanidad de los populares personajes contradictorios creados por el novelista francés: la del alcohólico Athos, del extorsionador Porthos, del religioso y amante Aramis y el apasionado D’Artagnan, enamorado de una mujer y amante de otra. Más las intrigas y maquinaciones del cardenal Richelieu, las artimañas Milady de la mano del malvado Rochefort, la puerilidad de los reyes de Francia y la inocencia de Constance. La segunda coproducción, Menina. Soy una puta obra de Velázquez (estreno en la plaza de San Jorge, 15 de junio) aborda el acoso escolar y funde dos tiempos (el del Siglo de Oro y el presente) a través del monólogo del personaje de una joven obesa que sufre bullying en la escuela de arte donde se forma. Escrita por J. P. Cañamero y dirigida por Pedro Luis López

Bellot, la obra reivindica la afirmación de la propia identidad por encima de los cánones de belleza que establecen quienes atacan a los más débiles dentro de cualquier ámbito.

Homenaje a Molière Satírico de su época, las andanadas que Molière lanzó contra la sociedad francesa del siglo XVII siguen escociendo en la sociedad actual, no importa de qué país: la hipocresía o la avaricia pueden leerse en cualquier periódico que se abra cada mañana. De modo que nada más apropiado que volver a su teatro, especialmente este año en que se celebran los 400 de su nacimiento. El festival lo homenajea por partida doble con El avaro y Tartufo. La primera obra (plaza de San Jorge, 10 de junio) la ha transformado la compañía andaluza Atalaya en un musical, con una pequeña orquesta en directo. Su actriz principal, Carmen Gallardo, asume el papel principal de Harpagón en esta ácida comedia sobre un rico y mezquino individuo, que vive aterrorizado por el miedo a que le roben el baúl donde ha ocultado su tesoro. En Tartufo (plaza de San Jorge 11 de junio), el actor Pepe Viyuela se desdobla en el personaje de Tartufo, el adulador que codicia los bienes de otro, y en el de la señora Orgona. La presencia de la Compañía Nacional de Teatro Clásico se vuelve imprescindible en un festival como el cacereño. Las dos obras seleccionadas este año son coproducciones de la CNTC con compañías privadas. Es significativo el acercamiento que hace de la novela de Vélez de Guevara El diablo cojuelo (plaza de San Jorge, 17 de junio) el dramaturgo Juan Mayorga, uno de los principales escritores teatrales españoles. Para ello se ha aliado con la compañía de payasos Rhum & Cia y ha escrito dos tramas, una sobre unos payasos a los que les encargan el montaje sobre El diablo cojuelo y la propia de la novela, que es una sátira de costumbre sobre la España del siglo XVII. El segundo montaje que trae el sello de la CNTC es Numancia, de Cervantes (plaza de las Veletas, 25 de junio) a cargo de Nao de D’Amores, dirigido por Ana Zamora, una obra que nunca había montado la CNTC. Tras un trabajo riguroso sobre el autor y el propio texto, Zamora aborda la historia de un mito nacional: la resistencia de la comunidad hispana frente al poder de Roma que la sitia en el conocido como cerco de Numancia. La obra, señala la directora, es “un ejemplo privilegiado de las teorías cervantinas de Luis Rosales sobre la apropiación de la libertad, que se articulan en dos vías diferentes: la libertad personal (que no individual) y la libertad social”.

Bajo la forma de un recital poético

Una noche con los clásicos (plaza de San Jorge, 12 de junio) rescata el espectáculo que el actor y dramaturgo Adolfo Marsillach creó hace justo veinte años. Su hija, la actriz Blanca Marsillach, compartirá el escenario con Miguel Rellán, bajo la coordinación escénica de Mario Gas. Utilizando un hilo argumental que viene dado, por un lado, por la selección de poemas, y por otro, por el juego de complicidades y guiños que establecen los actores, el espectáculo pone voz, de nuevo, a la poesía de Góngora, Lope, Gil Vicente, San Juan de la Cruz, Sor Juana Inés de la Cruz, Calderón o Garcilaso de la Vega, entre otros autores.

Un lazarillo flamenco

La novedad que presenta en Cáceres la versión teatral de El lazarillo de Tormes (plaza de San Jorge, 16 de junio) es su banda sonora: la música flamenca que interpreta en escena el guitarrista José Luis Montón, mientras el actor Antonio Campos escenifica la vida de su personaje en la España pobre del Siglo de Oro. Su pícaro lazarillo es un antihéroe que pasa de amo en amo, y a pesar de sus avatares logra tener una vida más llevadera en una sociedad de vicios y actitudes hipócritas en las que él se presenta como un insignificante “don nadie”. La ironía del espectáculo la subrayan los toques de bulerías, fandangos o soleares que extrae de la guitarra José Luis Montón. Vuelven de nuevo a Cáceres Álvaro Tato, como dramaturgo de obras basadas o inspiradas en clásicos españoles y Yayo Cáceres, como director de AY Teatro. En Malvivir (plaza de San Jorge, 18 de junio) reúnen a Aitana Sánchez-Gijón, Marta Poveda y Bruno Tambascio en una recreación del mundo de las pícaras del Siglo de Oro. Para ello, cuentan la vida secreta de la pícara Elena de Paz, mujer libre, rebelde, ladrona, ingeniosa, embustera y fugitiva que desafía las convenciones de su época y paga el precio de su libertad. De Lope de Vega, el festival presenta El amor enamorado (plaza de San Jorge, 19 de junio), una obra donde conviven seres reales e imaginarios -ninfas, hadas y dioses-. Ambientada a principios del siglo XX, es una pieza donde la voluntad de los hombres triunfa sobre el designio de los dioses, sus engaños y sus flechas del amor, y donde las envidias y los celos fracasan. También es un pueblo uniéndose para luchar contra la adversidad que lo devora, una fuerza maligna encarnada en la serpiente Pitón; y es el proceso de asimilación de liderazgo en torno a esta lucha.

La Escena Clásica se completa con un musical en torno a la poetisa y prosista vasco-mejicana Sor Juana Inés de la Cruz, Yo, la peor del mundo (plaza de las Veletas, 24 de junio), que deja ver claramente su carácter feminista, su posición de lucha contra la moral católica y la defensa de la busca de la identidad. Bajo la dirección de Olga Margallo, esta producción de Vaivén Producciones es un espectáculo vitalista, contagiado del color, la música, la belleza y la imaginación de una mujer que fue un genio en su tiempo y que sigue asombrándonos en el nuestro.

El cierre lo pondrá Amo y criado (plaza de las Veletas, 26 de junio), de Rojas Zorrilla, coproducción entre Teatro Libre y Teatro Mayor, de Colombia, y Clásicos de Alcalá. Eduardo Vasco dirige el montaje que mantiene el título tradicional con el que las grandes compañías de los siglos XIX y XX incluían esta obra en su repertorio, ya que es la relación entre ambos personajes y los equívocos que producen los que definen la acción y constituyen el eje sobre el que se mueven los engranajes de esta comedia de capa y espada.

Canticas y una zarzuela barroca

Las Notas Clásicas reúne los tres conciertos de música antigua que ha programado el festival y que se basan en una investigación minuciosa del legado musical español. Es lo que lleva haciendo la compañía Cantica con los códices medievales y cancioneros del Renacimiento español. En Romances de amor y muerte (iglesia de la Preciosa Sangre, 10 de junio) realiza un viaje en el tiempo, una travesía musical popular y costumbrista de danzas, canticas y romances del Renacimiento español, fundamentalmente de músicos como Miguel de Fuenllana, Diego Pisador, Juan Bermudo de Écija. La Orquesta Barroca de Badajoz rescata, por su parte, Apolo y Dafne (iglesia de la Preciosa Sangre, 12 de junio), una zarzuela del Barroco escrita a dúo por Sebastián Durón y Juan Navas. Olvidada durante más de 300 años, el festival la ofrece como un reestreno, al que el director de la formación pacense, Santiago Pereira, ha añadido un intermedio de piezas musicales de la Hispanoamérica colonial. Por último, en el estreno de La espera (Concatedral de Santa María, 23 de junio) la agrupación extremeña La Spagnoletta une la narración de una mujer en el Siglo de Oro y música en torno a piezas de Juan Hidalgo, Gaspar Sanz o Vivaldi.

Público infantil y piezas clásicas

La sección Los Niños en el Clásico programa cuatro montajes, uno de ellos de estreno, El Lazarillo de Tormes, en versión de la compañía extremeña Emulsión Teatro. Las obras son La leyenda de un dragón, Caperucita roja, contada mediante títeres, y la sesión de cuentacuentos Cuentos de oro. Los dos talleres de esta sección estarán dedicados a la confección de vestidos, máscaras, teatro de sombras y de piezas de papel en relieve.

Las Piezas Clásicas mantiene Esbozos áureos para mostrar el trabajo de la escuela teatral cacereña Maltravieso mediante representación de fragmentos de obras clásicas de autores como Molière y Shakespeare. En esta sección se estrenará La fábrica de los sueños de oro y los alumnos de danza del Conservatorio Profesional de Danza de Cáceres escenificarán el ballet Las sílfides.

Noche golfa, formación, cine y exposición

En La Noche Golfa, la compañía Insertus estrenará en El corral de las cigüeñas (25 de junio) Sex-ameron, que toma como inspiración la colección de cuentos eróticos El Decamerón de Bocaccio y los traslada a una sociedad actual azotada por la Covid-19.

Este año, El Laboratorio del Clásico se centrará en la creación cinematográfica mediante un taller básico, Cáceres, ciudad de cine, sobre el lenguaje y las técnicas cinematográficas, que servirán para realizar un guión basado en una escena de una obra de teatro clásico. El rodaje de este guión se completará el 16 de junio y se exhibirá el 23 de junio a las 20.30 en la Filmoteca de Extremadura, dentro de la sección Cine entre bambalinas, del Festival de Teatro Clásico. En la primera sesión de este apartado (16 de junio) se proyectará Si Talía fuera ciega, dirigida por el extremeño Antonio Gil Aparicio, en el que participan componentes de grupos de teatro de la Once.

La exposición del festival, Del miriñaque al polisón, estará dedicada a la evolución de la moda europea entre las décadas de 1830 y 1880 y procede del fondo de colección de vestidos del artista villanovense Eduardo Acero. La muestra podrá visitarse en el Museo de Cáceres del 9 al 26 de junio.

Hoy mismo se ponen las entradas a la venta en la taquilla del Gran Teatro y a través de la web www.granteatrocc.com.