Para la defensa de los intereses de los trabajadores, cuando la intransigencia y la cerrazón de la empresa se patenta inflexible, se hace preciso entonces la toma de medidas persuasivas que equilibren la cerrada situación y ofrezcan posibles salidas al conflicto.

De esa manera, la representación sindical, una vez valorado el momento, los primero que ha de intentar es la unidad de acción, para hacer una propuesta estratégica conjunta, contando con la inexcusable participación y aprobación de la más y mayor amplitud de empleados.

Posteriormente, una vez organizados en un sólo y exclusivo cuerpo, el desarrollo de la estrategia, ha de considerar los sucesivos pasos a llevarse a efecto, siempre teniendo en cuenta una racional progresión, de menos a más, en la presión, procurando endurecer paulatinamente los mismos, con el fin de obtener resultados, sin tener que llegar a situaciones límite, que hicieran difícil, sino imposible, el alcance de un acuerdo digno.

Pero, para que a ello se llegue, es imprescindible contar con una previa conciencia colectiva mantenida en el tiempo, que divulgue la solidaridad necesaria, al tiempo que una disposición totalmente altruista de las organizaciones sindicales en el exclusivo sentido de dar protagonismo a la solución del problema, por encima de siglas y banderas.

Finalmente, son muy importantes los recursos propios y externos necesarios, para alcanzar un eco social, que publiquen, publiciten y trasladen la injusticia padecida y que apuesten por una buena solución.

Es decir, redes sociales y medios de comunicación que contrarresten las noticias, o la falta de ellas, sobre el adecuado funcionamiento de las acciones emprendidas.

Si algunas de las consideraciones básicas y mínimas anteriores, no se tienen en cuenta, el fracaso se puede dar por seguro, además de perjudicial para el desarrollo de otros derechos laborales en el transcurso de la duración del conflicto.

Y es así, porque se partiría a un importante enfrentamiento contra un equipo fuerte, unido y con las ideas y estrategias consolidadas, como es el de la empresa, mientras que el otro equipo, el de los trabajadores, se presentaría desunido e incluso enfrentado y sin razones para sus fortalezas. Todo ello, dentro de un clima ya de por sí difícil, en el que contar con todo el apoyo y unidad, en ocasiones, no hace asegurar el alcance del éxito.

Llegados a esta última situación es necesario preguntarse, sobre los errores cometidos y aprender en dar, para el futuro, soluciones realmente efectivas y con el valor suficiente de contundencia en pos de una victoria laboral.

El examen de conciencia se puede comenzar por preguntarse si se ha buscado la unidad sindical o si, incluso, la que se ha ofrecido, se ha desestimado, pensando disparatadamente en un fácil triunfo como trofeo electoral que no se deseaba compartir. No debe ser admisible entender por los trabajadores, que una bandera partidista, es la única y lo demás ni siquiera existe.

Igualmente, si el convencimiento de la problemática y la participación de los trabajadores han ido sumando o, si por el contrario, se ha creído en tener una energía que resultaba clara y posteriormente insuficiente. Habría que asegurarse de la conciencia colectiva previamente creada, de la adhesión-respaldo existente.

Y, sobre todo, nunca caer en el juego de la empresa, con errores de libro que, lejos de beneficiar a los trabajadores, les perjudica, revertiendo una huelga en un efecto favorable a la misma. Antes que eso, ya decimos, existen otras medidas de presión social que realizadas con firmeza, persistencia y publicidad suficiente, seguro que reportan mejores soluciones que el ridículo de una huelga de cuatro.