Se puede percibir-sentir el tiempo-espacio con melancolía/nostalgia con cierta alegría/tristeza, pero la realidad humana hasta ahora es que las estaciones y los hombres se suceden.

Desde la más antigua antigüedad, quizás haya sido un norte de reflexión y meditación y análisis y experiencia el paso y el pasado del tiempo. Nos vamos cambiando y nos van cambiando a nosotros mismos. Todo se mueve, panta rhe, que decían los antiguos griegos maestros del pensar y del sentir. Todo cambia, es ineludible.

Ahora dicen, que la ingeniería genética dentro de unas generaciones alargará la vida a los humanos, que creará nuevas especies de humanos, que diseñará seres biológicos humanos interconectados con máquinas informáticas, Cyborg, que existirán el concepto de “superorganismo humano, una especie de enorme termitero”, que existirá la I.A., la inteligencia artificial, que puede sobrepasarnos en inteligencia y creatividad e innovación a lo humano biológico, y, que no sabemos dónde quedaremos nosotros los humanos, nuestra especie u otras que se inventen o diseñen, qué quizás también halla que plantear que existan seres/civilizaciones más inteligentes y desarrolladas que nosotros, que y que…

Pero de momento, lo humano, como lo hemos entendido en estos miles o docenas de miles de años, pues una sonrisa nos importa, un poema o conjunto de palabras también, una composición musical, el juego de tu nieto, la esperanza de un buen café. De momento, los humanos de ahora, aunque podamos ser primitivos biológicos y primitivos culturales, muchos de nosotros, tenemos gustos sencillos, esperanzas sencillas, aunque todavía, la inmensa mayoría seguimos creyendo/esperando que exista el Buen Dios, y que nuestro destino definitivo-patria es la eternidad de Él y con Él.

En un artículo de José Esteban Gonzalo, Otro tiempo vendrá, distinto a éste, publicada en la Revista Litoral, Málaga, en el 2002 en homenaje a Ángel González, nos habla, estimo yo, de tiempos y cosas y versos y palabras y poetas y de Ángel González,

A veces, pienso que la poesía, un verso, es como una ecuación del corazón, que intenta como las fórmulas matemáticos físicas, sintetizar en unas cuantos vocablos-términos-palabras un estado de la realidad, sea interior o exterior, sea del yo o del nosotros, sea de la naturaleza o de la sociedad, sea de la interpretación cultural o de la metafísica…

Como modesto observador/pensador/filósofo/escritor que sé, que estoy en la tercera edad, que sé que no sé cuánto tiempo me queda de respirar este aire, y de absorber estos rayos de luna y sol. Sé, que sin quererlo te vienen trozos de palabras y voces y sabores y sonidos y miradas del pasado, y, aunque sé que he cometido muchos errores, han sido, diríamos instrumentales, sé que no he sido perfecto moralmente, pero también sé que no he sido una persona, hasta ahora, de graves errores morales y éticos. Porque como diría el maestro Kant, siempre ha estado presente sobre mi cabeza, la ley moral o dentro de mí, el fulgor y la maravilla de la ley moral dentro de los hombres, como también, el ilimitado espectáculo del enorme universo inmenso…

En cierto modo los artículos ya son pequeños testimonios espirituales de alguien que sabe que está en los últimos kilómetros de la carrera, aunque no sabe cuántos le quedan y cómo los pasará y dónde y en qué condiciones de todo tipo. Ahora ocupado/preocupado, intentado mirar con distancia/proximidad, las trincheras del Este de Europa –que el mandamás de turno haya indicado que Rusia no es Occidente, es diríamos estar más ciego que un millón de ciegos, Rusia es Europa, Rusia es Occidente, Rusia siempre ha sido Europa, siempre ha sido Occidente…-.

Los humanos quieren sintetizar la realidad, para entenderla y vivirla, a eso denominamos cultura, que en el desarrollo hasta ahora, la dividimos en saberes –filosofía, ciencia, tecnología, artes, metafísicas-religiones, cultura en general…-. Cada saber o especialidad con distinto grado de comprobación o demostración, con distintas metodologías, con distintos lenguajes. Con distinta capacidad de captar lo real. Pero todas se dividen en dos grandes grupos: unas, intentan captar con el método científico, alguna de sus variedades. O, con el método de las palabras, con la acumulación de palabras. Frases e ideas y sentencias, y, después demostraciones… Uno, de esos métodos o submétodos es la poesía o el verso o un conjunto de palabras que denominamos poemas.

El mayor error del mundo de la poesía es que, posiblemente, decenas o cientos de miles o, quién sabe, millones de poemas, buenos o regulares se pierden en cada generación en el mundo. Se pierden millones de posibilidades de interpretación del mundo con palabras. Este es el gran drama de la poesía, de la interpretación del mundo con palabras. Ahora, si quisiésemos, podríamos rectificar esa tendencia de siglos. Aquí el homenaje a Ángel González, poeta y poetizador y poemático y poematizador y poetiso y…

JMM Caminero