Manuel Suárez Rivera es un joven de 35 años de Fuente del Maestre, al que muchos conocen por haber competido en rallies, pero no todos saben que lleva 15 años como soldado en la Base Aérea de Morón de la Frontera (Ala 11), en Sevilla. Una profesión a la que llegó muy joven “casi un niño, y al principio un poco arrepentido”, pero en la que ha llegado a encontrarse “muy a gusto”.

En Junio era condecorado con la Medalla al Mérito Militar, y el pasado 10 de Diciembre, Festividad de la Virgen del Loreto (Patrona de la Aviación) recibía la Medalla de Bronce por sus 15 años de carrera profesional meritoria, aparejada a una conducta intachable.  “Ésta última me la esperaba, suelen darla al llevar 15 años en el ejército, siempre que no hayas tenido alguna conducta fuera de lugar, o te hayan expedientado. Pero el distintivo blanco es algo que a mí mismo me ha sorprendido, creo que no sabría explicar muy bien el porqué me la han dado a mí; sólo sé que cumplo mi trabajo con responsabilidad y lealtad, no discuto las tareas que se me encomiendan. Nada más.”

Manuel cuenta que desde bien joven le atraía mucho “todo ese mundo de los desfiles militares, incluso llegué a plantearme aspirar a la Guardia Civil, la de Tráfico eso sí, porque conducir es lo que más me gusta hacer en el mundo”.

“Así que , finalmente me preparé unos meses en una Academia Militar en  Zaragoza, y luego hice la especialidad de Automovilismo en Getafe. Y me fuí a Morón de la Frontera, donde llevo 15 años”.

“Reconozco que antes no se exigía tanto para entrar en el ejército, que éste ha ido profesionalizándose cada vez más, y está bien que sea así. En nuestra base podemos ser cerca de 2.000 personas de los más diversos oficios; desde bomberos, conductores como es mi caso, mecánicos, cocineros o personal sanitario, y todos han ido entrando con sus carreras terminadas. El ejército no es ya ese mundo desconocido al que entraba gente que no sabía muy bien qué es lo que quería hacer en la vida, y que tampoco tenía una idea verdadera de lo que es esto. Por eso, muchos lo han ido abandonando, o se les ha echado, directamente”.

Suárez Rivera destaca que “ no se puede asociar nuestra profesión sólo a guerras; hay un lado solidario muy grande en lo que hacemos. Servimos a la sociedad de muchas maneras; ayudando por ejemplo a las personas que han quedado atrapadas en sus casas por un temporal, como ha pasado hace poco en Extremadura, somos un soporte indispensable en los accidentes de carretera, en cualquier catástrofe humanitaria… Ahí estamos.”

“Yo recuerdo que, durante la pandemia, he tenido que llevar pruebas de pcr a Madrid , y hemos prestado servicio de apoyo a las ambulancias en las calles. También tengo compañeros de misión humanitaria en Bulgaria por culpa de la guerra de Ucrania, ahí están ayudando a civiles y haciendo de parapeto para que  el conflicto no nos llegue … Esas misiones son la parte más dura de este trabajo. Un trabajo, por otra parte, que cada día es distinto, nada rutinario, y eso a mí me gusta mucho”.

Cuando le preguntas a Manuel Suárez qué es lo que le ha aportado, humanamente, el ejército, se le pone una sonrisa en la boca y suelta una y otra vez la palabra “compañerismo”: “Mucho, mucho compañerismo, de ése por el que te puedes jugar la vida por el compañero y al revés, nosotros lo llamamos el binomio, como una especia de fraternidad. En el ejército, por el tiempo que pasamos juntos y los trabajos que hacemos, se crean lazos de amistad muy fuertes, como familiares. Siempre respetando a los cargos más altos claro; pero también es cierto que ese exceso de autoridad de la vieja escuela ha ido evolucionando, aquellos jefes antiguos a los que no te atrevías a mirar a los ojos, afortunadamente han ido pasando a la historia.”

Su balance de todos estos años en Morón los resume así: “Me encuentro muy a gusto, estos 15 años se me han pasado volando. Aquí he encontrado mi sitio en el mundo”.