Farruca de la lívido; alegrías en celo; arrebato por fandangos…, así de ‘Insaciable’ se muestra sobre el escenario, también de la vida, esta mujer honesta, dulce, fuerte y valiente que además baila, como diría Paco Toronjo, ‘como a nadie le importa’. En realidad, esa clama del rey del fandango refleja lo que ella quiere transmitir tras un encuentro consigo misma, que otros llaman crisis. Lucía ha sabido sacar afuera y pelear por dentro su propia identidad. Esta obra que cuenta con la dirección artística de Rafael Estévez y Valeriano Paños, el cante de Matías López ‘El Mati’, Jesús Corbacho y José ‘El Pechuguita’, la guitarra de Ramón Amador y el baile de Jonatan Miró promete lo que para ella es un juramento: ser una misma, con sus fallos y sus virtudes. Sinceridad sobre el escenario que estoy segura que todos entenderemos como lo que es: un auto de fe. Lo que debería ser siempre el flamenco, y que, en este caso, lo es. Pasen y lean.

Insaciable, ¿de qué?

Es un término que te lleva a lo físico, a la gula, la glotonería…, pero entiendo, y así explico, que es una condición espiritual también. Insaciable es un término que habla de la insatisfacción, el inconformismo, va más en ese sentido.

“Perder la vergüenza, dispuesta…”, ¿Por qué ha necesitado de este ‘destape’ artístico? ¿es un acto de empoderamiento a través del baile?

Han sido ambas cosas, no puedo personalmente separarlos mucho. Tuve un crisis personal y artística en el 2021 donde hice muchos cambios en mi vida y como que perdí de control; cuando fui a ponerlo todo en orden algo resurgió en mí. Me dio mucho poder el haber superado esa crisis, y resurgí con una fuerza y una seguridad que me hizo ser yo misma y querer mostrarme como soy, para bien y para mal.

¿Y cómo conseguiste reconectar?

Pues enfrentándome a las cosas que sabía tenía que cambiar de mi vida, con la que no estaba contenta. Tuve que hacer muchos cambios, una terapia de choque, pero que me dio mucho poder. Cuando vas mirando a otro lado eso no te ayuda, pero si lo hace enfrentarte a las cosas; te hace sentirte poderosa porque ves, además, que luego no pasa nada.

“Insaciable”, es una puesta a punto. Una partida de cero…

Yo diría que es un eslabón porque nada de “Insaciable” sería viable sin todo lo que he hecho antes; no lo entiendo por separado. Lo veo como una consecuencia de todo lo que he hecho antes.

¿Qué necesita Lucía Álvarez para empujar a “La Piñona” a derramarse exhausta sobre un escenario?

Necesito estar rodeada de artistas y compañeros que me den la tranquilidad y confianza para abandonarme, gente que me de la seguridad y la confianza sin sentir ese miedo a fallar, por ejemplo. Yo creo que ese es uno de los puntos más importantes es tener la gente adecuada al lado porque te permite salir al escenario diciendo: venga, voy a darlo todo y si me equivoqué me equivoqué…, tener al lado gente que te sume y no te esté juzgando.

¿Qué has tenido a lo largo de tu vida profesional: más jueces o más personas que han ayudado a encontrar lo que buscabas?

La jueza más importante que he tenido he sido yo. No hay juicio más duro que el de uno mismo. Si tu te tratas bien no hay problema; en el momento en el que tu eres tu propia jueza ahí es cuando vienen los problemas. Lo de fuera no es tan importante como lo que tú eres contigo mismo.

¿Qué aporta Estévez y Paños a esta ‘Insaciable’?; ¿entendieron lo que usted buscaba?

A mi me han aportado muchísimo; después de trabajar con Estévez y Paños no he vuelto a ser la misma porque me han dado herramientas y conocimientos para toda mi carrera. Nos hemos entendido muy bien, tenemos bastante feeling artístico con los dos y desde la primera hora han sabido captar mis ideas y nos hemos entendido muy bien. Siempre hay discrepancias, temas que hay que reconducir, pero lo normal. Hemos trabajado muy a gusto con mucho respeto y yo muy feliz, muy contenta.

Farruca de la lívido; alegrías en celo; arrebato por fandangos…, ¿tiene cabida el sexo, tal cual, en el flamenco?

Para mi si, no de una manera explícita, pero si hay mucha sexualidad en el flamenco quizás nos dé mucho pudor reconocerlo, pero si la hay; en la danza y en todo lo que tenga que ver con el flamenco. Yo si reconozco mucha sexualidad, en el baile en sí mismo, en cómo nos comunicamos con los otros músicos, con el público…

Y ya más evidente con estos títulos…, sinceramente nunca lo había leído de forma tan explicita.

El flamenco siempre ha tenido muchos límites en ese sentido. Siempre ha sido un género con connotaciones incluso religiosas donde hablar de sexo, en este arte, a la gente le incomoda y violenta. Yo creo que es un tema muy reprimido y muy poco normalizado de forma generalizada en la vida. A mí me gusta haber tratado el tema de una manera natural, no pornográfico ni salvaje, sino como un parte más del ser humano. La sexualidad forma parte de la vida, como el flamenco.

Asegura ‘que nunca se ha atrevido a bailar como es’, ¿de verdad lo siente así?

Tampoco es que nunca me haya atrevido a bailar como soy, sino que es una forma de decir que yo he sido una artista en la que yo, conmigo misma, he sido muy juiciosa; con muchos complejos también, y digamos que no he sido yo en toda mi plenitud. Siempre he tenido ciertos miedos que van cohibiendo partes de ti. No es que haya estado mintiendo ni mucho menos…, si es cierto que ahora me siento en un “yo” auténtico y lo doy todo en ese sentido, pero si me ha costado aceptarme.

¿Qué le parece esa descripción de ‘bailaora de periferia’?

¡Me encanta!, yo es que soy así como persona también y esa algo que me interesa mucho y se da muy natural en mí, me siento representada ahí, lo veo como un valor positivo.

Ramón Amador; El Mati…, buena compañía de artistas también ‘insaciables’

Como planteé que fuera un espectáculo sin percusiones pensaba que necesitaba otro sonido que no fuera el cante y la guitarra. No había nadie mejor que “El Mati” porque controla todo lo de las percusiones electrónicas…, todo eso…, y entre que es músico, está comprometido y es un buen compañero era perfecto. Jesús Corbacho canta muy bien y tiene una seguridad en el cante, en el baile… lo tiene todo, es muy inteligente y aporta mucho. “El Pechuguita” es la voz ‘gorda’ que me faltaba, su juventud y el punto más fresco y canalla que necesitaba y que aporta su voz. Ramón Amador es que es un pedazo de guitarrista y tenía muchas ganas de trabajar con él, además, en los Tablaos en los que coincidimos, siento mucho feeling. Es muy creativo en el escenario y como también buscaba clásico, pero a la vez imaginativo, veía que Ramón reunía todas las condiciones. Jonatan Miró es un animal escénico tiene mucho arte y luego es un gran compañero que lo ha puesto todo muy fácil. Bailar con él es una pasada. ¡De esto se trata! de estar y sentirte siempre, bien arropada.

Palop Flamenco