Seguramente, muchos de nosotros recordamos los anuncios del 11818 o del 11811, y es cierto que, durante años, tuvieron un papel destacado en la búsqueda de esta información. Pero su existencia siempre ha estado rodeada de polémica por las tarifas abusivas y la falta de información. Hoy, la situación es muy diferente, pues la mayoría de los ciudadanos buscan esta información a través de internet. Pero, como en tantas ocasiones, quienes gestionan este servicio con el único propósito de engañar a quienes tienen la mala suerte de caer en su trampa, han ido actualizando sus métodos para seguir provocando la pérdida de dinero de miles de ciudadanos.
Así, y a pesar de que la utilización de los 118 ha bajado de forma espectacular, los problemas no cesan. En concreto, según datos de la Oficina de Atención al Usuario de Telecomunicaciones, durante el segundo semestre del año 2022 el número de reclamaciones presentadas por la facturación de estos servicios se incrementó en aproximadamente un 50%, cifra que se ha duplicado en los primeros meses del año 2023. Asimismo, las actuaciones iniciadas por los operadores contra prácticas fraudulentas cometidas en el uso de esta numeración afectaron al 40% de las numeraciones 118 en servicio durante 2022.
Si se usa menos, por qué se reclama más
Los usuarios ya no recurren a esos números para obtener el teléfono de un amigo, de un restaurante o de una empresa, porque Google cumple de sobra con esa función. Y es precisamente de este buscador del que se valen algunas de las empresas que siguen trabajando con 118, para, en lugar de dar información a los consumidores, mantenerlos a la espera el mayor tiempo posible y así cobrarles cuanto más, mejor.
La maquinaria que ponen en marcha estas empresas es relativamente sencilla: primero compran anuncios de Google con los que se sitúan entre los primeros resultados de búsquedas habituales de los usuarios (por ejemplo, “taxi Badajoz”); ahí incluyen un número telefónico fijo, lo que ubica la llamada dentro de las tarifas planas de las operadoras telefónicas y debería salir gratis. Sin embargo, el supuesto agente que recibe esa llamada comunica al usuario que debe marcar o llamar a un 118, que siempre es de pago, al ser un número de tarificación especial. Si el usuario sigue esas instrucciones, se arriesga a llevarse una sorpresa en su factura telefónica a final del mes.
Estas llamadas tienen un precio máximo de 2,5 euros por minuto, pero quien los fija es el prestador del 118 y no la operadora. Así, prácticamente todos establecen el precio máximo de 2,5 euros por minuto, por lo que un cliente puede llegar a pagar 25 euros por una sola llamada de 10 minutos (la duración tope).
En comparación con ese coste, por ejemplo, los números de atención telefónica 902 tienen un precio de en torno a 3 euros por cinco minutos de servicio, aunque depende de si la llamada se realiza desde un teléfono fijo o desde uno móvil y de la compañía telefónica que se tenga contratada.
Para complicar algo más el asunto, los 924 y similares que aparecen en los anuncios ni siquiera se corresponden con los que se marcan al pinchar en ellos. Lo que sí tienen en común esos números es que el interlocutor siempre trata de que el usuario llame a un 118.
Pero, ¿qué pasa si se llama o se marca un 118? Lo que suele ocurrir es que no se obtiene ninguna respuesta y la llamada se corta directamente a los 10 minutos (si es que el usuario resiste y no cuelga antes), aunque a veces finaliza antes de llegar a ese tope. Así lo ponen de manifiesto las reclamaciones de los consumidores que se han visto envueltos en llamadas de este tipo. Sin embargo, puede que sí conteste alguien al otro lado del teléfono. En ese caso, lo que debe ocurrir es que el agente transfiera la llamada a la empresa o persona que el usuario buscaba; esa es la función de los 118, que tras cumplirla deben colgar, como marca la normativa.
Pero si el agente no cuelga mientras el usuario sigue hablando con el destinatario final de su consulta, estaremos ante un uso ilícito del 118, que trata de cobrar con tarificación especial una llamada corriente.
¿Cuánto me puede costar?
Ya hemos dicho que una llamada de 10 minutos a un numero 118 ronda los 30 euros: la llamada máxima supone de media 29,14 euros, pero puede llegar a 30,68 si la operadora es Orange y se llama a uno de los 118 más caros, como el 11816 y el 11831, pues detrás de cada numeración hay una empresa de información con unas tarifas algo diferentes. Con ello, realizar una llamada a una numeración con prefijo 118XX durante 1 minuto, incluyendo la locución de 20 segundos, cuesta de media 3,22 euros.
El problema es que este tipo de servicios suele alargar la conversación lo máximo posible, a pesar de que, según la regulación, debían actuar de manera eficaz y sin dilaciones ni esperas injustificadas. Una táctica habitual es usar la “progresión de llamada”, que consiste en pasar la comunicación al abonado que se estaba buscando y seguir cobrando por lo que dure esa comunicación. Y el problema es que, en muchas ocasiones, no se informa de esa progresión, ni mucho menos de su tarifa, sino que el agente nos despacha con un “le paso con el abonado”.
No obstante, es relativamente sencillo escapar de esta trampa. Para conseguirlo, les dejamos una serie de consejos que pueden evitar que su factura se dispare:
– Siempre debes estar atento a los números que comienzan por 118. Estos números son de tarificación especial y, si los usa, deben ir acompañados de una locución que avise de su sobrecoste, y sólo se pueden emplear para consultas informativas. Si una página o servicio te redirige a uno de estos teléfonos, desconfía.
– Fíjate en la dirección de la web. Los timadores son capaces de suplantar la apariencia de las páginas oficiales de la administración o compañías privadas. Si la dirección que aparece en el navegador de esta página web no es igual a la de la empresa o administración por la que se hace pasar, no introduzcas tus datos. Para ello, fíjate bien en lo que aparece antes del último punto, ese es el dominio real de la página web.
– Contrasta con las fuentes antes de dar tus datos. Recuerda que puedes preguntar a la propia compañía o a la administración que los timadores aseguran ser, a la Policía o a la Guardia Civil. Por muy real que parezca una web, mejor desconfiar y preguntar.
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