CCOO considera que es fundamental poner en valor y mejorar la situación laboral de las más de 24.500 mujeres que trabajan en el mundo agropecuario en Extremadura si se quiere realmente aspirar a una modernización del sector, a que crezca de manera sostenida y a que se fije población en la región.

Según los datos oficiales extraídos por CCOO, más de 24.500 mujeres trabajan en el sector agrario en nuestra región. De ellas, casi 22.000 están afiliadas al Sistema Especial Agrario del Régimen General y 2.600 al Sistema Especial para Trabajadores por cuenta propia agrarios (SETA).

Extremadura es la tercera comunidad en España con más mujeres afiliadas al Sistema Especial Agrario, solo por detrás de Andalucía y Murcia. En el total de personas afiliadas a este sistema especial del Régimen General, las mujeres suponen en Extremadura el 41,8 por ciento y el 23,8 por ciento en el caso del empleo autónomo.

Desde CCOO de Extremadura se reivindica que las relaciones laborales en el sector se normalicen de una vez por todas y se salga de las viejas costumbres de la economía sumergida. Hay que hacer uso de la figura del contrato fijo discontinuo, acordado en la reforma laboral, para dar estabilidad al empleo y garantizar una mano de obra profesionalizada y, a su vez, fijar población en el entorno rural.

La reforma laboral, la subida del salario mínimo interprofesional, la mejora en la protección social y la firma del Convenio colectivo del campo en nuestra región ha dignificado las condiciones laborales del sector y por ello, es fundamental que se visibilice y se ponga en valor el trabajo de las mujeres, que ocupen el lugar que les corresponde dentro del mundo laboral y no fuera y que se reconozca el papel que desempeñan en el mantenimiento, desarrollo y afianzamiento de la población en las zonas rurales, para que no sean de nuevo expulsadas.

Es preciso, además, cumplir la Ley de Igualdad en todos sus términos, con la extensión de los planes de igualdad allá donde sea preceptivo y con protocolos de prevención y actuación en casos de acoso sexual y por razón de sexo.

En ese sentido, la igualdad de las mujeres en el empleo agrario pasa, al igual que ocurre en otros sectores, por la obligación de cuotas mínimas de contratación de mujeres, la exigencia de que se cumplan y la imposición de sanciones si no se hace. También, la protesta y la denuncia pública de cualquier caso de discriminación.

Para CCOO, se debe dar mayor apoyo a la formación, cualificación y reciclaje en el mundo rural y, en especial, a las mujeres, y hay que elaborar estudios específicos sobre la salud laboral de las mujeres dentro de este sector.

Extremadura, la tercera en mujeres afiliadas al RETA

Extremadura ocupa la tercera posición con respecto al resto de comunidades autónomas donde más mujeres afiliadas al RETA hay, sólo por detrás de Andalucía con 180.859 y Murcia con 27.207. Sin embargo, en el SETA esta posición baja hasta la séptima, por detrás de Andalucía (120062), Galicia (10116), Castilla y León (6200), Castilla la Mancha (3600), Asturias (3300) y Cataluña (2623).

Con respecto a los varones, las mujeres suponen el 41,8 por ciento de la afiliación en el Sistema Especial Agrario y el 23,8 por ciento en el caso del empleo autónomo.

Sin embargo, no trabajan en todos los subsectores por igual. La mano de obra femenina se concentra mayoritariamente en el Cultivo de frutos con hueso y pepitas (11 por ciento); seguida del Cultivo de cereales, excepto arroz; de Leguminosas y semillas oleaginosas (6 por ciento); del Cultivo de frutos tropicales (4 por ciento); y del Cultivo de hortalizas, raíces y tubérculos (2,4 por ciento).

Gran parte de estas mujeres están trabajando en empresas de manipulado de fruta y hortalizas y conservas vegetales, que es donde menos diferencia de afiliación hay con respecto a los varones.

Pero en el resto de subsectores, los varones tienen mucha más presencia. Porque el sector agrario ha sido tradicionalmente un sector de bajo valor añadido, elevada precariedad laboral, elevada irregularidad e inestabilidad, con infradeclaración de jornales, bajos salarios y a menudo amparado bajo el paraguas de “trabajo familiar”.

Ha sido un sector que, mientras ha habido empleo en otros sectores económicos, la mano de obra en muchas campañas agrícolas ha sido femenina, e inmigrante en muchas ocasiones. Sin embargo, cuando se han producido crisis y ha subido el paro en otros sectores, las mujeres se han visto expulsadas del sector.