Hay que intentar que los acontecimientos históricos, sociales, políticos que van a venir, no te afecten psicológicamente tanto como lo van a hacer.
Bastante que lo harán, de mil modos o mil maneras, empezando por todos los económicos, sociales, políticos, culturales, religiosos… pero tienes que refugiarte en tu paz interior. Porque no solo, tendrás que sufrir por hechos, datos, acontecimientos, ideas, eventos que ocurrirán, ya están ocurriendo, fuera de ti, sino que los que están dentro de ti, los que sucederán en los cercanos. Y, todo se hará un popurrí/pupurri y un combinado en tu mente, tu conciencia, tu sensibilidad, y, te llenarán de más tristeza y de más angustia y de más pena…
Tendrás, sin negar, ni renegar de la realidad. No puedes estar de espaldas a ella, de todas formas, te atravesará las carnes. Pero intentar que te afecte lo menos posible. Vives en un mundo de seres humanos, que somos, por definición aristotélica, animales racionales. Tenemos mucho de racionales, pero tenemos mucho más de animales y de animales irracionales… Creo que la definición debería ser del hombre “animal irracional y racional”. Animal en todos sus combinados biológicos y fisiológicos, irracional en todos sus entramados afectivos, pasionales, instintivos, libidos que a medias controla, y, racionales, con todo su complejidad de libertad, racionalidad, inteligencia, creatividad, amor correcto…
Hay que intentar, que lo que está sucediendo, lo que venga a ocurrir, en multitud de campos, no te afecten demasiado en tu interioridad, que no te angustien y no te apenen y no te traumaticen y no te entristezcan más de lo que lo hacen ya. Porque el corazón y el alma y la carne y los ojos no pueden soportar tanta tristeza y tanta pena y tanta angustia… como los transcursos de los tiempos, pueden terminar la partida de ajedrez de los grandes, que están jugando con las piezas que somos nosotros… En esta irracionalidad de tantas razones y argumentos y causas y fines e intereses, de tantos que quieren destrozar, más de lo que ya está, esta realidad humana de esta sociedad, y, de mil entidades e instituciones y realidades, por fines, diversos, fines de todo tipo…
Da la sensación que no conocen el corazón humano, que está hecho de grandes colores de todos lo bueno, pero que puede caer en todos los negros y grises de todos los males. No conocen el corazón humano. No lo conocen, o, se han olvidado de cómo es, en todo el brillo de lo bueno, en todo lo negro de lo malo. No saben que somos, ya el viejo maestro Platón, somos una cuadriga con dos caballos. Estamos llenos de pasiones, libidos, impulsos, deseos que no somos capaces de controlar… Olvidamos que padres destrozan a algunos hijos, que algunos hijos destrozan a los padres –no todos, pero existen-, y, si esto ocurre, qué puede ocurrir en otros ámbitos…
Que las éticas y morales, sean filosóficas o religiosas, intentan de algún modo, que los seres humanos, se autocontrolen y se autoequilibren. No matar la pasión, ni el deseo, ni las emociones pero encauzarlas de modos correctos, porque siempre son fáciles de desbocar, siempre hay razones de presente y futuro, temores del presente y del futuro, siempre hay banderas, que pueden llevar a situaciones límites. Unos, presionan y presionan, y, otros callan y callan, y siguen presionando y presionando y presionando, y, los otros, siguen callando y callando y callando, y, así siempre. Hasta que una mañana, los que están dormidos y callados, callados y callados años y lustros, se levantan y, ya ocurre siempre la misma historia. La misma historia de dolor y de temor y de terror y de injusticia sobre injusticia, angustia sobre angustia, trauma sobre trauma, dolor sobre dolor…
No conocen al ser humano, que es animal racional e irracional. Que tiene en unos momentos más de racionalidad que de irracionalidad, pero la animalidad y la irracionalidad, siempre está detrás y dentro y al lado y encima y abajo… Siempre está en el interior. No dejen que salga como volcán y seísmos y terremotos y maremotos, porque siempre se llevará a demasiada gente y personas con nombre y corazón y alma y sonrisas e ilusiones. Y, volver otra vez, la misma historia, de rencor y re-rencor, de traumas y retraumas, de aquello que le sucedió al bisabuelo y a la bisabuela… Y, otra vez, empezar la historia… la leyenda… otra vez, la misma película con distintos colores de banderas…
Tienes que refugiarte en la paz de tu corazón. No puedes poner solución a lo que vaya a ocurrir. Ya has predicado con miles de palabras, durante decenas de años. Pero la curva se ha ido cayendo y temblando y decayendo. Año tras año, se ha ido nublando el futuro. Ese temor, que en tu corazón arrastrabas desde hace décadas, no ahora. Porque veías venir, lo que vendría, porque escuchabas los corazones de muchos. Pues ya parece, que estamos en el acto final… Por tanto, ya tienes que refugiarte en tu rincón, y, esperar no te toque el zarpazo de algún oso ideológico y de algún color.
Ya, tienes que meterte en tu madriguera, y, que los acontecimientos que vayan viniendo, no sea un dolor más al dolor ya acumulado de décadas. Ya, se está exponiendo la película y el teatro que sabías iba a venir, porque se han hecho demasiadas cosas mal. Porque demasiados seres humanos han olvidado una moral mínima tradicional, porque se han desbocado los corazones y las pasiones. Y, demasiados hombres han olvidado, en un rincón bajo diez llaves al Buen Dios. Y, todo el teatro se está preparando para las escenas finales…
Tienes que refugiarte, para que tanto dolor te vaya afectando lo menos posible… Los que han movido las piezas, que como siempre se marcharán, y te dejarán a ti, con la animalidad tuya y de los otros, a soportar el sufrimiento de la animalidad irracional tuya y de los otros… ¡Y, siempre la misma historia…! Paz y paz y paz y bien…
JMM Caminero
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