A Manuel Lombo (Dos Hermanas, Sevilla, 1979) se le puede definir de muchas maneras: artista, cantaor, divulgador, compositor…, pero sin duda, la mejor reseña, siempre será su música. Su música, y el respeto que destila por todo lo que sea arte, ortodoxia y belleza. Quizás por ello, me insiste, en que prefiere que le llamen ‘cantante’, por todo ese respeto a la palabra ‘cantaor’ y por el que siente hacia el flamenco. Su estilismo, su cuidada gestualidad, el lugar preponderante que le da a la elegancia en cada puesta en escena (y en su vida particular), hablan mucho del respeto que le tiene al público y también, del que siente por Miguel Vargas, Bambino. Artista, donde los haya, que supo sumar a su arte innato el indudable valor de la propia presencia: física, estética y artística. Hablamos con Manuel Lombo y nos dejamos mecer por la cadencia de su voz, por su conocimiento y, sobre todo, por esa verdad que destila, en todo lo que toca. Pasen y lean.
Formación ortodoxa pero también copla, folclore, divulgación en medios de comunicación …, ¿dónde se siente más cómodo?
Es una pregunta difícil porque nunca he podido centrar el tiro en lo musical; siempre me han llamado la atención los diferentes estilos: cada uno tiene un porqué. Al flamenco lo conocí desde muy pequeñito porque pertenecía a grupo de coros y danza; luego estuve en la Fundación Cristina Heeren donde tuve la suerte de aprender de la mano de José de la Tomasa, o Naranjito de Triana. Aprendí a cantar al baile, estuve en Compañías, Tablaos…, pero yo quería otro formato: quería cantar a piano, cantar con otros instrumentos que no fueran la guitarra. Eso me abrió a otros campos a otras músicas, siempre aflamencadas, pero a comenzar a hacer incursiones en otros estilos musicales.
¿Cómo se definiría usted en relación con el flamenco?
Siempre me ha gustado denominarme ‘cantante’ por el respeto que le tengo al flamenco porque lo conozco de siempre y digamos que, se cuáles son sus normas, el modus operanti de un cantaor entonces, prefiero denominarme así. Como cantaor respeto los estilos y me gusta anunciarme acompañado por una guitarra y un par de palmas, ni siquiera me gusta llevar percusión.
Precisamente, así será Recital flamenco, el espectáculo en el cual hundirá sus raíces en diferentes estilos del flamenco…
Está dividido en dos partes. En una primera, hacemos un recorrido por martinete, malagueñas, soleá por bulería…, absolutamente ortodoxo, y luego me gusta siempre incluir algunos temas de Bambino porque me siento muy a gusto haciéndolo. El público demanda esa parte de mí, y porque Miguel Vargas siempre ha sido bandera discutible en el flamenco. Unos decían que sí, otros que no, y yo creo que con el paso del tiempo se le ha hecho un hueco entre los flamencos que no tuvo en su época, siendo él, un artista de artistas ya que para los compañeros de la época era una fuente de inspiración.
Cuando grabé el disco de ‘Lombo por Bambino’ me reclamaron en muchos festivales: las Minas, Córdoba, Suma Flamenca… etc, ¡siempre un guiño me gusta hacer!, y en eso se va a basar el recital.
¿Por qué Bambino, como asegura, ‘le ha enseñado a mostrar su identidad’?
SI, porque yo tuve un punto de inflexión en mi carrera. Venía de hacer diferentes estilos, alejándome de mis raíces, con una obra de mi autoría con orquestación cercana a la canción melódica. Sin embargo, lo de hacer Bambino…, ¡que fue por una casualidad! El Teatro de La Maestranza me lo propuso, y cuando empezamos a hacer la selección de temas, me dije: mira, vamos a grabarlo, y creo que ha sido el año, ¡que más galas he tenido en mi vida! Además, pasó algo muy bonito: como era un espectáculo que ya estaba anunciado, el Teatro decidió poner un segundo día así que, antes de que el disco saliera a la venta y antes de que nadie escuchara nada, nos encontramos con un Maestranza lleno los dos días. Fue un ‘efecto llamada’ para el resto de ciudades andaluzas y eso me mostró lo que la gente, realmente, quería de mí. No puedo dejar de dárselo porque el público, como se dice, es soberano.
¿Qué importancia tiene para usted la estética?
Yo me autodefino como esteta hasta las últimas consecuencias; porque no solo es en el escenario, sino en todo lo que me rodea.
En mi día a día, a la hora de convivir en un espacio, poner una mesa…, yo necesito estar rodeado de belleza porque entiendo que la gente disfruta con las cosas hermosas en la vida, con las cosas que estén cuidadas. El hecho de cambiar de vestuario en un espectáculo, por ejemplo, la gente lo agradece y sobre todo que te vean impoluto, ¡luego soy un desastre! (se ríe) me cuido bastante poco…, pero en la estética si cuido hasta el último detalle. Mire, le cuento un secreto. Estas Navidades, que he cantado en Iglesias con esas temperaturas tan bajas, ¡he pasado más frío que calor! No he tenido la necesidad de cambiarme de camisa, ¿pero sabe? Si lo he hecho con los gemelos que llevaba.
Eso habla mucho del respeto que le tiene usted al público…
Me gusta cuidarlo. ¡Hay gente que se fija en todas las cosas! Recuerdo una ocasión con Antonio Carmona, al que conocía poco, que me dijo que siempre que me veía, salía impoluto, y que era algo importante ¡y que se hacía poco! Me gusta, que todo lo que esté a mi alrededor, sea bonito y sea agradable.
Hace unos días se ha presentado el cartel de la Bienal de Flamenco de Sevilla, ¿qué opina?
Por mi parte estoy muy feliz porque creo que Luis (Luis Ybarra, director de la Bienal) es un aficionado excelente, y veo un programa muy acertado donde se ha recuperado lo que necesitaba. Es una Bienal de Flamenco y me parece interesante y completo. Siempre se quedará gente fuera, ¡como en los toros!, pero me gusta mucho y me complace que Luis sea tan aficionado. Le tengo mucho cariño y respeto al flamenco. Yo, por ejemplo, en los ‘Jueves Flamencos’ de Cajasol, donde soy el director artístico, cuando hago los programas siempre hago hincapié en que traigan espectáculos ortodoxos. Hay cosas maravillosa, que no son ortodoxas, ¡y lo son!. La confusión viene cuando al público se le da algo que no es flamenco. Ha habido años en donde nos hemos preguntado, ¿dónde está el flamenco aquí? Son buenos, sí, son de calidad, sí, ¿son de flamenco?, no. Por mucho que tu sientas algo diferente, el flamenco es el flamenco. Por lo tanto, me he alegrado mucho de esta programación.
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