Según los datos de CCOO, más del 15% de las plantillas del sector de la atención a la discapacidad en Extremadura, que suman unas 4.000 personas, recurren a sustancias químicas para afrontar el estrés, el cansancio, el agotamiento o el insomnio que les produce su trabajo.

El sindicato, a través de su Federación de Enseñanza y la Secretaría de Salud Laboral, ha lanzado una campaña formativa e informativa sobre cómo actuar frente a los riesgos psicosociales en el sector de atención a la discapacidad, que refuerza la que ya inició el año pasado, consciente de la extensión de los problemas de salud laboral que hay en el sector.

En este sentido, CCOO ha organizado en Mérida unas jornadas dirigidas a los delegados y delegadas sindicales en estas empresas y organizaciones para poder actuar con más preparación frente a los riesgos psicosociales y sus consecuencias en la salud.

“El estrés puede además repercutir también en lo físico de las personas y echamos en falta muchas veces la evaluación por parte de las empresas, que no evalúan el origen”, ha subrayado Alberto Franco.

Afirma, además, que no se puede seguir consintiendo que, en muchos centros de trabajo, sobre todo mujeres, “sigan tomando pastillas diariamente sin que se evalúe por parte de la empresa los daños y perjuicios que en estos centros de trabajo se dan”.

Por ello, ha insistido en la petición a la patronal del sector de que forme e informe a los trabajadores y trabajadoras y ponga medios “cuanto antes mejor” para que estos riesgos psicosociales que se dan “desaparezcan”.

Por su parte, la secretaria general de la Federación de Enseñanza de CCOO de Extremadura, Lourdes Núñez, ha señalado que al sindicato le preocupa el sector de las personas que trabajan en atención a la discapacidad por la carga no solo de trabajo físico, sino también psicosocial y emocional.

Así, se pretende con esta acción que los trabajadores aprendan a detectar los motivos por los que están somatizando la carga organizativa y la carga de trabajo y cómo eso afecta a su salud mental y a su condición del sueño, irritabilidad o de “cansancio perpetuo”.

“Todo esto no es más que una somatización de un trabajo que no se organiza adecuadamente y, en el que, en muchos casos, se confunde la voluntariedad con el voluntarismo y se piden acciones más allá de nuestro trabajo porque son personas profundamente implicadas con sus usuarios y sus usuarias”, recalca.

De este modo, Núñez insiste en que realmente el problema se encuentra en la organización del trabajo y los descansos y también en cómo los trabajadores deben atajar esta situación con la ayuda del sindicato, pero también con estrategias personales.

“Muchas veces nos falta empatía, pero también nos falta asertividad a la hora de negociar en las mesas, en los centros de trabajo”, explicaba Núñez.

Núñez también ha apuntado que los centros de atención a la discapacidad son centros de “espectro amplio” y, en ocasiones, albergan, junto a personas con discapacidad, a otras con trastornos de salud mental no diagnosticada, lo que supone una “sobrecarga psicológica y emocional importante”.

Se necesitan medidas preventivas dirigidas a modificar las condiciones de trabajos, porque tal y como establece la Ley de Prevención de Riesgos Laborales hay que actuar sobre el origen del problema, y, en este caso, las condiciones laborales son determinantes

Se trata de un sector muy feminizado con graves problemas de salud laboral como insomnio, depresión o estrés que acaban provocando trastornos en los sistemas cardiovascular, respiratorio, gastrointestinal dermatológico, endocrinológico y músculoesquelético.