De todas las cosas negativas que la historia va dejando como un poso en algunas sociedades, una es no valorar todos los oficios y profesiones del pueblo, a y en todos los niveles.

Dicen, que en la mentalidad japonesa honra al maestro hornero o pastelero o panadero o ceramista que con setenta u ochenta años ha pasado cinco o seis o siete décadas realizando un trabajo, un pequeño oficio, que de alguna manera, con tesón lo ha elevado a perfección, casi en arte, aunque sea electrónico.

El otro día o tarde o ya, ya uno no sabe dónde recoge datos o información, que tampoco uno sabe y conoce la certeza o verdad de ella. La otra tarde o mañana o noche, no sé en qué medio, indicaban que en tal ciudad de Japón, en una callejuela, en una casa normal y típica,  abajo en el solar de abajo, alguien fabricaba no sé que instrumento de precisión que servía para dirigir los cohetes que se enviaban al espacio.

O, dicho de otra manera, que en una casa normal típica, en la parte de abajo, con una puerta normal y rutinaria, existía una persona que llevaba realizando, ya con más de seis décadas de existencia, piezas y artilugios mecánicos de elevada perfección para instrumentos de todo tipo, de la última tecnología. E, indicaba el comentarista que así sucede en casi toda la industria y en todas las ciudades niponas, que cientos y miles de estos talleres pequeños realizan piezas e instrumentos para todas las ramas de la industria.

Aquí, en nuestra sociedad y país, pienso que a nivel regional, y, también nacional deberían hacer y copiar lo bueno de otros lugares, en este caso, esos homenajes, que de alguna forma se realizan a personas, que durante cuarenta o cincuenta años, están detrás de un mostrados vendiendo huevos o dibujando o fabricando botijos o cualquier otra actividad humana. También incluimos oficios y profesiones liberales…

Todo esto me lo ha recordado un artículo La muerte de una lavandera de A. Burgos B. citado en el libro Artículos de Lujo. Creo que en nuestra sociedad y país y paisaje y paisanaje, recordado al viejo maestro del pensar y de la agonía, Unamuno, que yo creo se olvida su importancia en el columnismo –como también en tantas conferencias que hizo, tantos escritos que hizo en política, tantas cartas que redactó, aunque existen libros y algunas tesis tengo entendido existen sobre estas materias, y, también, necesitamos unas nuevas Obras Completas de Unamuno, porque Ortega se ha revitalizado, pero Unamuno duerme demasiado el sueño de los justos, aunque no del todo, aunque se haga alguna película sobre un trozo de su existir…-.