Entre todos los procesos de innovación que se han producido, uno de ellos, en marcha, desde hace décadas es el nombre que se ponen a los nuevos retoños humanos.
No es un tema o cuestión en la que tenga una gran preocupación y ocupación personal, pero es cierto, que se ven y perciben ya en la realidad humana, personas adultas o que entran en la primera fase de la adultez, con nombres, no solo de otras culturas, lenguas, sociedades, antiguas y presentes, sino que surgen, no sé si es legal o no lo es, nuevos nombres casi invenciones de los padres. Como todo articulista que escribe textos, usted debe saber, que tenemos la obligación que ustedes nos permiten tener y disponer, de hablar de todo, pero que no podemos saber de todo a nivel de expertos.
Por lo cual, el articulismo, es más bien, como una especie de sortilegio y artilugio e ingenio que los humanos hemos inventado, precisamente, para que todos recordemos cosas de otros temas, que si no, no los tendríamos presentes. Imaginemos que el lector de esta columna periodística va a su trabajo por la mañana, en bus o autobús o en tren o en cercanías, y, se ha encontrado con esta paella de palabras. Tiene mil preocupaciones personales, familiares, sociales, laborales y laborables. Pero no entra la cuestión de los nombres de las personas. Pues en cinco minutos, se olvida un poco de todos los temas que le ocupan y preocupan en ese día, y, reflexiona mínimamente en esto de los nombres. Cuándo llegue a su trabajo o a su vecindad, encontrará cien personas con cien nombres distintos. Desde este momento, será más consciente de la riqueza de interpretación cultural del mundo humano en cuanto a esta cuestión…
Algunos nombres vienen de origen, de civilizaciones antiguas, no solo quedan los puentes y acueductos y teatros y anfiteatros romanos, o sus ruinas, quedan Aurelios, Antonios, Marcos, etc., que son nombres romanos, también griegos, hebraicos, y, suponemos que algo quedará de nombre cartagineses, del Antiguo Egipto, de los celtas e iberos, etc. Si usted lee el santoral de cada día, sus nombres, encontrará nombres que quizás jamás haya oído, pero que existieron y quizás existen. Hoy, con Internet, se puede saber, cuántas personas llevan su mismo nombre. Y, es curioso consultarlo alguna vez en la vida. Creo que este proceso o aplicación también se produce con los apellidos…
Todo esto, viene a cuento, porque lo he pensado algunas veces, pero también me he encontrado con el notable escritor y articulista Quim Monzó, en una columna, de hace dos décadas, titulada: Kiku-Xavier. Y, nos narra las peripecias que dicha familia, ha tenido, no sé en qué terminaría la cosa-realidad, para poner ese nombre a su nuevo vástago.
No entro, ni relleno en esta cuestión ninguna botella. Cada uno ponga el nombre que quiera, que sea legal y sea moral, y, que representen cosas buenas, porque algunos nombres representan cosas malas y negativas, y, creo que un niño o niña no debe llevar esa carga durante toda su vida. Los padres y progenitores deben ser cautos y prudentes en esto. No carguen a su nuevo niño o niña, con un nombre que le va a condicionar negativamente durante toda su vida –aunque después pueda y tenga el derecho legal de cambiárselo, pero antes de hacerlo, lo habrá sufrido quince o veinte años…-. Aunque a mí, me gustan los nombres comunes de nuestra cultura…
También podríamos hablar de los nombres y sus relaciones con las culturas-metafísicas-religiones, al menos, aquí en Occidente, la cuestión del monoteísmo y los nombres… Quizás, en esto debería aumentar la templanza y la tolerancia. Quizás, las elites religiosas de las religiones monoteístas, cada una, debería reunirse y llegar al acuerdo, que cada persona, aunque se convierta a la nueva religión, pueda tener el nombre que desee, que tenga derecho a mantener el tradicional, o al menos, que sea doble, el de su tradición cultural y otro de la nueva tradición religiosa.
Quizás, así de ese modo, podríamos intentar crear mas cauces de entendimiento entre las culturas y metafísicas religiosas diversas. Aunque lo que necesitamos es que cada persona, pueda convertirse a la fe que desee, y, por eso no sea castigado o sancionado de ninguna manera o forma. Pero de ninguna a ninguna, que en ninguna sea sancionado y marginado y silenciado, por el cambio que ha hecho. Si esto el mundo mundial lo aceptase, habríamos avanzado un paso de gigante, en la tolerancia y en la paz mundial. Aquí, aquí dejo esta sugerencia, que no es invención mía…
Reitero, lo que he indicado ya hace años, la población aumenta, e, Internet cada vez, es algo más real y más presencial la coincidencia de nombres y apellidos. Digo yo, que para que no haya tantas confusiones, incluso en Internet, sea obligatorio, no solo el nombre y dos apellidos, sino el nombre y cuatro apellidos. Creo que este pequeño cambio, facilitaría enormemente mucho la claridad y evitaría muchas confusiones… No deje usted de leer artículos de opinión, porque abre y abrirá su mente, irá notando que la realidad es enormemente rica y ponderada en perspectivas. Y continúe leyendo a Quim Monzó… Paz y bien…
JMM Caminero
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