La vida enseña, que unos pueden decir lo que quieran y hacer casi lo que quieran, y, que otros, no pueden decir lo que crean, ni hacer lo que crean…
Esto, no crean que es solo en un ámbito de la vida y de la sociedad. Es en muchos, pongan ustedes nombres. Unos, que critican una actuación equis, ahora, por determinados intereses y fines, hace equis tiempo, actuaban así. Unos, que predican tal cosa, ahora dicen que no. Otros, creen que solo puede aplicarse a ellos, ese grado de libertad y de hablar y de decir y de hacer, y, los otros que no. Unos y otros… Esta es la realidad, siempre el problema que se puede decir, y, que no se puede decir…
Existe un ámbito enorme o restringido de lo que se pueda decir o no decir, hablar o no hablar, y, diríamos, que todo el mundo está de acuerdo. Algunos están en desacuerdo. Pero entonces, empiezan las restricciones concretas, empiezan grupos o colectivos, que hablan, y dicen, e intentan aprobar y aprueban que quién se meta con las personas que tienen zeta característica, tendrá una sanción o culpabilidad o cualquier cosa o potencialmente un juicio…
Por otro lado, se empiezan a poner restricciones de unas formas tan sutiles con las palabras, escritas en artículos jurídicos o normativizados o reglados, por los cuales, se queda en un campo o paisaje de la duda. Y, ante la duda, un colectivo o grupo o tanto por ciento deja de hablar o de escribir o de publicar o de quejarse o…
Después y al mismo tiempo están que se admiten las normativas de poder hablar y decir y expresar, pero después y antes y en el medio y al lado, están los poderes reales y fácticos, y, estos al final condicionan, cerrando puertas, etc. Pero no crean, le reitero que esto solo puede suceder en áreas o en ámbitos de tal esfera, sino en todas. En mayor o menor medida, en mayor o menos número de personas y realidades y grupos…
Miren ustedes, pongamos por caso con todas las tormentas que esta Piel de Toro está cayendo en estos últimos lustros, miren ustedes, existiendo cientos de periódicos que existen, de mayor o menor audiencia, y, existiendo miles de catedráticos de todas las ciencias sociales y humanidades, y, existiendo miles de políticos en activo y en pasivo, qué poca proporción hablan y escriben y publicar. Sabiendo ellos y ellas todo lo que saben, de teorías y conceptos y prácticas. Los que saben, aunque sea parcialmente, callan y no hablan, y, los que escribimos artículos de opinión, que no sabemos, hablamos y escribimos y publicamos. Los que saben callan, y los que no sabemos hablamos un poquito…
Cuándo los tiempos son movidos y están en crisis y en grave crisis, pues siempre se empieza a hablar de este problema. Algunos creían que en algunos ámbitos esto no se producía o estaba muy reducido, en áreas especialmente, afectivas sentimentales, o en grupos de amistades, pero que en los demás, si en los macrogrupos o en los lugares de trabajo, o en fin. Miren y vean. Cómo en todos hay restricciones de hablar y de decir, unos por prudencia, no hay que hacer mal o daño. Otros, porque no es conveniente, tampoco la realidad-verdad haya que expresarla de forma muy dura y contundente contra otras personas, en fin, la moralidad y la bondad y el bien y la veracidad, debe primar. Pero la realidad es tan compleja. Que uno, no sabe muchas veces, cual es el límite. Con lo cual, lo mejor, es detenerse en una línea y en un lugar y en un ámbito y en una pared. Quedarse corto…
Los que han pasado ya unas décadas por las espaldas y los ojos, son o somos conscientes, que hubo tiempos, aquellos de la restricción del hablar, de la restricción del decir, en el lenguaje oral, especialmente, con extraños, y sin extraños, pero también en la escritura. Aquellos se pensaban que eran tiempos del pasado o de siglos anteriores, o del Antiguo Régimen, o quién sabe, de principios del siglo veinte o…
Pero siempre parece que resucita el dragón y el ogro de lo que se puede decir y de lo que no se puede decir –y, no solo de temas de legalidad justa y equitativa, y moralidad racional y prudente-. Parece que los humanos estamos condenados a eso, a que el chamán del grupo de cromagnones que están pintando Altamira, ha pensado con algunos otros, que no se deben de hablar de determinados temas, que no se pueden hacer determinadas pinturas en la pared, que no se deben hablar en la entrado de la cueva o caverna de determinadas cuestiones o personas… Parece ser, que en mayor o menor grado, las civilizaciones humanas y los grupos humanos, siempre tienen presente, con mayor o menor grado, de lo que se puede decir, o de lo que se puede hablar, de cómo hay que hablarlo o cómo decirlo, hasta dónde se puede hablar o decir, qué conceptos e ideas y argumentos y razones se pueden expresar y cuales no…
¡En fin, usted estimado/a lector/a sabe de lo que estamos hablando, porque yo, yo no lo sé…!
JMM Caminero
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