Unos, dicen que redactan su artículo o columna en treinta minutos, otros, otros y otras indican que tardan varias horas, o, incluso una mañana entera o varios días…
Quizás, haya que separar algunos aspectos o procesos en esto de escribir un artículo: uno, es la búsqueda del tema o de la cuestión o del dato o de lar realidad, y, en eso se puede tardar desde unos minutos a horas o días, incluso yo he estado con algunos temas, como en remojo y madurando el vino, durante meses, hasta que me he puesto a redactarlo. Es más, tengo en la bodega unas decenas de temas, que no sé si terminaré por redactarlos, porque sé el tema, pero no encuentro la tesis o el punto de vista.
Dentro del tema, estaría el punto de vista, perspectiva, tesis o dimensión con el que quieres atravesar ese jamón o paella o cocido de cuestión-tema. La tesis es esencial, un tema se puede abordar como los barcos de los piratas de mil modos y mil maneras…
Por tanto, cuándo ya se tiene el tema y la tesis, que se ha podido tardar en decidirse, unos minutos o ha estado conservando y ganando grados y sabor como el vino, horas o días o semanas o meses o años –y, años sin retórica, esto es una realidad, esto ocurre como realidad, al menos a este escribiente y a otros, de tal modo, que algunos temas y tesis, terminan materializándose en palabras, y, otras se quedan para la otra vida-.
Cuándo ya se dispone del tema y de la tesis o punto de vista, hay que buscar o recordar algunos datos y hechos y conceptos e ideas y argumentos, para exponerlos. Estos, en parte serán de la cosecha del resto de los mortales, otros y otro, quizás sea de la propia reflexión, quizás lleves esa cuestión un paso más avanzado o adelante. Esta es la cuestión.
En este momento, o al día siguiente, empieza la redacción. La redacción puede ser más simple o simplificada o con más retórica u oratoria, con más simpleza en las palabras, o también aportando algo de belleza de imágenes, parábolas, metáforas, tropos, etc. Aquí, ya estaría la situación concreta de la materialización del producto, es decir, hacer el pan y cómo se hace y con qué forma y con qué adornos, como cristaliza algo que está en la cabeza y las carnes, en algo real de palabras y símbolos y signos gráficos y tropos…
En este último proceso o paso de un artículo, puede tardarse una media hora o una hora, según autores y según días y según temas y según situación personal. Después, la corrección y la redacción, algunos tardan otra hora o dos horas o una mañana, y, otros solo lo corrigen, porque piensan que el inconsciente también tiene que formar parte del guisado de la columna personal y literaria –se me ha olvidado indicar, que estoy hablando del artículo de opinión, personal y literario, no hablo de otras secciones de la información periodística, o de incluso de artículos de análisis-datos que otros llaman-.
Ya, terminado existe una duda, se envía ese artículo al medio en que publicas, o si editas en varios, en cual encajaría mejor. O, no tienes más remedio que mostrarlo en unos minutos, porque las redacciones están esperando. O, quizás, te digas, este no puedo publicarlo, no quiero problemas con los poderes reales o con alguna figura, o porque el medio que me publica, no le gustará y no le agradará, o, incluso al público lector. Es decir, ya terminado, ese artículo puede quedarse para hacerse realidad a los ojos de los otros, en forma de libro, junto con otros artículos en el futuro, o, incluso meterlo e insertarlo en los archivos para la posteridad y quedarse en el silencio…
Pero estimado lector o lectora, todo lo anterior no es cierto, ni es verdadero, o solo lo es, en parte. Un artículo escrito es la consecuencia no solo de ese proceso anterior que hemos narrado, que también lo es, sino que en general, es el proceso de muchos años de observación, pensamiento, lectura, reflexión, escritura, escucha, diálogos, etc.
Dicho de otro modo, este modesto artículo que usted puede pensar que se ha hilvanado y esculturizado en unas decenas de minutos, no se engañe, es el producto de más de cinco décadas de reflexionar, pensar, observar, estudiar, escuchar, oír, cantar y llorar de una vida. Aquí en este artículo, aunque usted no lo crea, es el final, por el momento, hoy, de un caminar que este escriba y escribiente ha arrastrado como individuo décadas, desde que nació de alguna manera, más consciente desde la adolescencia, pasando por cuestiones y problemas y lecturas y pensamientos y experiencias filosóficas, teológicas, científicas, culturales, artísticas y todo lo que la vida le ha ido trayendo…
Este artículo, como todos los que hacemos columnas de opinión, sucede lo mismo con el pan que hace el panadero o el vino del vinatero, es consecuencia de miles de días, de miles de horas, de miles de alegrías y de miles de penas, de miles de búsquedas… Este artículo periodístico que usted, puede que no aprecie, aunque no lo sepa, es el eco y reflejo de decenas de miles de horas de observación, reflexión, lectura, pensamiento, meditación, de alegrías y de penas. Este artículo es un reflejo de usted, sí de usted estimado lector o lectora. Usted es el que ha escrito este artículo. Usted.
JMM Caminero
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