La planta fotovoltaica Francisco Pizarro, la más grande de toda Europa, se ha convertido en un ejemplo de convivencia de los nuevos desarrollos renovables con la protección del patrimonio natural.
Durante la puesta en servicio de la última fase del proyecto, de 36,279 MW entre las localidades de Aldeacentenera y Torrecilla de la Tiesa (Cáceres), Iberdrola ha llevado a cabo un proyecto destinado a la protección aves esteparias, en colaboración con la Sociedad Española de Ornitología (SEO).
En concreto, se ha realizado una campaña de seguimiento de aves esteparias para identificar y proteger una zona de campeo del sisón común. Gracias a esos trabajos, la energética ha reconfigurado una pequeña fase del proyecto de la planta solar para proteger a esta ave.
Además, se han realizado medidas específicas para la mejora de hábitats forestales de fauna, como la creación de un centro de reproducción controlado para la cría de conejos, la instalación de cajas nido y el establecimiento de zonas de protección de alimentación de aves.
Asimismo, la planta cuenta con un plan de integración en el medio ambiente que permite el uso de los terrenos como pasto para la ganadería ovina de la zona, con lo que se garantiza en todo momento la preservación del entorno natural en un ejemplo de convivencia entre el desarrollo de energía renovable y el medio ambiente.
Una planta premiada por su integración ambiental y social
Las medidas llevadas a cabo para la integración ambiental y social en la planta Francisco Pizarro le valieron a Iberdrola la obtención del premio “Sustainability Day”, en la categoría de empresas. Este galardón, impulsado por Compromiso RSE y “Equipos&Telento, busca reconocer las mejores prácticas en sostenibilidad.
Con una inversión de más de 300 millones de euros, la planta fotovoltaica Francisco Pizarro, con sus 553 MW de capacidad instalada, permite dar energía limpia a 334.400 hogares al año. Es la planta más grande de Europa y el mayor proyecto de este tipo puesto en marcha por Iberdrola en todo el mundo. El parque suma 1.494.240 módulos fotovoltaicos y 13.724 seguidores —estructura móvil que une la placa solar con el suelo y que permite maximizar la producción de electricidad—.
El parque solar, situado entre los municipios cacereños de Aldeacentenera y Torrecilla de la Tiesa, ocupando una superficie de 1.300 hectáreas, se ha convertido en un elemento dinamizador del tejido industrial y del empleo local, en cuya construcción han trabajado más de 1.500 personas en sus periodos de punta, de las que un 60% han sido trabajadores de la provincia.
Renovables y conservación en Extremadura
El proyecto de Francisco Pizarro es el último ejemplo de convivencia y desarrollo entre la producción de energías renovables y la conservación del medio natural, pero no el único. Otro parque fotovoltaico, el de Ceclavín (Cáceres), se ha convertido en un refugio para el “topillo de la cabrera”, una especie endémica en regresión y que gracias a las condiciones de este espacio ha encontrado un lugar en el que poder asentarse y crecer en número de ejemplares, según un estudio elaborado por biológicos de EMAT que califican esta planta cacereña como “un hábitat perfecto”.
En la misma línea se sitúa la planta fotovoltaica de Campo Arañuelo III, situada en la localidad de Romangordo (Cáceres), en la que un estudio medioambiental confirmó que se trata de “un espacio tranquilo y altamente aprovechable” para la fauna silvestre. Allí viven, al menos, 10 especies diferentes de mamíferos y más de 60 pequeñas aves, tal y como recoge la investigación, realizada con técnica de foto-trampeo. El estudio calificó la planta como “un entorno favorable para la fauna autóctona”.
Estos ejemplos dan cuenta del compromiso de Iberdrola con las buenas prácticas medioambientales en el desarrollo de las plantas fotovoltaicas.
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