Toda persona que se dedica a un oficio o profesión o vocación, tarde o temprano se tiene que preguntar por la esencia y los accidentes de ese oficio. Esta es la cuestión.
No hay escritor que no lo haga, pero cualquier persona de cualquier arte. Pero no hablo solo del escritor y de la escritura y de dichos oficios, que son múltiples, al final, un diseñador de campañas publicitarias, en los mensajes que hacen son escritores, un viñetista en las palabras que expone con el dibujo es un escritor también, cualquier persona que habla, si va buscando palabras y frases e intenciones, también es un escritor que escribe en el aire, palabras al aire. Hablo cuándo hablo del escritor, es un símbolo, pero hablo de los quince o trece mil oficios que existen o existan en el mundo.
Usted, una frase que hable del escribano, puede aplicarla a su propio oficio, y, al de la literatura o de las letras en general. Así, usted tendrá dos miradas, le podrá servir este artículo, tanto si hace o vende botijos, como si es arquitecto, como si es tendero, pero además, quizás pueda entender un poco mejor a los que escriben. Los que escriben mezclan mundos dispersos: ideas, conceptos, imágenes, percepciones, representaciones mentales, argumentos, recuerdos, y, mil otras cosas. Por eso, toda escritura es diferente, no hay que esforzarse por el estilo, es como el andar, cada uno anda de una manera diversa, y, según edad.
Yo, supongo que estoy en la etapa cultural de la Transición, otras llaman postnovísimos, otros neoexpresionistas… pongan ustedes el nombre que quieran, pero en esto de la cultura, se dividen por etapas o generaciones, estaría en ese puente-camino de los años setenta y ochenta, pongamos el nombre de la Transición española. Es cierto, que algunos y algunas figuras y personas y personajes como escritores han tenido éxito y nombre y han podido vivir de ello, en mayor o menor medida, pero otros, no hemos obtenido nada más que noes y silencios y vacíos y esperas, porque el oficio de escribir, están formados, por aquellos que les otorgan muchos laureles, y, aquellos otros, que solo reciben el silencio.
No me quejo, quizás, quizás, si quizás, no lo merezcamos, y, como decía el burgués parisino, al futuro yerno poeta, malo es competir con los coetáneos, que usted tendrá que competir con los poetas que respiraron hace mil o dos mil años, mucha competencia es ésta. Porque no nos engañemos usted como escritor tiene que competir con Homero y Dante y Shakespeare y Cervantes y Calderón y Joyce y Dostoievski y mil otros más. Mucha competencia es, muchos panaderos intentando vender pan al mismo tiempo…
Creo que el articulismo de opinión es un género literario, y, si alguien lee alguna columna personal propia, sabe que de vez en cuando cito a otros columnistas, estoy haciendo un modesto recorrido por el articulismo hispánico español, de estos tres siglos, en cualquiera de los idiomas. Creo que ya llevo unos cientos de nombres, cito artículos, en algunos casos producciones de sus artículos. En fin, como la naturaleza y el momento y el azar y Dios dan a entender. Hoy, me he encontrado, con un artículo del notable escritor y articulista Julio Llamazares, titulado: El oficio de escribir, publicado el 23 de enero del 2001, en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, aunque yo he encontrado una traducción al español, que supongo la habrá hecho el mismo autor.
Unos, entienden que el oficio de escribir es narrar historia, otros que es contar detalles, otros que es buscar argumentos y datos y realidades, aquellos escriben y jamás reciben ni un dinar, ni un céntimo de euro o dólar, otros dicen escriben al dictado de un X, individual o colectivo, otros que la hipoteca o los hijos le pesan mucho en sus dedos o en sus labios o en su conciencia o en su corazón, otros redactan textos sabiendo que apenas nadie los lee, no más de una decena de ojos y almas, aquellos que son los más que posiblemente se pierdan sus textos, y, mil otras realidades…
Personalmente en este estadio de mi existencia, creo que me conformaría, o al menos, sería un pilar que las Autoridades Administrativas o las Entidades privadas crearán sistemas para que cualquier escritor, pudiese enviar sus manuscritos publicados o no, o, y, sus pequeñas autoediciones, para que se conservasen para el futuro. Creo que eso es un derecho para miles y miles y miles de miles que se dedican toda la vida a escribir, y, apenas obtienen nada o casi nada.
Creo que la sociedad le debe una justicia hacia esas personas, que se pasan toda la vida, treinta o cincuenta años, haciendo versos o novelas o ensayos o teatro o artículos, que quizás sean de quinta categoría. Pero creo que merecen, que esas obras queden para el futuro, aunque solo sea para investigadores… Porque esas personas también son escritores, aunque sean escritores fracasados o fracasados escritores… Pero nadie quiere recoger este guante o avión de papel. Paz y bien.
JMM Caminero
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