No podemos negar la realidad del dolor-sufrimiento-angustia-pena, pero tampoco podemos negar que siempre ha existido espera-esperanza, para vivir y sobrevivir y respirar.
Todos los tiempos tienen cosas buenas y cosas menos buenas. Todos. Aunque yo creo que el tiempo que nos ha tocado vivir, si viviesen nuestros bisabuelos les parecería que hemos llegado casi a un paraíso terrestre. No somos conscientes de las enormes dificultades de la vida hace un siglo, hace cien años, no olvidemos que todos los líos que se formaron en Europa, en el siglo veinte, hasta la primera mitad del siglo veinte, era porque demasiadas personas no tenían un mínimo de y para sobrevivir y de y para vivir.
Sin esperanza no se puede vivir y sobrevivir de forma correcta, todo ser viviente, tiene sus penas y sus sufrimientos –supongo que los animales, en la medida que sea, aunque no sean conscientes también-. Por tanto, el problema es que no nos enseñan, a saber y aprender que tenemos que tener dolores y angustias y penas. Una cosa, es que no debes buscar los sufrimientos, porque muchos nos los buscamos nosotros. Otros, nos vienen. Por tanto, tendríamos que aprender y aprehender a no buscar y buscarse sufrimientos, ¿y, cómo se busca o encuentra y hace cada uno, se produce sufrimientos a sí mismo…? Pues es fácil, es haciendo realidades o cosas o actos o palabras que van en contra de la verdad y veracidad y del sentido común y de la prudencia del momento o de la situación concreta.
Otra fuente, de crearse sufrimiento, a mi modo de ver, es no llevar una vida psicológica y psicológica moral y moral adecuada y verídica y verdadera. Si usted bebe demasiado, por la razón que sea, al final y en medio, le vendrán graves problemas de conducta, consigo mismo, con su familia, con el trabajo, tendrá que ir al sistema médico de curación, etc. Pero lo mismo que le digo el alcohol, podría indicarle decenas de otras causas: los juegos, la pereza de no querer hacer nada o casi nada, la pornografía, y, otras realidades…
En este viaje por el articulismo que vamos haciendo, hoy, hoy ha tocado otra vez, al maestro Alcántara, Manuel Alcántara, posiblemente, uno de los veinte más importantes articulistas de opinión y literarios de estos tres últimos siglos en nuestra sociedad, que publicó una columna titulada: El tamaño de la esperanza, en AEHCOS Magazine, en 2004. Los humanos no pueden vivir sin agua, sin garbanzos, sin seguridad sobre su cuerpo y mente, pero tampoco pueden vivir sin esperanza. Una esperanza racional y razonable y buena y bondadosa. Una esperanza para poder vivir y sobrevivir mejor. La esperanza es la sal o el azúcar y la miel que permite en las épocas de tiempos negativos seguir adelante. Y, quién, si saliésemos a la calle hoy, incluso admitiendo que hoy se vive mucho mejor que hace tres generaciones, quién no llevaría y llevará un dolor en su alma, en su corazón, en su carne y en su mente. Siempre tenemos un dolor, cuándo no varios. Unos, duran años y otros meses y otros lustros y otros días… Es la realidad.
El problema es, igual que aprendemos a leer y escribir y a nadar y a conducir el vehículo, tendríamos que aprender y aprehender a sufrir, no por sufrimientos que nos busquemos nosotros. Aprender a sufrir debería ser, no sufrir. Aprender a no meternos en sufrimientos que son malos y negativos. Evitar los sufrimientos sin necesidad. Y, por otro lado, existen otros sufrimientos y angustias que son casi ley de vida.
Debes aprender, al menos a una edad, que tus progenitores, pues, pues de momento tienen que fallecer. Por tanto, si te vas preparando de forma racional y moderada a esta pérdida, pues es mejor, siempre que vayas teniendo una edad apreciable. Y, en tercer lugar, aprender a soportar y sobrellevar y curar y superar los sufrimientos y penas y angustias que no esperabas, pero que te vienen… Créalo, a todos nos vienen realidades de este tipo que no esperábamos. Muchas veces, de personas que no esperábamos.
En el mundo griego antiguo y el romano antiguo y en el mundo cristiano y en el mundo hebraico, de alguna manera, se enseñaba a las personas que existen los días alegres y los días tristes, y, es más, en los días alegres suele haber realidades tristes, y, en los días tristes realidades alegres… Es así la vida, el aceite se mezcla y se combina con sal o pollo o azúcar o vino o…
Todos los humanos tenemos un deber, de ofrecer y ofrecernos una espera y esperanza racional y razonable, a nosotros mismos y a los demás. Nosotros los articulistas, tenemos la obligación, de indicar a las personas, que después de la noche viene el día, después de la tormenta la calma, que no tome ninguna decisión que sea inmoral, que no tome ninguna decisión que sea no legal o no jurídica, que no tome ninguna decisión que vaya en contra del sentido común, la prudencia, la racionalidad, y, el verdadero saber… Y, así, tendrá unos instrumentos para luchar contra la desesperanza.
Y, si está muy en desesperanza y muy desesperanzado y muy triste y muy melancólico y muy depresivo, vaya al sistema de salud, para que le ayuden. Vaya al cura del pueblo para que le ayuden. Vaya a personal preparado de forma ortodoxa y científica para que le ayuden. Mientras tanto lea artículos del gran Manuel Alcántara, uno de los veinte grandes articulistas literarios de estos tres últimos siglos…
JMM Caminero
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