Pinocho es uno de los cuentos más famosos de la literatura infantil. Escrito a finales del siglo XIX por el autor italiano Carlo Collodi, su historia de un muñeco de madera que cobra vida ha sido adaptada en numerosas ocasiones. La compañía cacereña Maltravieso Teatro que dirige Isidro Timón presenta este mes su propia versión para marionetas, con música y canciones, que provocará risas y diversión a sus espectadores. Se estrena el 29 de diciembre en el Gran Teatro de Cáceres a las 12.00h y el 19 de enero iniciará gira por Extremadura.
No es la primera vez que Maltravieso Teatro recurre a las marionetas en sus espectáculos. Aparecieron en El desván de nunca jamás y en la versión infantil de Encuentros al viento. Además, aunque no sea estrictamente una marioneta, el dragón de La leyenda del dragón, estaba articulado por tres personas subidas en zancos. Pero sí es este el primer montaje de la compañía cacereña cuyos personajes principales son marionetas (Pinocho, Grillo y Genio), que se alternan en escena con otros (Tero, Zorro y Gepeto) interpretados por los actores Luis Prieto, Ana Báez y Máximo Leal.
“Hace tiempo que teníamos ganas de llevar Pinocho al teatro”, explica Isidro Timón, autor además de la dramaturgia, el espacio escénico y de las marionetas. Esta adaptación “nos trae a nuestra realidad un muñeco que cobra vida y que vive una vida que no le corresponde, con su sueño de ser niño, que quiere ser importante, famoso, ganar dinero para ayudar a los suyos, y que le quieran mucho, aunque se sepa diferente”.
Con aire de pequeño musical, Pinocho ha contado, como en otros espectáculos de Maltravieso Teatro, con Lorenzo González, profesor de canto, comunicador musical, guitarra y segunda voz de Robe Iniesta. Su música (con tres canciones, entre ellas la pegadiza canción de Pinocho, escritas por el propio Isidro Timón) y su espacio sonoro van más allá de la mera ilustración y se convierten en un elemento narrativo de la obra.
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Timón y su equipo han tomado del Pinocho original algunas de las aventuras más interesantes para montar una historia atractiva en la que marionetas (las de guante y las bunraku japonesas) e intérpretes se suman a las acciones desarrolladas mediante las técnicas de teatro negro (actores vestidos de negro para lograr cierta invisibilidad manipulan las marionetas). Aunque los temas en los que hace hincapié este montaje se deslizan sin énfasis durante la representación, destaca, según Timón, el de las mentiras, “ese desobedecer continuo, esa curiosidad permanente que causa tantos disgustos a Pinocho, y que le lleva en nuestra obra no a un mundo de juguetes o a lo Disney, sino al de las pantallas, al de los niños que se pasan siete horas deslizando el dedo y viendo vídeos”. Ese “mundo de jauja” de hoy, dice Timón, “es una de las trampas en las que cae el personaje”. Haciendo esta crítica a lo digital, el autor extremeño, en coherencia, ha renunciado al uso de elementos digitales en su Pinocho (como el mapping o el vídeo, “lo que hubiera sido más sencillo”) para asumir cierta antigüedad, cierta pureza teatral. “Queríamos volver a lo artesanal, a fascinar sin recurrir a lo digital, porque no tenemos mucho aprecio a lo que está pasando, a cómo afecta a los más pequeños, a su capacidad de jugar, de crecer, de hacerse como persona”. Y así conseguir que “la gente se olvide de la inmediatez de las pantallitas y viva el teatro y este Pinocho como un antivirus de lo digital”. |
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