Quien no olvida que fue azafato en los cursillos de Jerez, ayudante de producción o asistente en la vorágine que supone poner en marcha uno de los Festivales Flamencos más importantes del mundo, no puede ser nunca, un mal director. Guste más o menos la programación. Carlos Granados (San Fernando, 1988) coge las riendas de un Festival que abrirá las puertas de su XXIX edición con un total de 45 espectáculos, 10 estrenos absolutos, 2 nacionales, 4 regionales y 3 presentaciones de discos, entre los días 21 de febrero y 8 de marzo. Una maravillosa locura, que él acepta con ilusión y generosidad; y un encuentro ineludible para los que amamos el flamenco, la danza y todo lo que, este generoso arte, es capaz de alumbrar. Bienvenidos a Jerez.

Buscan, en esta edición, el traspaso de conocimiento de un arte de maestros a discípulos. Fíjese que esperaba encontrarme sobre el escenario, ese pase de trastos, hablando taurinamente…

Producir es muy difícil y si hubiéramos tenido tiempo…, pero la idea si está ahí. Fíjese, tenemos a Eva La Yerbabuena con su obra ‘Oscuro brillante’ el sábado 22 de febrero que, al día siguiente, está coreografiando y dirigiendo a su alumna Rocío Garrido, en ‘De vidas’. También, por ejemplo, cerrando la edición en el Centro Social Blas Infante estará Gloria del Rosario ensalzando la figura de su maestra, Merche Esmeralda en ‘De tu mano’, que también estará como artista invitada sobre el escenario. El año pasado cerramos con la despedida de Manuela Carrasco y este año tenemos a Manuela Carrasco hija que se postula como gran figura. La mirada en el relevo generacional de maestros a discípulos del arte flamenco no es literal, pero si es una ‘bendición’ a los discípulos.

Usted ha estado ejerciendo como asistente de dirección hasta ganar el concurso para dirigir la fundación municipal Fundarte, la de la que dependen el Teatro Villamarta de la localidad gaditana y el Festival de Jerez, ¿cambia mucho el Festival cuando se deja de ver el toro desde la barrera?

Claro, ¡cambia mucho! La emoción del Festival, que he vivido desde otras perspectivas, es la misma. La ilusión, los cursillistas, el entusiasmo de todo el mundo antes de arrancar el festival…, cambia el trabajo y la manera de afrontarlo. Antes era un mandao y ahora tengo otras labores que son también muy bonitas. Ha sido muy complicado. Es uno de los retos más difíciles a los que me he enfrentado en la vida. Ha sido un trabajo de introspección, no personal, pero mi huella estará de alguna manera. He recordado mucho…

¿El qué?

Los momentos de producción, de azafato en los cursos estando, controlando el acceso, echando una mano con los maestros con la sala de cursos y también de mi trayectoria. Cuando entro en la dirección del Teatro, me llegan los recuerdos, ¡no me había parado a pensar! Voy para adelante, y no me había parado a recordar. Remueve mucho y de ahí viene ese enfoque en esta edición: en ese relevo generacional desde la naturalidad del traspaso del conocimiento. De maestros a discípulos, de maestros a alumnos, de abuelos a nietos. Eso quería destacarlo porque no estoy inventando nada nuevo, es encender la luz para tomar conciencia de lo que ocurre siempre para disfrutar ese traspaso, ese rito de paso de la mano de sus maestros que los amadrinan…, disfrutarlo es bonito y generoso.

¿Se siente parte de ese traspaso?

Si, al final de alguna manera es lo que yo represento sin querer. Represento un relevo generacional, aunque yo sigo llamando a mis maestros. Recuerdo los consejos que me dieron en su día y que ahora me son muy útiles. Que exista la convivencia generacional me parece básico y a eso hay que darle su sitio

En esta edición encontramos mucha danza, flamenco, por supuesto, y cuplés. ¿Al flamenco le cabo todo?

Hay mucho desconocimiento en torno al cuplé, pero tiene mucho que ver con el discurso del flamenco. Se podía disfrutar en los cafés cantantes y con el tiemplo sería copla, lírica…, yo soy un enamorado de este género. El 3 de marzo tenemos a la bailaora malagueña Luisa Palicio que presentará el Work in progress ‘El penúltimo cuplé’ ambientado en la España de comienzos del siglo XX que tiene como protagonistas a un grupo de mujeres que se subió a los escenarios para defender un género considerado ínfimo pero que cambió por completo la historia del arte y la música. El flamenco, como las artes vivas, se toca con muchos géneros, ya sea influido como influyendo.

¿De qué se siente más orgulloso de esta edición?

¡Uy! ¡Qué buena pregunta! No lo sé, me cuesta mucho pensar estas cosas…, se acaba un Festival y ya estoy en el siguiente. Estoy orgulloso del programa que ha quedado, del discurso y del equipo que tenemos. Somos pocos, pero hemos sacado adelante uno de los mejores festivales del mundo. También estoy orgulloso de los artistas que han aceptado criterios, propuestas, y han confiado y aceptado, ¡eso me enorgullece también! Ver que confían en tu manera de entender, ¡eso me gusta mucho! Y el cartel que es maravilloso, ¡es un trabajo increíble de Daniel Diosdado! Nos ha costado, pero desde distintas propuestas hemos llegado a un punto intermedio. Me enorgullece que el teatro esté presente en el cartel, que nunca ha estado. El cartel muestra que hay futuro. En el flamenco hay mucha gente joven con fuerza y buena fe.

La Bienal de Flamenco de Sevilla ha sido un éxito de venta y público, ¿es un espejo donde mirarse?

La Bienal es un referente también y creo que ha sido una buena edición. Me he podido escapar poco, pero me llegaban las cosas, aunque quería distanciarme un poco, no quería repetir los espectáculos ¡aunque me hubiera encantado! Pero me miro, conociendo las diferencias que tenemos. ¡No tiene nada que ver! tenemos una esencia distinta. Me he fijado más en Jerez, en cómo recordaba el festival y en como plasmarlo aquí. Son dos semanas de mucha ilusión, y mucho arte.

Palop Flamenco