Se recuerda lo que se vive, se vive lo que se recuerda, se mezclan y combinan ambas cosas con lo que se imagina. Los dos viajeros reales o imaginarios arrumbaron a/en Cáceres.

Se mezclan recuerdos de la ciudad, de las imágenes de la ciudad, de las fotografías de la ciudad, del calor de la ciudad, de los recuerdos de haber ido varias veces, de las iglesias como templos del misterio y de la metafísica hecha de piedra. Todo se combina y se mezcla, y surge una pieza de palabras e imágenes con palabras e ideas. Que el receptor nunca sabrá de lo contado, siendo real, qué es concepto o idea o imaginación o percepción o entendimiento o comprensión. Qué es y qué no es. Al final, toda ciudad es un símbolo y todo lo religioso y metafísico es el palacio del misterio.

Combinaremos fechas y datos y días y horas, como un cocido que es una mezcla de todo, como toda comida de alimentos, combinaciones de cócteles de cosas, siempre con fuego y siempre con agua y siempre con sal y siempre con aire, en un plato. Aquí, combinaremos lo material y real con lo espiritual y lo trascendente y Trascendente. Es un intento de llegar a una ciudad por dentro, esos entresijos del alma que recorren todos los vericuetos y caminos del yo. Porque al final, desde Chauvet, Lascaux, Altamira –ahora el Cerdo Verrugoso de las Islas Celebes, de cuarenta y cinco mil años-, quizás todo arte sea religioso, todo lo religioso se expresa en alguna forma de arte o artes, aunque sea abstracto y geométrico. Las palabras son las abstracciones del corazón y de los ojos.

Según los periodos de la historia de nuestro terruño, también afecta a la Semana Santa, esta es la realidad, según los acontecimientos, en tiempos determinados muy exaltada, en otros perseguida, en aquellos otros los santos se queman en las plazas de las iglesias, -la mayor plaza del pueblo, casi siempre-, en otros personas de carne y hueso, se flagelan, en otras etapas, crisis social y económica, se reducen las procesiones, se reducen las personas, quizás ante el temor, en La Transición sucedió aquello, recordamos como en alguna ciudad, no existían cofrades suficientes, para trasladar los pasos, se tuvieron que mecanizar.

Haremos, Dios mediante, una síntesis-resumen-abstracción del yo y del nosotros ante un acontecimiento y una ciudad. Algo surrealista y simbolista. Algo, un acercamiento nuevo y entrenuevo a un hecho, que tanto lo hemos visto en imágenes, en videos, en colores de fotografías, en olores, en presencia. Nadie que haya nacido aquí, aquí en Iberia, nadie ha dejado de ver un “paso”. Nadie, es el destino y el misterio de nosotros. Siempre como el refrán o estamos detrás de los pasos, con veneración en el rostro o detrás de los pasos dándoles palos a los curas. Es aquello del periodista extranjero, de una de las tantas revoluciones acontecidas, “no entiendo esta revolución, en vez de tomar las fábricas van a las iglesias y sacan los santos y los tiran en la plaza”. No creo que seamos diferentes a otros pueblos, pero algunas notas distintas las tenemos, como todos.

El Santo Entierro y la Soledad recorren las piedras de Cáceres, nosotros de alguna manera con ellas, volvemos a los tiempos sin luz eléctrica, los tiempos de las antorchas, las sombras que se abren caminos por las paredes. Se recorre el silencio del alma. Una procesión es algo que se recorre por dentro. Hay que estar, hay que dejar que el mundo exterior entre, toda esa mezcla de sonidos y silencios y pasos, en la no-luz de la noche para buscar la luz del espíritu. Para convencernos que no solo somos materia y no solo somos carne, sino que creemos o deseamos creer que quizás, seamos algo más que ojos de carne y lengua de carne. Es todo. No es teatro, es metateatro casi religioso o casi sagrado. Es algo más. El hombre inventa el mundo, y, el mundo inventa al hombre. Todo se mezcla y todo se combina. La emoción y la idea, el sentimiento y el concepto, el recuerdo y el deseo, el pasado y el futuro-presente…

Dentro de los monoteísmos en Europa, en el Mediterráneo, se lanzaron flechas y lanzas, las dos posiciones, los que no desean situar ninguna imagen, porque Dios o el Ser Supremo o el Ser Infinito no puede ser representado como nada, ni con nada, ni como imagen, es lo Abstracto de lo Abstracto. Y, aquellos que indican, que si El Nazareno es Dios, Hijo de Dios, Unigénito de Dios, Segunda Persona de la Trinidad, y que si podemos representarlo ya que se hizo carne y Carne, y, como carne y Carne, la mente humana limitada, con sumo respeto se puede representar. Y, así estas dos posiciones han estado insertas en los siglos cabalgando por los cimientos de la historia. En nuestra historia de nuestra sociedad y país, de momento, un momento que permanece ya muchos siglos, la imagen recorre las calles, la imagen sagrada, quizás heredera de alguna manera, de las procesiones antiguas del Mar Mediterráneo, aquellas fiestas y procesiones religiosas de la Antigua Grecia, de la Antigua Roma, del Antiguo Egipto… Solo seguimos sus pasos, solo eso. Ahora con El Nazareno, con La Virgen María, con los distintos sucesos, “pasos” se denominan de la Historia e historia de un tal Jesús de Nazaret, que aunque no lo admita usted como Dios, ni como Profeta, ni como Mesías, al menos debe reconocer, que no hay nadie en la historia e Historia humana de todos los tiempos, que en tres años o cuatro, algunos indican montó una revolución cultural y religiosa y metafísica, como jamás se ha visto en los miles de siglos que llevamos bajo las paredes del cielo azul y blanco y gris y negruzco…

Cada Semana Santa existe la lucha entre el toro de la lluvia y el toro de la no-lluvia. Antes, expectantes para que no sucediese, al menos durante tres o cuatro horas, ahora, todo el mundo mirando el móvil. Pero la Semana Santa, existen infinitas, según cada corazón, cada carne, cada alma, cada edad. No es lo mismo cuando eres niño, que cuándo estas a media edad, que cuándo ya sabes que estás en el último tramo de la vida, de la vida aquí en la tierra. Sin saber muy bien si existirá Otra Vida, para cada persona, o creyendo que si existe, o deseando que si exista. Dónde se mezclan, cientos de miles de recuerdos o de ideas o de conceptos, en esta cabeza que tenemos, que no sabemos como es, y lo que contiene. Pero pasa el plazo y miras, ahora, se cruzan cientos de destellos de luces, son las fotos con esos artilugios que parecen trozos de pastillas de chocolate, que sirven para comunicar el corazón de dentro con otros corazones, y, también, es una cárcel para muchos. Pero la Semana Santa continúa…

Corona de espinas, clavos, sangre, sudor, dolor. Todos esos componentes de la vida. Cuánto nos dirían las piedras de las calles, cuánto nos expresarían los cimientos del corazón de cada uno. La Cruz, España es la tierra de las cruces, no irás a ningún pueblo o aldea, que no halla una cruz, una Cruz del Nazareno… La cruz y la Cruz como símbolo y signo y metáfora y parábola del ser humano, de ese aspirar a la Eternidad, de ese aspirar a no sufrir. Sufrimos para no sufrir. La Semana Santa es un artilugio que los humanos hemos descubierto o hemos inventado o se nos ha revelado o se nos ha inspirado, para intentar curarnos de los sufrimientos, penas, angustias, dolores, depresiones, tristezas que los humanos sufrimos. De los traumas y heridas profundas que arrastramos. Las personas miran la cruz y La Cruz y miran el Crucificado, saben que es una escultura o una imagen tridimensional, pero su mente y su corazón y su alma y su carne, perciben que es Algo más. Son ellos clavados a una cruz. Muchas cruces van por las calles, no solo la gran Cruz levantada, sino la cruz de cada uno, aquella mujer acaba de fallecer su hijo, aquella otra, viene a pedirle que su marido sea mejor, aquella otra sonriente y nueva esposa espera que el futuro sea halagüeño, aquella otra desea quedarse embarazada, aquella otra, no sabe como curar las heridas de su infancia… todos llevan sus cruces, los hombres y varones también…

Puede ser usted o yo, o su vecino o vecina del quinto, ateo o agnóstico o increyente o no creyente, o fiel de otra religión no cristiana, pero La Semana Santa, es un misterio y un enigma de lo humano, es como el líquido que ha ido prensándose y curándose en la bodega de la historia durante siglos. Es la realidad de la metarealidad, es la metarealidad de la realidad.

Íbamos hacer un texto de palabras e imágenes y conceptos relatando varios pasos, varios días. Pero la mente y el tiempo y el consciente y el inconsciente, nos ha dejado solo en una. Esa una, una procesión y un solo día. Es el símbolo de otros. Usted acérquese a la que quiera, a los días que desee. Aquí, ese viaje interior y exterior, simbólico y real, aquí, en El Santo Entierro y la Soledad de Cáceres. Aquí y allí. Sumérjase en las calles de piedra y aire, de nuestras ciudades, encontrará alguna procesión, que le dirá mucho de usted, no tiene que viajar diez mil kilómetros, posiblemente esté a su lado, a unos cientos de metros, a unas docenas de miles de metros. Y, si puede vaya alguna vez, alguna tarde-noche, a la Procesión del El Santo Entierro y la Soledad de Cáceres.

JMM Caminero