El artista Donostiarra, Gorka Chillida, lleva hasta el Palacio Godoy su exposición “Dejar Crecer”, la tercera de una trilogía en la que analiza como tema principal “un profundo trabajo sobre la ausencia de dominio”.
Nacido en un entorno artístico, creció viajando desde pequeño por exposiciones y ferias que marcaron su visión del arte. Estudió Bellas Artes en Madrid, pero pronto abandonó la carrera para aprender a trabajar la piedra en Croacia con su tío Carlos Lizariturry.
De regreso a España, trabajó tres años explorando con su padre, Pedro Chillida, diversos materiales como el bronce, el aluminio o el hierro, profundizando en el uso del espacio y la materia como elementos esenciales de la escultura.
Ha realizado exposiciones individuales en ciudades como Madrid, Barcelona, San Sebastián o Cadaqués. Y ha participado en ferias nacionales e internacionales.
Chillida, que explica su obra desde el punto de vista autobiográfico, destaca que el proceso de esta exposición “ha tenido tres fases, que se han materializado en tres exposiciones. La primera “Ver Crecer”, la segunda “Hacer Crecer” y ésta última “Dejar Crecer”, unos nombres que aluden a su propia experiencia “tarde muchos años en dejar pasar las cosas que no eran para mí”.
De su personalidad, Gorka Chillida destaca que es “una persona muy racional, que normalmente no se mueve si no sabe a dónde va”, y a través de este proceso intenta “dejar a un lado el control para dejar a la obra ser lo que ella quiere”.
El donostiarra afirma que está en un momento maduro de su proceso, mostrando siempre que “el control ahoga y que bajo él, mi obra nace muerta”. Y destaca que “Cuando existe una manera correcta de hacer las cosas, el resto son incorrectas”.
Del arte siempre ha dicho que “para que una obra sea buena, tiene que contar con cinco características principales, que son: esfuerzo, búsqueda, capacidad, valor y aprendizaje”, el equilibro de estas pautas construye su trabajo. Destacando que en su obra hay dos temas fundamentales que son el equilibrio y lo orgánico. De los que dice que “una se encarga de hacerlos crecer y la otra los ordena”
De esta muestra, en el Hotel Palacio Godoy se puede disfrutar de forma temporal de 7 esculturas, 8 cuadros y 20 dibujos, que permanecerán expuestas hasta finales de la primavera de 2026, en una equilibrada colección en la que trabaja con hierro, tinta y color.
Entre los pensamientos que le vienen analizando su última etapa, destaca que “en un mundo que se mueve tan rápido y no para de cambiar, siento que tiene valor mantener cierto silencio y quietud”.
Sobre la muestra afirma que durante estos años, ha relacionado con relativo éxito la escultura y el dibujo. “Ambos son hermanos en una búsqueda común, pero una vez se han hecho independientes a mí, soy capaz de ver también sus diferencias. Siempre he tenido la sensación de que representaban lo micro y lo macro en este cosmos que da vida a mi trabajo”.
De las esculturas destaca que es su “trabajo más racional, con ellas convivo, crezco y evoluciono. Siempre van cambiando y las observo durante el camino que hago para conocerlas, para conectarnos, para entendernos. Los dibujos, por otra parte, son mi trabajo más emocional. Nunca un paso atrás, nunca un fallo o un error que cambiar. Todos son perfectos tal y como son, todos formaron parte del proceso y se ganaron su sentido a lo largo de un camino común. Conforme evoluciona, aceptar se ha convertido en mi camino, el equilibrio entre la razón y lo divino”.
Es la primera vez que expone en Extremadura, y hacerlo en el Hotel Palacio Godoy “ha sido un lujo, un lugar con mucha historia” donde destaca la espectacularidad de los espacios y el cuidado de los detalles.
De Cáceres afirma que “es un lugar precioso en el que se respira mucho arte. Una ciudad en movimiento”, por lo que esta propuesta, compartiendo espacio con la artista Lucía Vallejo y con el propio patrimonio del Hotel le pareció “una propuesta irrechazable”.

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