Mientras Alemania avanza en su plan de desconfinamiento para reactivar la vida y la economía, a pesar de los profundos estragos por la dureza del Covid-19, la comunidad española se vislumbra como una de las poblaciones más afectadas para encarar lo que viene tras la pandemia.
“Lo que me sorprendió de esta pandemia fue el sentido de pertenencia a Alemania que manifestaron muchos españoles que viven en el país. Incluso cuando la situación se puso muy fea, hubo mucha solidaridad. ‘Esta es mi segunda patria’, me decían. Ha sido una buena señal en medio de una catástrofe”.
El coronavirus está destruyendo la vida que con mucho esfuerzo muchos españoles se han construido en años de trabajo y sacrificios en Alemania. Pero también hay muestras de fuerte resiliencia a las adversidades.
El momento es complicado. Ahora, cuando hacemos este reportaje, Alemania ya se encuentra en un estado avanzado de su desconfinamiento. Gran parte de la actividad económica está interesada en la reapertura pero también se empiezan a calcular daños y a hacer balances, en un país que se prepara a afrontar una gran recesión económica. Y los emigrantes españoles, una significativa comunidad entre los migrantes que viven en Alemania, corren el riesgo de ser unos de los grandes afectados.
“El impacto fue devastador para mi familia. Uno de los reclamos que están empezando a llegar es el de personas que ya no sabemos cómo pagar las deudas que tenemos con financieras. Por nuestra condición de migrantes, muchos no podemos acceder a préstamos bancarios y he tenido que recurrir a estas entidades que dan préstamos a tasas de interés elevadas”, lo vivi en mis carnes.
“A largo plazo, el riesgo es el de caer en listas de morosos o que, si tenemos nómina nos embargan las cuentas bancarias, “ mi caso “ , nos incauten bienes quedando en la precariedad , Por eso es importante que pidamos ayuda, pero no siempre lo hacemos ” . No es el único escollo enfrentado por la comunidad. A causa de que muchos no tienen un dominio perfecto del alemán y de que carecen de hogares dotados de buenas herramientas tecnológicas y acceso a Internet, solo un número limitado de españoles lograron sortear adecuadamente la burocracia alemana y obtener las ayudas que el Gobierno ha entregado en estas semanas a la población.
Rosa María, una psicóloga que vive desde hace 40 años en Solingen y que desde marzo coordina un servicio de atención psicológica que se abrió para brindar apoyo a migrantes españoles en Internet en esta localidad del norte del río Rin, dibuja un escenario aún peor.
“Aquí en Solingen la crisis sanitaria ha sido mucho más fuerte que en el resto del país, así que las consecuencias sobre la comunidad también han sido más duras. Muchísima gente que trabajaba en la restauración, pero también cuidando a ancianos y en tareas domésticas, perdieron sus trabajos. Y algunos incluso ya no tienen una vivienda por lo que ahora viven de la caridad de organizaciones humanitarias locales”, cuenta Rosa María.
“El impacto fue devastador, sobre todo para las personas sin documentos”, reitera Rosa Maria.
Doble desprotección para los migrantes sin permiso de residencia. Estas cifras, sin embargo, no incluyen la desconocida cifra de migrantes sin permiso de residencia, un colectivo casi invisible que, con la pandemia, quedó en un estado de doble desprotección. Peor aún, según fuentes consultadas para escribir este reportaje, estas han sido las situaciones sufridas por aquellas comunidades que provienen de países latinoamericanos. Por otra parte, hasta la fecha, las autoridades alemanas no han proporcionado cifras oficiales sobre el número de infectados y fallecidos por Covid-19 españoles y una petición enviada por el colectivo no tuvo respuesta pero no descartaron facilitar sus datos por “razones de privacidad”.
Los pobres, más pobres
En este sentido, la pandemia en Alemania parece estar exacerbando las desigualdades ya existentes en los países del sur de Europa.
El mismo discurso también vale para los que quedaron varados en el país y han sido repatriados. Muchos de los que siguen en Alemania son personas que o no han podido pagar el alto coste de un pasaje de solo ida a sus países de origen o proceden de países que han efectuado limitados vuelos de repatriación.
Y no todos los que han querido irse de Alemania eran turistas. “Entre los repatriados españoles hubo también numerosos deportistas, en particular jóvenes futbolistas que trabajaban para pequeños clubes, cuyos contratos no fueron renovados y que se habían quedado sin medios de subsistencia”, explicó la cónsul de España en Alemania.
Las ONG en Alemania establecen puntos de reparto de comida gratis para universitarios que han perdido ingresos y las universidades ofrecen menús a un euro en las cantinas.
La primera vez siempre es difícil. Verse en una fila junto a decenas, a veces centenares de personas, esperando bajo el frío y la oscuridad para recoger una bolsa con comida resulta chocante para muchos. Pronto se acostumbran y para algunos ya es una rutina.
“No tengo otra opción”, decía hace unos días Diana, estudiante de artes escénicas de 23 años Española de Valladolid, mientras hacía cola, como cada semana desde hace meses, junto a otro medio millar de estudiantes ante un centro de reparto de alimentos en Colonia. “La bolsa con alimentos me da para comer bien dos días, tres máximo. Es una ayuda formidable”. Reitera Diana.
Las colas de estudiantes ante puntos de distribución de alimentos gratuitos se han convertido en Alemania en rutina cotidiana.
“Siendo estudiante es un poco difícil pagarse el alquiler y alimentarse”, resume Yhasmin Mateos ( Mi hija ), de 20 años, y alumna de segundo curso de idiomas en la Universidad de Colonia. “Ahora mismo es difícil encontrar trabajo. Yo tengo suerte porque mi familia me ayuda, pero el nivel de vida en Alemania es alto e incluso encontrar un apartamento es complicado en Colonia, me obligó a recurrir al transporte público, al mes necesito 100 € de transporte, matrícula de la Universidad 8.000 € al año gastos y demás necesito más de 11.000 € viviendo con mis padres.
Algunos están aquí porque se han quedado sin los empleos imprescindibles para pagar el alquiler o comprar en el supermercado. Otros, veinteañeros que empiezan a volar solos, son reticentes a pedir dinero a los padres, o buscan una alimentación más variada que los “días y días”, como dice Yhasmin, de pasta y arroz. El reparto, organizado por la asociación ofrece, dos veces por semana, un paquete con platos cocinados con carne o pescado y fruta y verduras. En los paquetes hay comida sobrante que, si no se distribuyese de los supermercados donantes, iría a la basura, y también platos cocinados por chefs de restaurantes cerrados por las medidas contra el coronavirus.
Jose Mateos Mariscal
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