Somos seres biológicos, con una naturaleza e insertos en una Naturaleza. Los ciclos de la vida-biología, de dentro y de fuera nos afectan de mil modos y de mil maneras.

Según el dios Cronos, dividimos el tiempo en años, has vivido diez o cien años, pero se podría también indicar has existido o llevas ofreciendo sombra: diez primaveras o diez otoños o cien veranos o cien inviernos…

Como, al menos en Occidente, en general, se vive y habita en lugares dignos, mayores o pequeños, diríamos que las influencias de los tiempos y los campos y de las nubes y de los cielos, los fríos y los calores son más pequeños. Los artilugios técnicos hacen la vida más vivible o más viviente o más sonriente o más suavible. Cierto es, que también pagamos un precio importante. Nos podemos trasladar en unos cientos de minutos quinientos mil metros. Pero dejamos muchas esperanzas en las cunetas de los alquitranes, con distintos tipos de vías según características.

Somos tiempo y somos en el tiempo, no solo somos espacio y en el espacio, sino una especie de lugar-tiempo, de espacio-tiempo. Unos, dicen, todavía los menos en toda la humanidad, que solo somos mientras estamos aquí. Otros, indican, que somos aquí y después en un Allí –y, aquí vienes varias interpretaciones diversas y diferentes, radicalmente, en dos posturas, si se es de Oriente o de Occidente-. Algunos desean que no existiese el Allí o el Después o el Más Allá, pero la vida trae muchos inviernos y muchos veranos, muchos calores sofocantes, y muchos fríos que rumian y rompen las neveras del corazón. Un creer en un Allí racional y moral, es bueno para vivir y sobrevivir, para disminuir las penas y las angustias, para disminuir los tipos de pastillas de todos los colores, que tanto se utiliza para estar y ser en este mundo, por tantas personas.

A veces, pienso que una columna periodística es como un suave y tranquilo café o tila, que debe intentar disminuir el dolor interno, y, haga más suave esa mañana. Sea una nota de sinfonía, para al menos, durante unas horas, sea una nota de calor y suavidad y de templanza. Que agrade al corazón, al alma, a la carne. Que le haga sonreír y sonreír pensando y, quizás, encontrando un pequeño y buen sentimiento y afecto, para recorrer un poco mejor, todo el camino de ese día, con tantas intranquilidades e insuavidades e improperios de unos y de otros…

En este recorrido por el articulismo hispánico que voy trazando/trozando/trenzando, plumas y plumíferos de ayer y de hoy. He llegado a la conclusión, que no podré citar ni siquiera el uno por ciento, de tantos, que han dejado algo de su corazón y su conciencia y su mente, en los papeles volanderos, en estos, al menos, dos siglos –esperando que las facultades de comunicación, empiecen a investigar a tintas y plumeros de antes de Fernán González, la primera que fue antes del maestro Larra, en el articulismo literario y de opinión de este terruño-.

Pues en este viaje interior por el articulismo, que diría Manuel Alcántara, que tiene como mandado/mandamiento “no cansar a nadie sobre todas las cosas”. Pero señor Alcántara, los humano somos muy diferentes y muy iguales. Y, un poco de aburrimiento, puede reducir la velocidad del corazón, y otorgar un sosiego. Un poco cansar, puede ser una estética positiva para el artículo literario. Pues en este viaje me he encontrado con Rafael Sánchez Mazas, en un artículo Primavera y crisis, enviado al mundo el día 07 de mayo de 1935, en Informaciones.

En el que nos habla de los tiempos y de las esperanzas y de las canciones y de las crisis sociopolíticas, de los vaivenes del espíritu individual dentro del espíritu colectivo y del espíritu colectivo en lo individual –rememorando algo del viejo maestro Hegel, que siempre cuando lo recuerdo me viene, 1770-1831, que el cólera, una epidemia se lo llevó, ¡¿qué habría creado si hubiese durado veinte años más, habría puesto el mundo diez veces más patas arribas…!? ¡¿Quizás hubiese perfeccionado y aquilatado, principios y conceptos, que dejó a medio desarrollar, y, quizás, tantos que se basaron en sus ideas, hubiesen sido después, sus desarrollos más positivos…!?-.

Llevamos en nuestro solar, ya, si ya, algunas primaveras y algunos otoños preocupados y muy preocupados. El señor Newton, pudo conocer la trayectoria de las órbitas y planetas, pero según se le achaca, “no fue capaz de predecir los movimientos de la Bolsa de su tiempo”. En todo lo que entra el ser humano, existe un nivel de indeterminación y de libertad y de causalidad y casualidad humana y no-humana. Y, todo es, hasta ahora imprevisible, impredecible, impreindeterminado en lo humano… -Hasta que lleguen los ordenadores cuánticos-.

Llevamos ya varias primaveras y varios otoños, con una enorme preocupación y ocupación preocupada y ocupada en tantos factores y variables, que sabemos, que si se unen mal entre sí, no sabríamos que escultura surgiría. Un artículo en esta primavera, una más para el mundo, una menos para este escribiente, solo puede indicar, que seamos prudentes en nuestro corazón, seamos prudentes en nuestros afectos sociopolíticos…

¡Por el bien de todo y de todos… porque existen muchos lobos en el horizonte! –Supongo no me aplicarán el artículo 115 del insulto a un animal tan bello y tan necesario en la Naturaleza, por parte de alguna entidad colectiva-. ¡Paz y sosiego y bien…!