España es un país de poca movilidad laboral. Así lo demuestran los datos de los últimos años, recogidos por el INE y analizados por USO en el informe “Movilidad laboral y geográfica en el contexto nacional”. De hecho, 3 de cada 10 trabajadores no han cambiado de residencia desde su nacimiento y un 82,25 % de los ocupados no se ha movido en los últimos cinco años (77,9 % en el caso de los parados).
En 2023, únicamente se desplazó un 2,59 % de los ocupados. Una cuarta parte de ellos lo hizo a otro país, aunque la mayoría de los desplazamientos se dan en el ámbito de la propia provincia, ni siquiera en la comunidad autónoma. Las cifras de traslados, tras un repunte en 2021, al salir de lo peor de la pandemia, se han estancado o incluso bajado más que en 2022, especialmente entre los parados.
Por sectores, el mayor número de ocupados se movió en servicios, que es en términos absolutos el que agrupa al mayor número de personas trabajadoras. Sin embargo, si lo miramos en términos relativos, en construcción se desplazó un porcentaje mayor. Los que más estabilidad generan son la agricultura y la industria.
“En el caso de la agricultura, hay dos tipos de trabajadores muy diferenciados: los temporeros, que provocan ese porcentaje de movilidad, y los estables, que, por la propia naturaleza del trabajo, están pegados a un territorio. Sin esa dependencia de la tierra, podemos decir que la industria es la que genera puestos de trabajo más estables y un mayor arraigo en un lugar”, expone Laura Estévez, secretaria de Comunicación y Gestión de Proyectos de USO.
“El arraigo no es ni bueno ni malo en sí mismo, sino la falta de oportunidades para decidir. En muchos casos, se considera que el inmovilismo perjudica la economía. Pero, desde el punto de vista del trabajador, nuestra cultura es de apego a un territorio y las personas deberían tener las oportunidades de trabajo en donde quieren vivir. Sin embargo, hay otras que sí quieren mejorar laboralmente, con cambios voluntarios de domicilio, y no cuentan con las herramientas y las ofertas para ello”, explica Estévez.
Porque, entre los parados, la movilidad tampoco es alta: solo el 4,43 % ha cambiado de municipio en el último año.
Reforma del Servicio de Empleo, acceso a la vivienda y brecha digital
¿Por qué los parados no buscan oportunidades fuera de su municipio? Además de las posibles trabas personales y familiares, las personas en paro se encuentran con bastantes obstáculos para conseguir un trabajo fuera de su ámbito.
El primero de ellos es la propia estructura del Servicio Público de Empleo. “Debe dejar de ser un mero gestor de prestaciones y cumplir con su cometido de casar vacantes con demandantes de empleo. Para ello, es necesario una mayor colaboración entre las oficinas autonómicas y, sobre todo, reforzar las plantillas. Los trabajadores deben poder dedicar tiempo a cada demandante, con itinerarios y orientación laboral personalizada”, reclama la sindicalista.
Además, USO considera necesaria más formación para los parados. “Por un lado, formación profesional con futuro laboral, en función de las vacantes reales. Y, por otro, en competencias digitales que otorguen autonomía a los demandantes de empleo para buscar trabajo fuera de su límite territorial”.
En contra de la creencia, los datos demuestran que “son las personas con una formación más básica los que más movilidad presentan. Teniendo en cuenta el componente social que hemos mencionado, debemos pensar que estas personas están obligadas a mudarse para encontrar trabajo por su menor cualificación”, explica Laura Estévez.
Por último, USO destaca que la vivienda “es un gran impedimento para buscar trabajo fuera de nuestro municipio. Una persona en paro, a veces sin ingresos, no puede permitirse ese salto al vacío de buscar empleo fuera o, incluso pudiendo irse con un contrato cerrado, el precio y el resto de condiciones de acceso a una vivienda son inasumibles”.
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