Intento hablar con Javier Barón (Alcalá de Guadaira, Sevilla, 1963) de Javier Barón y él no deja de nombrar a sus compañeros y alabar el trabajo de todo el equipo, de todos y cada uno de ellos. Es incapaz de hablar en singular, y todo eso dice más de él que sus propias y contadas palabras. Bajo una sonrisa tímida y la ilusión intacta, desayunamos en ese lugar de tronío que es Alcalá de Guadaira, muy cerca de su estudio, desde donde apura las horas hasta subirse esta noche al escenario del Teatro Central de Sevilla para estrenar, en el marco de la Bienal de Flamenco de Sevilla, ‘Los caprichos de Goya’. Los grabados con los que el pintor español se consagró, y con los que quiso mostrar un mundo en crisis. Una renovación, como símbolo del fin del Antiguo Régimen, y el cambio de gusto entre las estéticas clasicistas y románticas.
Dieciséis, de los ochenta caprichos del artista español, que el dramaturgo y director de escena sevillano Alfonso Zurro propuso a Javier Barón y que éste eleva a su versión escénica junto al baile de Rosario Toledo, los «caprichos» musicales brotados de la creatividad inquieta de José Torres y el cante de Antonio Campos. «El tiempo también pinta», decía Goya; caprichos de genios.
«Los caprichos» de Goya querían innovar, mostrar desafección sobre lo establecido… ¿Es ese el momento en el que usted se encuentra?
La verdad es que sí, por ahí vamos, y por ahí van todos ‘Los Caprichos’; unos más clásicos, otros más vanguardistas. Hemos cogido dieciséis y en cada uno, tanto Alfonso Zurro como Rosario (Rosario Toledo, bailaora) y yo, lo hemos llevado a algo diferente hasta llegar al punto que buscábamos. Yo he hecho de todo, pero aquí también hay de todo; y ésto es algo especial para mí.
¿Especial porque en su vida también ha habido un antes y un después?
Si, si. Me ha pasado de todo, y quedan plasmados en estos ‘caprichos’: el amor, el desamor, los altibajos, el desengaño, esa manera de sufrir…, porque en la vida se sufre más desde las emociones…, y eso se queda. He plasmado esa soledad que he tenido y que me ha dolido mucho. Alfonso Zurro nos ha llevado tanto a mí, como a Rosario, a llevar y llenarnos de estos grabados y estos caprichos. ¡Todo eran pensamientos, nuevas ideas! Luego hemos hecho algo concreto, pero, cada capricho que se muestra en el escenario, ha «vivido» su momento.
Hay todo un festín de baile que marida con la seriedad, el humor o la maestría con el delirio…
Sí, sí, a mí me gusta mucho reírme, a Rosario también le pasa, y el público eso también lo agradece. Somos flamencos; pero también hay una música estupenda. También es la primera vez que trabajo bajo la dirección de Alfonso Zurro, con José Torres y Antonio Campos, y todo eso me ha llevado a muchos sitios. Nos ha estudiado muy bien.
Ha conectado con todo ese equipo con el que trabaja por primera vez (salvo con la bailaora Rosario), pero, ¿y con los grabados? ¿Cómo conectó con el trabajo de Goya?
Yo nunca me había parado en el trabajo de Goya. Alfonzo Zurro ya venía con unos conocimientos muy grandes y todo eso me lo plasmó…; ha sido a través de él.
¿Qué pensó como artista cuando vio por primera vez los grabados?
Me sorprendí mucho, cuando entendí cada uno de ellos a través de las explicaciones de Alfonso Zurro. Con todas esas explicaciones…, al terminar, me miró y me dijo: ¿qué hacemos? Y le contesté: ¿Cómo que qué hacemos? ¡Como que lo vamos a hacer!
¿Por qué cree que Alfonso Zurro pensó en usted para esta obra?
Creo que, por mi forma de entender el baile, por mi forma de bailar…
¿Qué tiene su baile de Goya?
Hay partes que son muy, muy clásicas, y otras en las que ‘me salgo’…, momentos en los que de forma natural salía de ese enfoque… Hemos hecho un compacto con Rosario que ha sido genial. Bailar en pareja no es fácil, pero ha quedado redondo. Rápidamente hemos conectado, cada uno de una forma diferente, pero se nota la conexión en el baile, en el disfrute.
Usted ha hecho de todo, pero éste, ¿es el capricho de Javier Barón?
Sí, yo ya he hecho de todo, se lo decía a Zurrón, pero la manera en que me lo presentó y el equipo… Al margen de transmitir mis propias ideas…, a mí me gusta contar con todo el mundo; así es una maravilla trabajar porque además el potencial se vuelve aún más grande hacia uno mismo.
¿Qué ha aprendido?
Muchas cosas y sigo aprendiendo… Después de hacer ‘Caprichos’ yo sigo pidiendo salud para hacer cosas y sentir el cariño y respeto que siento. Pienso a veces en el final de mi camino, pero aún siento que me encuentro en un momento álgido. Lo hago con todo mi saber y conocimiento. Me gustaría que esta obra llegara a todo el mundo, que llegara muy lejos. Lo que se va a ver es lo que yo quería. Es una obra que me encanta, y con la que vamos a disfrutar. Nos lo vamos a pasar muy bien.
Palop Flamenco

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