Desde 1979, cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación, creado por la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidad para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con la finalidad de concienciar a los pueblos del mundo sobre el problema alimentario mundial y para fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza, dando a conocer todos los problemas que hay detrás.
Cada año se propone un tema de discusión, que a su vez también actúa como objetivo y que permite visualizar algún aspecto relacionado con el problema del hambre mundial. En esta ocasión el lema de este año 2024 es “Derecho a los alimentos para una vida y futuro mejores”.
Alrededor de 2.800 millones de personas en el mundo no pueden permitirse una dieta saludable. Las dietas no saludables son la causa principal de todas las formas de malnutrición: desnutrición, carencia de nutrientes y obesidad, que ahora existen en la mayoría de los países.
Nutrirnos no solo implica comer, sino que resulta básico hacerlo de forma sana y equilibrada. Para ello es fundamental ingerir una gran variedad de alimentos: vegetales, frutas, carnes, pescado, cereales, etc. con el fin de que aporten al cuerpo todos los nutrientes necesarios.
Los escolares procedentes de familias con rentas más bajas tienen peores hábitos alimentarios y son el colectivo más vulnerable a sufrir exceso de peso;
En las sociedades más desarrolladas debería haber también un cambio drástico en las dietas, para prevenir un gravísimo problema que es la obesidad (y las diversas patologías asociadas a ella), que puede afectar negativamente al resto de la existencia del individuo.
Cómo actuar contra la obesidad infantil:
- Dieta sana y equilibrada. Al adquirir los alimentos, elije frutas y verduras de temporada y de proximidad. Reduzca los alimentos procesados, como galletas dulces, galletas saladas y comidas preparadas, que suelen tener un alto contenido de azúcar, grasas y calorías. Siempre tenga a disposición colaciones saludables. Limite las bebidas azucaradas y la comida rápida.
- Controlar las cantidades de azúcar ingeridas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) revela que la cantidad de calorías diarias recomendada no debe ser mayor del diez por ciento, ni menor del cinco por ciento. Ojo con los azúcares ocultos que aparecen en los etiquetados con los sobrenombres como: concentrado de zumo de fruta, miel, lactosa, glucosa, jarabe de maíz de alta fructosa, sacarosa, dextrosa, jugo de caña, malta, melazas, etil maltol y maltodextrina.
- Hacer una hora de ejercicio diario y beber mucha agua. Se debe realizar actividad física deportiva al menos cuatro veces a la semana durante una hora al día.
- Pasar menos tiempo delante de una pantalla. Según algunos estudios, los niños pasan una media de dos horas y media al día viendo la televisión, jugando al ordenador o a otros dispositivos móviles. Para mantenerse físicamente activos, al menos durante la hora diaria recomendada, conviene que dediquen ese tiempo a salir a caminar, a correr, a nadar o a montar en bici.
- Enseñar a los niños la cultura nutricional. No ofrecer los alimentos como premio o castigo, ya que podría asociar los dulces como alimentos buenos y las frutas y verduras como malo.
- Aprende a comprender las etiquetas de los alimentos y las listas de ingredientes para poder elegir alimentos nutritivos que contribuyan a una dieta equilibrada y saludable, incluida la información sobre el valor energético (generalmente las calorías) y los nutrientes clave como la sal, el azúcar y la grasa.
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