En mi continuo aprendizaje en el flamenco hay vivencias que laten en la memoria, mentiras que merecerían ser verdad, noches para repetir y frases demoledoras como la que le escuché una vez a mi padre, mientras disfrutábamos de Calixto Sánchez: “respira cantando”. Tras la triunfal noche de la cantaora malagueña Paqui Rios (Málaga, 1970) en la Peña Flamenca Cultural Ciudad de Llerena hace unos días vuelven esas frases “con sentío” tras la actuación de esta mujer con unas características únicas para el cante, y para su trasmisión.
Nos encontramos, sin duda, ante una cantaora cabal. Y lo es, no solo por una sapiencia que ella ha adquirido a través de la afición de su padre, Enrique ‘El Moreno’, sino porque ha bebido de los y las antiguas: “… yo siempre he tratado de escuchar a las de antes…; cuando vas a escuchar y vas buscando, encuentras todo lo que han hecho con su personalidad y ese sello que nos han dejado. De los de ahora…, pues ahora mismo no puedo decirte ni me inclino por nadie en particular…, para yo mirar, yo solo miro en el espejo de los de atrás no de los de adelante”
No es una cantaora a la que conozca el gran público, pero está reconocida por los aficionados cabales, y sobre todo por los artistas. “Es mujer es impresionante”, “es una gran artista”, me comentaban la pasado noche el cantaor Fefo y el guitarrista, Juan Manuel Moreno. Paqui Ríos lo sabe, y no le preocupa en absoluto ese círculo flamenco íntimo en el que se mueve y por el que cada vez es más solicitada. “Hay muchos artistas que van de boca a boca, esos son los cabales; y son muchos los que no son conocidos, pero han dejado su huella, ese sello especial. Siempre hay que escuchar a todo el mundo, pero sin dejar atrás lo que es la forma del cante, sin dejar atrás lo que es el flamenco”
Ortodoxa en su cante y en su forma de entenderlo, cantaora de minorías, de entendidos. Mujer arraigada a la familia, a su herencia cultural; Paqui Ríos cree en el flamenco como cree en Dios.
“Cuando dicen que en el flamenco han inventado una cosa u otra, ¡eso es mentira! porque aquí lo que se hizo ya está hecho. Va naciendo, la música está, solo que ha evolucionado. Creo que, en el flamenco, como en ninguna otra música, no se puede inventar nada. La estructura es esa, luego tienes o no tienes sello propio”
Paqui Ríos, que ha participado en varios festivales de cante, tablaos y peñas flamencas. Se presentó en el año 1994 al Concurso de Cante Flamenco de la Peña “El Piyayo” junto con otros concursantes como el desaparecido Pepe de Cañete, Paqui Corpas, Rufo de Santiponce, Paco Moya y otros, siendo la ganadora de este. Aunque no le hacen falta los reconocimientos.
Siempre, los más complicados, son los que otorgan tu propio gremio y ahí, en la familia flamenca, esta cantaora intimista y elegante, siempre recibe halagos.
Si las siguiriyas son la columna vertebral del cante, el cuerpo le quebró en el escenario a Ríos mientras la ejecutaba en Llerena. Fue ese éxtasis de afición lo que provocó la malagueña, que no dejó indiferente a nadie.
A esta mujer hay que ir a verla, aunque se prodigue poco. Hay que escucharla, dejarle cantar lo que le nazca, aunque siempre queramos más. Hay que sentirla en su verdad, en ese olor a mar que tiene su cante. Esa playa de la Victoria que la vio nacer y que mece su forma de entender la vida. De entender el flamenco.
A Carmen Amaya le enseñó a bailar, como ella decía, las olas del Somorrostro catalán; a Paqui Ríos la sal, la arena y la frontera entre el mar y la tierra que es Málaga. Como el agua, que decía Camarón. Así es el cante de Paqui Ríos. Inabarcable.
Palop Flamenco
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